“La primera lección de la economía es la escasez: nunca hay suficiente de ninguna cosa para satisfacer plenamente a todos los que la quieran. La primera lección de la política es ignorar la primera lección de la economía”
—Thomas Sowell
Hace poco escribí un breve texto donde explicaba cómo la inflación, la escasez y la recesión generaban un fenómeno llamado estanflación. No faltó el progre que me mandó a leer, específicamente textos marxistas. La verdad, estos no me apetecen como alimento teórico o intelectual, pues la dinámica económica ha demostrado que lo de Marx era solo un delirio y que la aplicación práctica de ese modelo pregonado por estos utópicos solo ha traído muerte y miseria
También me atacaron porque en otro texto un poco menos reciente decía que el socialismo, con toda su carga pseudoreligiosa de cooperativismo a ultranza y de que todo es para todos, no funcionaba. El ser humano es por naturaleza egoísta y darle a otros sus posesiones le resulta complejo por cuanto tiende a procurar su propio beneficio, ya sea económico o psicológico. Basta decir que hasta para hacer caridad una gran mayoría pregona a los cuatro vientos su bondad (en redes sociales lo vemos cuando se hacen obras de bien y se publican para lograr un me gusta, lo que no es malo pues ayuda a reforzar esa conducta de ayuda al elevar la autoestima del dador).
En fin, más allá de la anterior digresión, hoy voy a conceptualizar algunos términos económicos para lograr abrir los ojos de aquellos que desean entender un poquito más de la economía (es mi versión reducida de economía para los dummies).
La economía es una ciencia (pero a diferencia de la matemática no es exacta) social (porque analiza el comportamiento del conjunto de la sociedad) que estudia y analiza cómo se pueden administrar unos recursos escasos para satisfacer las necesidades ilimitadas y cambiantes de los individuos. Esto es clave, pues al existir escasez esto va a determinar el “valor” tanto psicológico como económico de los bienes (y de los servicios).
Una frase muy coloquial lo representa claramente. “Creerse la última Coca-Cola en el desierto” se refiere a darse un valor extraordinario cuando no se tiene. Pero si usted está en el más desolador y árido espacio de la tierra, ¿no pagaría lo que fuera por un simple vaso con agua? (no tanto la gaseosa que mencionamos, pues la verdad no lograría el efecto de rehidratación que se desea). En ese escenario, unos mililitros del vital líquido pueden ser valuados en millones de unidades monetarias o en escasos céntimos dependiendo esto de la abundancia del mismo y de la necesidad vital que acompaña a la persona en un determinado momento.
Los progres no conocen o se niegan a aceptar este componente. Siempre están razonando con la parte inferior de sus extremidades inferiores. Llegan al poder con ideas absurdas que solo les creen las mayorías que no han buscado entender la economía básica. Entonces, así como Mao, Lenin, Fidel y Chávez (entre otros), montan unos planes agrícolas y de producción que se contradicen con las posibilidades lógicas derivadas de las ventajas comparativas y competitivas que deben desarrollarse en un país. Por ejemplo, si por sus condiciones naturales en una nación se dificulta la siembra de trigo y se facilita la producción de café, esta debe enfocarse en lo último y adquirir lo primero de aquellas naciones que lo producen en abundancia, buscando por supuesto que ese café que se siembra, cosecha y tranforma sea vendido bajo las mejores y más lucrativas condiciones posibles.
A este respecto también se debe tomar en cuenta que los países no deben basar su economía en la monoproducción (vivir de un solo producto, que se vende como materia prima y ayuda a una pobre nación a subsistir). Por tanto, deben estudiar sus ventajas comparativas y competitivas, y dejar que desde el libre desarrollo del mercado se impulse la dinámica económica. Lo anterior bajo la visión de un estado que supervise y apoye a la industria (en todos sus aspectos), pero que no intervenga groseramente en el desarrollo productivo. Por el contrario, este debe ser un facilitador y no un controlador abusivo en la vida económica de sus ciudadanos.
Es así que la escasez, no la abundancia utópica que ofrecen los progres, es la que determina la realidad económica. Los mercados se adaptan y frente a la agresión del Estado marxista terminan buscando alternativas para lograr satisfacer las necesidades que quedan insatisfechas cuando los tecnócratas del gobierno meten sus sucias e ignorantes manos en las relaciones económicas de los individuos. La abundancia de sistemas de “mercado negro” en Cuba, Venezuela, la extinta URSS, Vietnam del Norte, la, también extinta República Democrática Alemana y otros experimentos socialistas ha demostrado que frente a la represión económica se reproducen los peores factores de la economía como la especulación y la usura.
Tema del próximo escrito: oferta y demanda.