Cuando era pequeña descubrí que leer era lo mío. Nada me daba mayor placer que sumergirme en las páginas de los libros y descubrir las historias que había en ellos. Me volví una lectora voraz y me cuesta imaginar un mundo sin la posibilidad de leer. Visto así, Farenheit 451 es una de las distopías que más me asusta, aunque la solución para mantener la cultura que encontraron en ese terrible mundo tiene un bello carácter romántico: "hombres libro" que memorizan los textos y los preservan para ser escuchados al oído, historias mantenidas palabra por palabra por estos rebeldes que en la voz encuentran la única posibilidad de acceso. Muchos años después de leer esa historia, a raíz de mi trabajo con RedPaTodos*, me encuentro con una comunidad real, cuyas posibilidades de acceso a la lectura están limitadas, ya no por un estado totalitario, sino por una serie de decisiones comerciales y afanes de ganancias que impiden a millones de personas el acceso a los textos. Como en la novela de Bradbury, ellos necesitan cambiar el formato para tener acceso.
La comunidad de personas con discapacidad visual y baja visibilidad no puede leer, y no es solo por el hecho de que hayan perdido la vista. Los productores y distribuidores de libros raramente reparan en las necesidades de acceso de comunidades desfavorecidas que no sean rentables. Peor aún, en un mundo donde la tecnología permite cambiar el formato de impresión en papel a palabras en una pantalla que pueden ser leídas con un simple clic, que existan menos de cinco libros accesibles por cada cien publicados es una cifra vergonzosa (en el país estamos muy por debajo 1,5 de cada mil libros es accesible). Que la razón para esta disparidad sean las reglas de mercado escudadas en la protección al derecho de autor no solo es vergonzoso, es inhumano. Para los titulares de derecho de autor, que tienen en sus manos la posibilidad de permitir o no la transformación de formato necesaria para que los ciegos lean, dar acceso no es una acción humanitaria, es un mal precedente que, según ellos, debilita la protección a los derechos que usufructúan.
En este momento, entre el 18 al 28 de junio, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) celebra la Conferencia Diplomática sobre un tratado que facilita a las personas con discapacidad visual acceder a obras publicadas. Luego de más de diez años de discusión por fin se tiene un texto que podría ayudar a millones a leer. Sin embargo, hay opositores como la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, quienes afirman que permitir excepciones flexibles en este tratado podría afectar a otros tratados futuros y no solo se oponen sino que torpedean la negociación. Quieren matar el tratado antes de que vea la luz.
Las voces a favor, que incluyen a Stevie Wonder, piden declarar el estado de urgencia para poner fin a la carencia de información que padecen las personas con discapacidad visual y que las condena a vivir en la oscuridad. Al final de la conferencia, si se consigue tener un tratado que realmente sea útil, estaremos en un nuevo punto de partida. Los países que adhieran al tratado deben aprobar leyes de implementación, con lo cual es de esperarse que continúe el lobby en contra por parte de los titulares de derechos de autor, esta vez, localmente.
Revisando el avance del tema en Colombia, el año pasado se presentaron dos proyectos de ley que tocaban el tema: el proyecto 001/12 Cámara (242/13 de Senado) que modificaba las limitaciones y excepciones al Derecho de Autor y el proyecto de ley 138/12 Senado (384/13 Cámara) que busca garantizar a las personas ciegas y con baja visión acceso. El primer proyecto fue criticado por varias comunidades incluyendo las de ciegos. En el proceso se lograron cambios importantes en el texto antes de que el escándalo generado por la excepción para parodia forzara el retiro del proyecto por parte de su autor. Este proyecto perdió el apoyo del gobierno que inicialmente había ayudado a escribirlo. El segundo proyecto cuenta con el apoyo de varias comunidades de invidentes y ha sido acompañado por la sociedad civil desde su formulación. Sin embargo, el 18 de junio cuando debía darse el tercer debate del mismo en la Comisión Sexta de la Cámara, los representantes no se presentaron, no hubo quórum y forzosamente la discusión del proyecto quedó aplazada para el siguiente periodo legislativo.
Así las cosas, la petición de los discapacitados de acceso de forma consensuada a partir de sus necesidades que bien resumían en la frase “Nada Sobre Nosotros Sin Nosotros” aún está muy lejos de llegar a ser una realidad cuando de temas de excepción al derecho de autor se trata y entran en juego los supuestos peligros de los medios digitales. Ahora, quemamos libros legalmente si se trata de ediciones piratas, impedimos con medidas de protección tecnológica las copias y cambios de formato y le ponemos la mayor cantidad de trabas a la distribución de libros en formato electrónico. Bradbury podría escribir cientos de nuevas distopías pero no serían novelas de ciencia ficción, serían crónicas reales de nuestros tiempos.
*RedPaTodos es un colectivo de organizaciones e individuos de la sociedad civil que promueve un uso incluyente de Internet y aboga por el respeto a los derechos fundamentales y las libertades civiles de todos los colombianos en el entorno digital.
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