He fumado marihuana aproximadamente cinco veces en la vida. La primera vez que lo hice tenía 27 años, o sea, hace tres años. Antes de hacerlo tenía muchos prejuicios con ella, pues había escuchado una infinidad de preocupaciones frente a ella. Por ejemplo, que quienes la consumen se vuelven habitantes de calle, así mismo que uno sería capaz de robar para lograr obtenerla y por último que sus efectos me convertirían en un hombre violento.
Todos los prejuicios mencionados me causaban un poco de miedo, así que me mantuve alejado de ella. Un día le conté mis temores a un amigo con quien tengo confianza. Él me contó que él sí había fumado y que no le había sucedido nada de lo que yo le estaba contando. Mi amigo me contó que tenía un porro y me animó a romper con los prejuicios que tenía.
Me arriesgué a fumar. Estaba muy alerta ante las posibles sensaciones. La verdad tenía miedo. Para mi sorpresa no sentí nada de lo que me había imaginado. Al contrario, sentí calma y disposición a la escucha. Después de eso me arriesgué y toqué el tema con otras personas, quienes también me contaron que han fumado marihuana algunas veces y que no les causa ningún efecto violento, ni suicida, ni cleptómano.
En esas charlas concluimos que es más peligroso el efecto que causa el alcohol en las personas que el de la marihuana. Por ejemplo, ¿cuántos accidentes de tránsito se presentan en Colombia por manejar bajo estado de embriaguez? ¿Cuántos casos de violencia intrafamiliar se perpetran cuando hay alcohol de por medio?
Ahora bien, recientemente se ha hecho pública una propuesta desde el Ministerio de Defensa del presidente Iván Duque por medio de la cual se busca facultar a la policía para decomisar la dosis mínima de drogas, entre ellas se encuentra la marihuana (sé que las otras drogas que aparecen ahí pueden ser en realidad peligrosas, como la cocaína). Sin embargo, respecto al caso de la marihuana debería tratarse de otra manera. Por ejemplo, tal como se hace en países como Holanda o en Uruguay, en donde hay unos lugares dispuestos para que las personas puedan ir a consumir la marihuana que desean consumir de manera legal. Hay que decir que legalizar la marihuana no significa que los colombianos nos vayamos a convertir en marihuaneros, significa que podrá ejercerse un control sobre qué tanto consume la gente e incluso se pueden llegar a establecer hipótesis sobre qué comportamientos se generan después del consumo de la marihuana.
Finalmente, si el Estado pretende atacar el problema del consumo de drogas actuando solamente desde la prohibición no será capaz de entender por qué la gente consume alguna droga. El Estado debería establecer alianzas con las universidades para que estas, desde sus departamentos de investigación, logren indagar cuáles son los factores que inducen a que las personas se droguen. Pues bien es sabido que si la única medida preventiva que se toma es con la policía, que prohíbe y actúa como vigilante, nunca se entenderán las causas de la drogadicción y, por ende, nunca se logrará crear políticas que logren contrarrestar los casos en los que las drogas consumen a las personas.