Estaba en un Café Juan Valdez cuando ocurrió un incidente. Pero lo que me llamó la atención no fue el lío que se armó, sino la respuesta del personal: rápidamente atendieron a la gente y sirvieron café gratis. Fue tan impresionante, que le pregunté a una de las baristas si las entrenaban para eso y me respondió algo que me dejó pensando: “En la Federación nos tratan con humanidad, entonces uno debe tratar así a todas las personas”.
Desde ese día, hace más de tres meses, decidí informarme sobre el trabajo de la Federación de Cafeteros, qué están haciendo y cómo lo hacen. Lo primero que tengo que confesar, es que antes de eso, era una de esas personas que criticaba a la Federación por haberse dejado ganar de las grandes cadenas de café que han entrado agresivamente al mercado y lo han conquistado con una imagen atractiva y sabores nuevos. Hoy quiero disculparme, estaba absolutamente equivocada. Lo que hace la Federación de Cafeteros es sencillamente revolucionario, y lo mejor, lo hacen en silencio.
Lo primero que hay que saber es que la Federación cumplió ya 90 años y le pertenece a las 563 000 familias cafeteras afiliadas a ella, pero no se dedica solo a la producción de café. A través de un trabajo que llega a los rincones más apartados del país, la Federación de Cafeteros asiste a los más pobres, les ofrece mejoramiento de sus viviendas, agua limpia, les tramita créditos y asesoría para que puedan levantar sus cultivos, construye vías, acueductos y escuelas de alta calidad y bien administradas en zonas vulnerables. Todo lo que hacen está estrictamente auditado. No hay un solo registro de escándalos de corrupción asociados a la Federación de Cafeteros.
Pero no solo trabajan en la construcción de infraestructura en regiones apartadas, sino que tienen programas de seguridad alimentaria que promueven la creación de huertas orgánicas caseras, de preservación de bosques nativos para la protección del agua y hasta de cuidado de las poblaciones de abejas. Y nada de eso sale en propagandas, ni lo usan para promocionar su imagen como sí lo hacen otras empresas que hacen de la caridad un negocio. La Federación se asocia con sus afiliados en la promoción del desarrollo, no del asistencialismo. Y haciendo eso, mejorando la vida de los campesinos, han podido crear nuevas variedades orgánicas de excelente calidad, que han elevado sustancialmente la calidad del café que consumimos y que exportamos durante los últimos 20 años, pero que además también pagan mejor a los campesinos, superando así la crisis de los precios que había quebrado el mercado cafetero.
La Federación ha conseguido sobrevivir a un conflicto armado
sin un solo rasguño y sin causar daño
Cada taza de café es un voto y cuenta. Así que boté a la basura mi tarjeta de puntos de una cadena internacional, volví a mi Juan Valdez.
Lo más impresionante, es que han logrado esto en medio de una guerra. Me puse a averiguar cómo ha hecho la Federación para entrar a las zonas más afectadas por el conflicto armado sin que les pasara nada: Nariño, Antioquia, los Santanderes, el Huila… ni un solo funcionario secuestrado, ni un solo registro de que la Federación haya pagado para que los dejaran trabajar, o para financiar ejércitos paramilitares. Cero. La Federación ha conseguido sobrevivir a un conflicto armado sin un solo rasguño y sin causar daño. Es por eso que no importa el rango del empleado, cada vez que le preguntas a alguien de la Federación qué piensa de su empresa, todos responden como si estuvieran enamorados. Y tienen razón, con su trabajo siembran paz y tienen el orgullo de ser socios de una de las marcas más reconocidas del planeta: Juan Valdez.
Cada taza de café es un voto y cuenta. Así que boté a la basura mi tarjeta de puntos de una cadena internacional, volví a mi Juan Valdez de siempre y solo compro variedades colombianas para consumir en casa. ¿Qué hay más rico que saber que tu café está hecho con todo el corazón? #CafedeColombia #ElMejorDelMundo,
Publicada originalmente el 18 de diciembre de 2017