Los habitantes de Jericó, hermoso poblado ubicado en el corazón del suroeste antioqueño, han convivido 12 años con un león rugiente; el mismo león que fue derrotado en Cajamarca y que muchos quieren derrotar en la tierra natal de Santa Laura: la AngloGold Ashanti. Multinacional que lleva más de una década adelantando estudios y trabajos técnicos en sendas plataformas de exploración en el corregimiento de Palocabildo, cercano al municipio de Támesis, para determinar la viabilidad de explotación de una veta de cobre, oro y molibdeno en el marco del proyecto minero Quebradona. La joya de cobre de la AngloGold en Colombia.
La presencia del león no ha sido bien vista por muchos jericoanos que consideran que la vocación agropecuaria del territorio y sus fuentes de agua son más valiosas que “todo el oro del mundo”. Resistencia pacífica, pero que en ocasiones se ha visto permeada por vías de hecho que han desencadenado una particular problemática social, política y cultural en un pueblito reconocido por ser camandulero, conservador y con olor a santidad. Muy cercano al Jericó bíblico.
La reciente polémica se debe a la aprobación el 7 de junio de un acuerdo municipal que prohibió en la jurisdicción del municipio la minería metálica y la gran y mediana minería de otros minerales. El mismo acuerdo que fue aprobado el 27 de mayo por unanimidad en el Concejo de Támesis y que se articula a un proyecto de mayor alcance relativo a salvaguardar la vocación productiva de la Provincia de Cartama; esquema asociativo de 11 municipios del suroeste antioqueño (Fredonia, Venecia, Jericó, Támesis, La Pintada, Valparaiso, Caramanta, Tarso, Pueblorrico, Montebello y Santa Bárbara) donde habitan más de 200 mil antioqueños de pura sepa que comparten variables culturales, sociales y económicas. La Provincia del Río Cartama fue creada en enero de 2017 y es la única en su tipo en el país. Son las tierras que se descubren en la obra de Manuel Mejía Vallejo, ilustre escritor antioqueño nacido en Jericó. Aunque todos los municipios de la Provincia se han caracterizado por su vocación agropecuaria solo en dos se vive con el permanente acecho del león rugiente: Támesis y Jericó.
Tanto los jericoanos como los tamesinos han estado muchos años discutiendo sobre la posibilidad de la convivencia del agro con la minería, las oportunidades de empleo, el impacto social de la minería, el agotamiento de las fuentes hídricas o la desvalorización de sus propiedades… discusiones que han sido reducidas en ocasiones al falso dilema: Agua o minería. Un extremo que polariza el debate a una consideración simplista y que de plano cierra cualquier oportunidad de diálogo. Fue en este contexto y a raíz de una interpretación ambigua de la Sentencia C-273 de 2016 en la cual la Corte Constitucional tumbó el artículo 37 de Código de Minas que se dio “luz verde” a la prohibición de la minería mediante acuerdos municipales. ¿Tan fácilmente se podría detener la locomotora minera? Supuestamente sí. Los antimineros cantaron victoria y los concejales se frotaron las manos ante lo que veían como una oportunidad para asumir un papel determinante en una decisión de tal magnitud. El primer acuerdo fue aprobado en Támesis y el segundo en Jericó con el respaldo de 1000 firmas. Sin embargo, ciertos escépticos guardaron silencio, el león continuará rugiendo se decía en los cafetales de Palocabildo.
Los jericoanos de a pie, los que van a misa dos veces al día y se sientan en la plaza principal a revisar su carriel, no entienden por qué sí la minería fue prohibida todavía continua el proyecto minero Quebradona. ¿Por qué no se han ido?, preguntan muchos con insistencia. En este sentido, los antimineros no han sido del todo responsables al afirmar que la minería quedó prohibida omitiendo deliberadamente la segunda parte del proceso: el pronunciamiento que a petición de la Secretaría General de la Gobernación tiene que hacer el Tribunal Administrativo de Antioquia sobre la legalidad de esa prohibición. Demanda de revisión que ya fue admitida por la Sala Primera de Decisión y que seguramente determinará lo evidente: las entidades territoriales no tienen competencia para prohibir la minería.
Entonces, ¿por qué se dieron esos acuerdos? Por la interpretación errada de la sentencia de la Corte Constitucional que sin lugar a dudas dejó un enorme vacío en la legislación vigente que le corresponderá llenar al Congreso mediante una ley orgánica que establezca definitivamente los criterios de competencias entre las entidades territoriales y las autoridades nacionales en materia extractiva. Deberá ser un proyecto prioritario para la próxima legislatura en el Congreso.
Volviendo a Jericó, pueblo apacible de personas amables y tranquilas. Seguramente, la gran mayoría de sus habitantes no entiende muy bien de jurisprudencia constitucional o del vacío en la legislación que permitió la prohibición. En realidad, ha faltado una pedagogía responsable por parte de los actores involucrados para que los jericoanos no sean víctimas de la desinformación que pueda conllevar a cerrar la puerta de un diálogo constructivo y muy necesario para el beneficio del pueblo. La AngloGold también ha guardado un silencio estratégico. Aunque en Cajamarca el león fue derrotado en Jericó espera continuar rugiendo con más fuerza.