En medio de la comunicación vertiginosa, la velocidad de los medios y las redes sociales se precisa hacer una pausa para reflexionar acerca del lenguaje que utilizan funcionarios del gobierno, senadores, representantes a la cámara, líderes de gremios y algunos periodistas. Frases como: “Yo no pateo perro muerto", “Esos son buenos muertos", “Hay que neutralizarlos", “Los indígenas empobrecen al país”, entre otras, son una expresión de la violencia que, de una manera directa, avalan la venganza como instrumento que, reemplaza a la justicia.
A diario, se conocen casos de ciudadanos que son sometidos a linchamiento, algunos de ellos son heridos y otros mueren como consecuencia de la aplicación de justicia por mano propia. En varias ocasiones, incluso, personas que no han cometido ningún delito son golpeadas. Solo basta que alguien grite “ladrón” o “violador” o, incluso, se vea correr a una persona porque lleva prisa. El resultado es simplemente atacar primero y preguntar después.
El mecanismo de la venganza se promueve desde las altas esferas gubernamentales y políticas, siendo replicadas por los grandes medios de comunicación que, de algún modo, “legalizan” la tendencia de las vías de hecho. De un día para otro, en el “Estado de opinión”, maestros son tildados de enemigos públicos; sindicalistas, de violentos; indígenas, de narcos y periodistas, de terroristas con el mismo brutal estilo del nazismo. Se puede pensar que cuando se fomenta la violencia desde la opinión, se distrae la atención ciudadana y no se puede observar, en perspectiva, la corrupción que es el verdadero enemigo.
El ejemplo, ocurre cuando el Ministerio de Defensa afirma que una marcha de maestros está infiltrada; un paro indígena es pagado por narcos o un simple reclamo ciudadano es tratado como grave delito.
Es necesario señalar y repudiar todo el lenguaje violento de los que quieren un país en guerra para poder robarse los dineros públicos, mientras los ciudadanos se distraen.