Leonid Baldovino, el pintor de las cenizas

Leonid Baldovino, el pintor de las cenizas

Muchas pintan con tiza, crayolas, pinturas, óleo, lápiz, bolígrafo y acuarelas, pero pocos son los que lo hacen con este material

Por: Manuel Tiberio Bermúdez
octubre 11, 2019
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Leonid Baldovino, el pintor de las cenizas

“Solo cenizas quedaron de la leña de mi corazón”, así dice la canción que hizo popular el gran Rodolfo Aicardi. Sin embargo, acá la historia es otra: Leonid Baldovino es un pintor extrovertido, complicado y rebelde, descendiente de paisas e italianos, que empezó a estudiar medicina en la Universidad de Cartagena, pero luego de su primera visita al anfiteatro desistió de ese deseo inicial.

Cerca quedaba la Escuela de Bellas Artes que conquistó su querer y decidió estudiar arte con grandes maestros. Para esa época tuvo la oportunidad de conocer a Obregón, a Grau y a Darío Morales. Compartió charlas con el maestro Elías Triana y con Álvaro Gómez, quien también era escultor. “Estudiando conocí a grandes artistas como Cheo Cruz y otros más, y me enamoré del arte definitivamente” dice.

¿Y lo de la ceniza cómo surge?

Como artista decido buscar mi propio camino para expresarme y lo encontré, cosa increíble, en la ceniza. Yo había vivido entre montañas de ceniza ya que mi casa quedaba al lado de unas arroceras donde se pilaba mucho arroz y quemaban los deshechos que producían ceniza. Yo veía la ceniza como nieve. Era mi lugar de juego. Cuando estudié arte decidí retomar la ceniza de mi infancia como la materia prima para mi trabajo.

Comencé a informarme sobre los tipos de ceniza, como había montañas de ella, me di cuenta de que en el interior de esas montañas la cenizas van cambiando de tono; se van creado capas en las que descubrí que entre más uno se introduce hacia el fondo de la montaña, -que generalmente siempre está en combustión, es como un volcán-; allí descubre nuevas tonalidades en esas profundidades. Encontré ceniza negra, gris, blanca, encontré un promedio de 10 o 12 tonos que usar. A este trabajo le he llamado “cenicismo” que para mí significa ideas positivas.

¿Tiene información de otras personas que utilicen la ceniza para pintar?

En Colombia y en el mundo, no hay otra persona que pinte con ceniza de la cáscara del arroz. Los hay que han pintado con cenizas de volcán, con cenizas de muerto, pero lo de la cáscara del arroz ha sido mi trabajo durante más de 30 años. Es el tiempo el que me ha ido empoderando en este oficio. Ha sido una búsqueda pues no fue que encontré la tonalidad ya definida, ha sido producto de la experimentación y entonces la ligué a algunas resinas naturales como a la de un árbol que existe en la costa y que se llama “Kuzu”. Ceniza y Kuzu, me dieron el temple preciso para que mi trabajo pudiera permanecer.

Cuadros para no vender…

¿Cuánto vale un cuadro realizado por usted con ceniza de arro

Algo especial de mi obra es que se puede lavar y siempre están en relieve. He pintado muchos cuadros y le cuento algo, nunca he vendido un cuadro porque pinto para satisfacer mi ego l, nunca he pintado para que el cuadro haga juego con los muebles o la decoración de la sala. Además nunca me han ofrecido compra por mis obras porque en la costa estamos viviendo una crisis económica y casi nadie quiere invertir 3 millones de pesos en un cuadro, por eso termino regalándolos o donándolos a personas que los cuiden o a museos.

En mi caso, el arte sirve para desarrollar el alma. Para hacer que las personas sean más sensibles. Yo lo utilizo como medio de protección y empoderamiento de los niños, para salvarlos de muchas problemáticas. Yo presenté el año pasado al Ministerio de Cultura, un proyecto que se llama El arte como un vehículo de paz.

¿Qué exposiciones ha realizado?

Muchas exposiciones y en muchos lugares: México, Brasil, varias ciudades de Colombia, bueno son bastantes las exposiciones realizadas.

Si el artista tiene alguna obligación en su paso por este planeta, ¿Cuál sería esa obligación?

La obligación del artista es enseñar. Más que pintar: enseñar; más que pintar: dar. Un pueblo sin cultura no vale nada y nosotros debemos dejar unas raíces que nos permitan mañana mostrar nuestro legado. Raíces con solidez, concretas para que sirvan a futuro.

¿Cómo ve la vida?

La miro como un cuento que su final depende de lo que vinimos a hacer en esta tierra, Creo que vinimos a cumplir una misión y te cuento algo. Hace muchos años, cuando era un joven de 7 años, le dije a Dios que no me diera plata, que me diera sabiduría para entender a los demás. No entendí que mi obligación era enseñar y luego de tantos años de estar enseñando me he dado cuenta que ahí radica mi vida, pues está en función de la enseñanza. Yo no vine a conseguir plata, yo vine a vivir y a compartir lo que sé.

Artista para todo…

Me gustan las puestas en escena, lo que llaman performance: quiero sentir que es un vendedor, un carretillero, que es un mercader, que es un político. Hasta me he disfrazado de cura y me metí en problemas por eso pues la puesta en escena genera una reacción. Cuando hice de cura en un pueblo que se llama San Pedro, hubo una reacción muy fuerte pues casi me matan porque mucha gente fue a la procesión creyendo que el cura era nuevo, que las misas con él eran muy buenas y además conseguí la Banda de Colomboy , una de las mejores de la costa y hubo voladores y todo eso. Vestí a un niño de san Pedro Claver, fue una puesta en escena muy creíble para los feligreses. Fue una experiencia muy agradable pero riesgosa.

¿Para alguien que trabaja con cenizas, que piensa de la muerte?

Pienso que es un reencuentro feliz con la producción de lo que haces en la tierra. Es el verdadero despertar, comparado con la ceniza, es como sentir que somos esa ave Fénix y que renacemos de ahí. Yo la tengo clara, siento que esa ceniza me dice que un día tenemos que volver a ella y por eso la amo tanto.

¿Qué significan para usted encuentros como el del Festival de Arte sin Fronteras por la Paz de Colombia?

Pienso que es un llamado a contribuir para la paz, todos tenemos ese deber y ese derecho. Debemos estar comprometidos porque la paz o es ahora o no es nunca. La paz tiene rato que nos está esperando, que nos llama, que nos abraza pero nosotros somos esquivos a la paz.

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