Erythroxylum coca, o simplemente coca de la lengua quechua: kuka. Especie sudamericana de la familia eritroxilácea, originaria de los Andes Amazónicos, cultivada en Bolivia, Colombia, Ecuador, Chile, Perú y zonas occidentales del noroeste de Argentina. Crece de manera silvestre.
Importante en las culturas andinas utilizadas en ocasiones económicas como en el trabajo agrícola, la faena comunal, minero, construcción, marcada de animales, artesanías, y en el hogar. De forma social en fiestas costumbristas, patronales y carnales. Se utilizó en rituales como ofrendas, misas, velorios, entierros y también en infusión con fines digestivos, analgésicos, estimulantes para tratar el mal de montaña. También se utilizó por adivinos y en ofrendas.
Por miles de años fue utilizada por las culturas prehispánicas andinas como la muisca, almara, y quechua, y las amazónicas. Se hizo conocida en el mundo por ser alcaloide del que se obtiene mediante proceso químico descubierto en el siglo XIX en Europa, el clorhidrato de cocaína llamado coca o cocaína. Esta substancia es un potente estimulante del sistema nervioso central que puede provocar dependencia. Desde 1985 extractos de la hoja de coca han sido y vienen siendo utilizados en los productos Coca-Cola. (Resumen de Wikipedia).
Ahora bien, la cocaína que nos ha causado tantos males, nos ha traído el narcotráfico, que por dinero cambia la paz y el vivir bien por las muertes que deja, a cambio. Ningún gobierno durante años la ha podido erradicar, incluyendo a los Estados Unidos que es el más importante consumidor.
Los raspachines cogen la hoja de coca. En el laboratorio se despedazan las hojas con una guadaña y se deja fermentar; se les agrega cal, cemento más sal más agua. Así se saca el alcaloide. Se mezclan con gasolina entre ocho y doce horas. Luego se separan la gasolina y las hojas, para que la base quede cruda.
Se utiliza ácido sulfúrico, amoniaco y soda caustica. En el cristalizadero, comienza el proceso de corte. Se filtra el ácido sulfúrico y amoniaco, luego se seca en una estufa para evaporar el agua y queda la pasta base. Se utiliza acetona y ácido clorhídrico. La pasta base se diluye en aceite y ácido clorhídrico para reventarla, luego se escurre. El clorhidrato de cocaína o cocaína pura se prensa en ladrillos o panelas. Se meten por ocho minutos en un horno microondas para secarla, pesarla y empacarla al vacío. Así esta lista para trasportarla y venderla.
El presidente Petro que defiende el medio ambiente, podría decir sin tapujos que la cocaína es el principal problema que acaba las selvas colombianas por la contaminación que genera la producción de la pasta de cocaína, que no se sabe a quién le deja las ganancias millonarias, que seguramente serán los dueños del poder político en el mundo, que lucha y paga a los armados ilegales.
El expresidente Santos lanza la legalización de un veneno y el presidente Petro quizás comprometido desde la campaña, lanza la idea esperando que un congreso que parece más eunuco, seguramente la aprobara como otras ideas locas. ¿Que pensaran los países que no comparten esta idea? ¿Cuántas sanciones le esperan a Colombia?
Los colombianos que han podido viajar a otros países somos testigos de la marca registrada que tenemos cuando nos identifican como “Colombian Coca”, y quedamos aburridos sin poder protestar, por el cuento de que los colombianos somos los más grandes productores del veneno que está matando a muchos jóvenes en el mundo.
Lo he dicho varias veces y lo repito: no a la legalización de la cocaína. Sí a la producción de la hoja de coca con fines terapéuticos, de alimentación y abonos. Esa sería la fuente más importante para acabar con la cocaína y los grandes negociantes a nivel mundial que buscaran la forma de mantener vivos los cultivos para producir la cocaína, así tengan que matar a todo el que se les traviese así sea el más infeliz de los campesinos o raspachines.