Léelo, te hará bien
Opinión

Léelo, te hará bien

Por:
junio 07, 2014
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Con esta frase Pez Barcelona, el reconocido artista urbano, sellaba ese siempre irresponsable acto que representa prestar libros y sellaba, de paso, la consecuente responsabilidad —devenida de la gratitud—, por mi parte, de leerlo.

En mis manos Pez dejaba un texto de apariencia sencilla y formato impecable, escrito por una socióloga e historiadora del arte, hasta ese día, desconocida para mi, Anna Waclaweck. La precisión y propósito del libro se asomaba desde el ambicioso título: Graffiti and Street Art.

Sus páginas alternan textos y fotografías, en un ejercicio contundente y equilibrado, que gravita entre la historia y alcance social del movimiento grafiti, de la costa este norteamericana en los años 70, y la explicación estética y política del fenómeno denominado posgrafiti o street art, de origen europeo y actualmente con mayor reconocimiento público.

Para mi asombro y deleite Wacleweck confronta y resuelve ciertos interrogantes que habitan en el imaginario colectivo del arte urbano, entre otros: la sutil independencia entre el grafiti y la cultura hip-hop y su hermandad por años forzada; destierra la idea de Jean Michel Basquiat y Keith Haring como legítimos representantes del movimiento; reconoce la presencia de ejercicios de comercialización del grafiti que datan de 1972 con el United Graffiti Artists, y, finalmente, en un ejercicio valioso, destaca la presencia de mujeres, desde los inicios del movimiento (Lady Pink) hasta las representaciones hoy en día más vanguardistas (Magda Sayeg).

No obstante, lo que llamó más mi atención fue la tesis que propone frente a uno de los temas más sensibles para la ciudadaníay el grafiti: las firmas de los artistas (tags). Para Wacleweck, ese acto de plasmar firmas de forma reiterada y expansiva, parte de un hecho social preciso y precioso: poder participar en la construcción visual y estética de la ciudad —en la mayoría de casos ajena e impuesta— y al mismo tiempo poder  proponer un equilibrio frente a la presencia epidémica y desbordada de marcas publicitarias y nombres comerciales en nuestras calles, todo, enmarcado en un debate aún no resuelto: la propiedad del espacio público.

Bajo la premisa —generalmente aceptada— de que en el contexto de una sociedad de consumo las marcas comerciales son importantes (formato cartel, valla o letrero) con notoria docilidad, hemos permitido su proliferación, justificada en bienes (o males) mayores como son el libre comercio y la libertad de empresa, pero al parecer, no medimos con la misma vara, los bienes (o males) mayores que trae la irrupción desenfrenada de firmas de jóvenes casi anónimos, como son la libertad de expresión y los derechos culturales.

Una defensa moderna del espacio público, homogéneo, limpio y ordenado, entonces, deberá incluir en sus reflexiones, decisiones frente a la contaminación que trae la construcción visual y estética hegemónica de la ciudad a partir de la publicidad, que abunda casi sin restricción en casi todo el espacio público y evitar circunscribir sus angustias, ataques y presupuestos, exclusivamente, al “problema” de “limpiar” grafiti en la ciudad.

Pez tenía razón.

 

@CamiloFidel

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0
Adiós a Sabina

Adiós a Sabina

La revancha del ángel

La revancha del ángel

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--