Leopoldo Bloom va a cagar

Leopoldo Bloom va a cagar

El Ulises de James Joyce cumple 100 años. Es el libro más nombrando y el menos leído. Secretos de la novela más difícil de todos los tiempos

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febrero 02, 2022
Leopoldo Bloom va a cagar

Leopoldo Bloom caga, se masturba, sabe que es un cornudo, bebe y se humilla buscando a clientes que le compren sus ideas de publicista. Antes de Ulises ningún personaje de la literatura había entrado a un baño a cagar. Leopoldo Bloom es judío y es el personaje central del libro más comentado y el menos leído en la historia de la literatura. Leopoldo Bloom es de Dublin. Está infelizmente casado con Molly Bloom, una cantante de bar que le pone los cuernos con su manager. Son 800 páginas que cubren un día en la vida de Leopoldo y de ciertos personajes de Dublín. Bueno, lo de contar algo en este libro no cuenta tanto. La narración no importa, lo que importa es el lenguaje. Hasta la muerte de  los clásicos fue importante la historia. El último clásico fue Los Miserables, la novela moderna arranca con el Ulises y con Por el camino de Swan, el primer tomo de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Pero ojo, el monólogo interior, que según los amantes de Joyce nace con Stephen Dedalus parado en la torre esperando que el gordo Buck Mulligan se termine de afeitar, pudo haber arrancado con Raskolnikov tirado con fiebre en su buhardilla.

A pesar de lo que digan, Ulises es un libro vulgar. Los franceses lo odiaban. ¿Cómo comparar a Proust con un asqueroso profesor que se había casado con Nora, una mujer desinteresada por completo en la literatura que cumplía con aberraciones tan escabrosas como propinarle una lluvia marrón en el pecho al eminente y coprofílico novelista? Si quieren leer vulgaridades compren la edición de José Maria Valverde de Las cartas a Nora. Ella sólo leyó cincuenta páginas del libro y la venció, como a tantos de los que ahora me están leyendo. “No entiendo nada, debes ser un genio” le confesó en una carta a su esposo. En esas 800 páginas que conforman Ulises –el mismo número de habitaciones que tenía el hotel donde la escribió- Joyce escribió sobre todo lo que sabía. Dedalus es un experto en Hamlet y en una cochambrosa taberna discute con otros profesores y periodistas sobre el veneno vertido en el oído del padre. Leopoldo perdió a un hijo de once meses, en otra referencia a la relación padre e hijo que palpita en la tragedia de Shakespeare. Joyce escribió en su monumental novela sobre historia antigua, sobre el latín, sobre los deportes irlandeses, sobre lo inútil que es el nacionalismo, sobre la música que más le gustaba, sobre anatomía y el cuerpo. En ese sentido es una novela que solo ha ganado con los años. Parece un escritor del siglo XXI con esa preocupación por lo orgánico, por las funciones corporales. Por eso las guarradas en el Ulises son uno de sus sellos. Leopoldo Bloom en la playa viendo a una coja y pensando cochinadas hasta el orgasmo. Nadie se había masturbado en una novela. Nadie había dicho tantas guarradas ni chistes tan contundentes y visuales como “era tan gordo que lleva una barriga como la de un cachorro envenenado". Es humor puro y duro.

Pero son los fanáticos de Ulises los que han hecho de este libro un ladrillo. Con sus anotaciones, sus consejos. Hay mitos que no debes tragar enteros. Es mentira eso de que hay que leer primero La Odisea y todos los griegos, que hay que aprender gaélico e inglés antiguo, que lo ideal es encerrarse a punta de anfetaminas y aguantar 36 horas –que es lo que dura en tiempo real el recorrido de Leopoldo por Dublín- y leerlo de corrido. Nada de eso es cierto. No hay libro imposible. Hay momentos de extraordinaria hilaridad en Ulises. Hay momentos calientes, como las cincuenta páginas, sin ningún signo de puntuación, que dura el monólogo de Molly Bloom, poniéndolos al descubierto el fracaso de su matrimonio y el pobre fracaso que es Leopoldo, un tipo que en el fondo igual es brillante, sabio, que tiene tanto de Dedalus, del propio Joyce. El monólogo de Molly es un corazón latiendo.

Trabajo y bastante le costó a Joyce publicar su manuscrito. Virginia Wolff lo detestó. Tamañas vulgaridades escatológicas. Nadie puede ser tan cochino. Los franceses se rieron, los ingleses lo menospreciaron, Paris lo abrazó. Silvia Beach, la brillante dueña y creadora de Shakespeare and Company, la mítica librería, decidió publicarla y el 2 de febrero de 1922 (2222) Joyce tuvo en sus manos el libro y nada volvió a ser como antes. Menos la literatura. Sobre todo la literatura. En Latinoamérica el primero que habló de ella fue Borges. En una serie de conferencias dejó en claro antes que nadie en este idioma, la importancia de Joyce. Las dos principales traducciones en español fue la Lumen, liderada al final de los setenta por José María Laverde, que los españoles idolatran y la de Salas Zubirat, terminada en 1998, con dejos porteños y una agilidad de lenguaje que se aproxima un poco al suave tintineo que se escucha en la novela en su lengua original.

Sería muy triste amigo, que salieras de tu casa, consumido por la angustia y que un auto te mate sin haber leído el Ulises. Sería una manera heroica de pintar un poco el gris de la mediocridad en la que has vivido. No importa si no entiendes una línea, aférrate a ella de sus páginas como crines de un potro desbocado. Fracasar nunca ha sido más hermoso.

 

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