Lo que sucede en Palestina es aleccionador. Pueden analizarse muchos aspectos del problema, pero entre todos me interesa uno específico, la indolencia de los gobiernos del mundo occidental, que siempre se ufanaron de sus doctrinas humanistas, de sus normas jurídicas, para no hablar de su moralidad y principios. Absolutamente nadie puede explicarse por qué los gobiernos de los Estados Unidos y la Unión Europea siguen enviando armas a Israel.
A sabiendas de que serán utilizadas para el horripilante genocidio que se transmite a diario por las redes sociales. No puede argüirse que se trata de propaganda sucia de potencias enemigas, el salvaje crimen masivo está a la vista de todos. Y no pueden ocultar que son cómplices, que apoyan con dinero y recursos semejante atrocidad. ¿Qué pasaría si China, que ha condenado reiteradamente el genocidio, decidiera atacar a Israel?
Los Estados Unidos y la Unión Europea responderían inmediatamente en defensa de este último, y acudirían de inmediato a esa guerra que desde hace tiempo anhelan. ¿O qué tal si en lugar de China, fuera el señor Putin quien tomara en sus manos la decisión de castigar a Israel y detener tan inhumano holocausto? La respuesta de occidente sería de tal tamaño que daría inicio a la temida tercera guerra mundial, de carácter nuclear, sin duda.
Es esa la magnitud de los intereses en juego. Para la vergüenza universal quedarán los aplausos y las ovaciones que recibió el señor Netanyahu en su visita al Congreso de los Estados Unidos, en donde la mayoría de sus miembros se puso de pie para aclamarlo. La lección es obvia, nada está por encima de los intereses económicos de las grandes corporaciones transnacionales de Norteamérica y Europa, ligadas íntimamente con los inmensos capitales de poderosos judíos.
Vale la pena tomar en serio eso de que nada está por encima de tales intereses, más ahora, cuando se celebra en la ciudad de Cali, Colombia, la cumbre mundial de la biodiversidad COP 16. Le escuché al presidente Petro una afirmación resignada, asistieron los pueblos, no los gobiernos. Delegaciones de todo orden y de los más diversos países y culturas clamando por serias medidas para salvar la vida en nuestro planeta.
Se requiere con urgencia cambiar el modelo capitalista de producción basado en la economía carbonizada por otro, el de las energías limpias
Petro dijo lo que hoy hasta los más legos comprenden, la causa del deterioro ambiental, de la crisis climática, de la inminente desgracia para la vida planetaria, reside en el modelo económico capitalista de producción basado en la economía carbonizada. Se requiere con urgencia cambiar ese modelo por otro, el de las energías limpias. De acuerdo con la lógica imperante, ese cambio solo será posible cuando resulte más rentable para los grandes capitales.
Así, de buenas a primeras, porque los conmueva el discurso ecológico sobre la belleza de las aguas, las selvas, las aves y los peces, o acerca de la dolorosa miseria a la que son condenados día a día pueblos enteros del sur global por cuenta del calor y las sequías, eso no va a conseguirse. Es un poco como la muerte, todos sabemos que nos va a llegar, que será inflexible con nosotros, pero como no sabemos cuándo, vivimos indiferentes a ese hecho, como si no lo supiéramos.
Nos han acostumbrado a pensar de ese modo. Lo más importante para toda la humanidad en realidad no es tan importante. Hay cosas que lo son mucho más, como la última canción de Taylor Swift, o la entrega del balón de oro del fútbol mundial. Pensemos por un momento en el debate presidencial en los Estados Unidos, que tanto tendrá que ver con la suerte del mundo entero. ¿Acaso el tema ambiental figura como el primero a atender?
Desde luego que no, razón por la cual me temo, sin negar la dimensión que puedan tener para la toma de conciencia planetaria, que las conclusiones de la COP 16 no pasarán de otro saludo a la bandera. Así nos duela inmensamente reconocerlo, existen problemas políticos previos que deben ser solucionados por los pueblos, si quieren de verdad poner fin a la crisis de la biodiversidad. Y el mundo se mueve hacia allá, quizás no con la prisa que requerimos.
No es en Cali, sede de la COP 16, en donde se encuentra el nudo fundamental, con el perdón de muchos. Está más lejos, tanto que los medios occidentales hicieron todo lo posible por ignorarlo. En Kazán, acaba de terminar la 16 cumbre de los BRICS, en donde 36 países, incluyendo China y Rusia, pactaron fórmulas que redundarán en una auténtica transformación mundial del modelo económico vigente, comenzando por la desdolarización, el fin de la hegemonía occidental.
Si los omnipotentes capitales occidentales no ceden su lugar a la armonía y la cooperación respetuosa entre los pueblos que promueven los BRICS, estaremos perdidos. Lo revolucionario, sin más vueltas, se encuentra hoy ahí.