Una gran lección de humanidad le acaba de dar una juez penal de control de garantías a la señora arrogante que en pleno centro de la ciudad y ante su séquito de camarógrafos le gritó a una humilde mujer que le pidió ayuda. "Vaya trabaje, amiga, para eso están las calles, vaya trabaje" fue lo que dijo, al mejor estilo de El Hijo de Tuta, la magistral obra musical de Lizandro Meza.
Siguiendo el ejemplo de la patrona, la gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá, en noviembre del 2020 (en lo más alto de la pandemia), decidió echar de sus puestos a los trabajadores bajo el loable argumento de proveer los empleos por el sistema de mérito. Eso está bien, en principio, pero si no es para garantizar lo más mínimo que se espera de una organización de trabajadores bajo un régimen privado (la estabilidad laboral) qué se puede esperar. Esa es harina de otro costal.
Tremenda lección le da una jueza constitucional cuando le ordena que en 48 horas reintegre a una trabajadora, la cual en la misma entidad oficial había adquirido una discapacidad y venía siendo tratada por su EPS. Le enseña lo que sabe cualquier ciudadano medianamente informado. Mucho más se esperaría de cualquier asesor jurídico o de gerencia. En Colombia existe por desarrollo jurisprudencial constitucional la protección reforzada para personas en especial condición de vulnerabilidad: mujeres, adultos mayores, personas en situación de discapacidad o que dependen solo del ingreso salarial para sobrevivir.
Llama la atención que tenga que ser una jueza penal quien tenga que resaltar ante tan encumbrados funcionarios la existencia de la protección reforzada en materia laboral. Pero es que el que no ha visto a Dios, cuando lo ve se asusta. Y en las cumbres del ejercicio de la administración pública, es muy frecuente que el poder se suba a la cabeza, como si no supiéramos desde los clásicos de la literatura (ver La muerte de Iván Ilich León Tolstoi) que no hay nada más efímero que el ejercicio del poder. Por eso con mucho acierto alguien dijo subiendo a Monserrate en Bogotá: "Saluda al que está abajo cuando vas subiendo, porque lo vas a necesitar cuando estés bajando". Tremenda lección de humanidad. Es que no basta con repetirlo cincuenta mil veces. Con un solo acto de bondad basta para saber qué nos espera de los administradores del erario público.