Demos por cierto que a mediados del mes de junio del año que avanza con inusitada rapidez regrese a su silla o al cargo para el cual fue elegido mediante el voto popular el alcalde de El Bagre, Ángel Mesa Castro, a quien unos pocos ven como la víctima de una persecución individual por parte de los organismos judiciales, llámese Procuraduría General de la Nación, como ocurre esta vez, o de un complot maquinado desde cualquier esquina política; cuando él durante sus dos largos, lánguidos y extenuantes años de mandato, no ha hecho otra cosa distinta que proteger a los desposeídos de la fortuna, según lo expresan ahora sus defensores de oficio.
Más bien su falta de tacto en ese arte difícil de gobernar, y de haberse rodeado de ineptos, de aduladores y de serviles, lo llevaron a que se le torciera el destino, razones que además tampoco lo exoneran de su mediocridad y de haberse creído que lograr ese cargo era algo parecido a alcanzar la gloria terrenal. Cuán equivocado estaba.
A estas alturas, sin embargo, su “alter ego”, su padrino y máximo orientador, guarda un sospechoso silencio, muy similar al que hizo en aquel episodio en el que se vio envuelto el exalcalde Salvador Hernández Terán, y recuerdan cómo tras bambalinas hacia toda suerte de arreglos con tal de hacer parte de la terna y que su nombre fuera escrito en mayúsculas, en rojo y subrayado para lograr el anhelado encargo, ¡pero aquellos eran otros tiempos!
Partamos de un hecho cierto: quien comete un delito se hace acreedor al castigo condigno de ese delito. En consecuencia, no se puede alegar el desconocimiento de la ley, porque no se pueden trasgredir los códigos y luego parapetarse detrás de la barricada de la impunidad, porque el criminal y el delincuente conocen cuáles son los riesgos que corren cuando caminan sobre el filo de la navaja de la justicia.- Y cuando los corre sabe que sus derechos no van más allá que los contemplados en la ley, de allí que se les presuma de inocentes hasta probar lo contrario.
Qué bueno sería que en esta especie de letargo administrativo se propiciara, por parte de sus electores, una profunda y seria reflexión sobre el valor de un voto y, sin llegar a los extremos de lo que hizo el quinto prefecto de la provincia Romana de Judea, es decir, Poncio Pilato, no se lavaran las manos, sino que asumieran el pedazo de culpa que les cabe en este triste y penoso episodio en que se ha visto un municipio como El Bagre, que hasta hace poco era ejemplo de buenos manejos y con amplias posibilidades para lograr obras basadas en las gestiones de sus administradores.
Eso, por supuesto, no eximirá de la falta cometida por quien, hasta ahora, deberá responder por las presuntas irregularidades en la ejecución del contrato de concesión para el alumbrado público por más de $5.441 millones de pesos, así como de haber violado el principio de la Ley de Contratación Estatal, al dar por terminado el contrato de concesión para el alumbrado de público de manera unilateral. Que es, para algunos observadores, apenas uno de los problemas que tendrá que afrontar y resolver frente a los estrados judiciales.
Habrá que recordar que el Ministerio Público también involucró a la investigación a los asesores del municipio de El Bagre: Carlos Uribe Arboleda, Oscar Jair Diruggiero Romero, Milton Zabaleta Oquendo y Hamilton Alejandro González Palacio, para determinar si incurrieron en falta disciplinaria dentro de hechos mencionados y si pudieron causar perjuicio a la administración pública. De manera, señor alcalde, que aquí tampoco se encuentra solo y es posible que también se solidaricen con usted nuestros honorables concejales.
