Antes que nada quiero dejar claro que a mi Esperanza Gómez no me estafó. Ella nunca me dijo que le trabajara ni me prometió nada a cambio. No siento que ella me deba nada. Sin embargo, es cierto que yo escribía todo lo que se publicaba en su página vivaesperanza, que le manejé su fanpage de Facebook y que también aportaba ideas para la cuenta de Instagram. Ese fue mi trabajo por seis meses. Desde enero de 2016 hasta junio del mismo año. De todo eso no vi un solo centavo. No cuento esto a modo de denuncia contra nadie sino como un hecho anecdótico que viví y que me dejó grandes aprendizajes sobre trabajo, redes sociales, periodismo (o al menos sobre cómo funciona) y hasta de la sociedad.
Era diciembre de 2015 y yo acababa de renunciar a mi trabajo. Vi una entrevista de Esperanza diciendo que estaba próxima a lanzar un portal donde trataría temas de variedades y entretenimiento general. Se me ocurrió que ahí podría haber una oportunidad. A Esperanza le hice una entrevista a mediados de ese año por la cual conseguí el contacto de su entonces manager (cuyo nombre me reservo). Le escribí titulando el mail “fan de Esperanza quiere colaborar en el portal”, le conté un poco de mí y de lo que había hecho. Me respondió pidiéndome que habláramos por Skype.
Me dijo que le pasara una propuesta diciéndole cuánto le cobraba y qué iba a hacer. Tras un par de charlas, llegamos al acuerdo que me pagaría 1000 dólares mensuales por la producción de textos y material para el portal. Fue muy claro en un detalle: no podía pagarme nada sino hasta dentro de 3 o 6 meses, cuando el portal estuviese generando ingresos. Todo fue hablado por Skype y sin firmar un solo papel. Hoy pienso que era como si abrieran un restaurante y a los meseros no les empezaran a pagar sino hasta que el negocio diera plata. Yo acepté.
El primero de enero quedé nombrado oficialmente editor de vivaesperanza.com. Me sentía importante. Como si estuviese en un proyecto que tenía el éxito asegurado y que iba a ser grande. Además era el trabajo soñado: no tenía oficina, no tenía horario, lo haría desde una playa si tenía internet y pagarían muy bien. Ya estaba pensando en lo que iba a hacer con la plata. No sabía si irme a mochilear Europa o estudiar una maestría.
La fecha de lanzamiento del portal se fue posponiendo. Supuestamente dependíamos de un proyecto que Esperanza grabó en enero con una importante compañía discográfica. Se lanzaría en marzo y ellos nos ayudarían con el manejo de redes sociales, al igual que hacen con sus demás artistas, pues ella iba a ser parte del book de la disquera. Pero el tiempo pasó y no había movimiento alguno de eso. Era como si hubiera quedado en nada. Finalmente el portal se lanzó a principios de marzo. Aun así, yo pasé enero y febrero concentrado en lo que creía que me iba a dar de comer.
Hablaba con el manager por Skype y Facebook casi que a diario (él vivía fuera de Colombia. Mientras estuve metido en esto, solo lo vi personalmente una vez cuando vino a grabar el proyecto con Esperanza que nunca salió al aire). Le escuchaba sus ideas y le proponía otras para el movimiento de redes. Él se encargaba de eso. En algún momento me parecía que él estaba más interesado en todo que la propia Esperanza. El hombre vivía 24 horas al día, los 7 días de la semana pensando en el portal y todo cuanto tuviese que ver con ella. Me pareció también que quería que yo hiciera lo mismo y pues me dediqué a eso.
Pasé enero, febrero y marzo con todas mis energías puestas en el proyecto VivaEsperanza, convencido de que sería un éxito y viviendo de mis ahorros. Para abril las cosas cambiaron.
Desde finales de marzo el manager me venía diciendo que él quería echar a andar un “voz a voz” entre los fans de Esperanza, donde se hablara de su posible retiro del porno porque estaría inconforme con sus ganancias. Todo con el objetivo de promocionar su primera película en vivo que sería a mediados de 2016. Yo le conté que venía contactando periodistas para que me ayudaran con la publicación del rumor. A él le pareció bien lo que estaba haciendo.
La mañana del 4 de abril, que era lunes, recordé que tenía una lista con los correos de 90 periodistas de distintos medios. Redacté un comunicado en donde dejaba muy claro que se trataba de un rumor. Como no estaba haciendo nada deshonesto no le vi ningún inconveniente a firmarlo con mi nombre, presentarme como “Jefe de Prensa de Esperanza Gómez” y poner mi celular. Así lo mandé esa mañana. El primer medio en publicarlo fue kienyke.com. Eso fue suficiente para que el resto de medios se colgaran y por la tarde ya era tendencia número uno en twitter. Por la noche, se había hablado en radio, prensa, internet y tv del retiro de Esperanza Gómez. Ni yo esperé que estando el país con la costa Caribe que acababa de salir de un paro armado por el Clán Úsuga, con una moción de censura adelantándose en el congreso contra el ministro Cárdenas por la venta de Isagén y con la lista de colombianos en los Panamá Papers por salir, un simple rumor de Esperanza Gómez barriera con todas las anteriores. Fue una bola de nieve que se salió de control.
Por la tarde, mientras el rumor crecía, el manager me contó que Esperanza le había preguntado si habíamos sido nosotros. Me preguntó qué debíamos hacer y yo le dije que me parecía que ella debía saber. Sin embargo, él decidió no decirle la verdad. Esperanza se enteró al día siguiente en la mañana cuando Julio Sánchez Cristo, en una entrevista al aire, le preguntó si me conocía porque el comunicado iba firmado por mí. Ella dijo que no sabía quién era (según me dijo después fue que se confundió) y negó conocerme.
Por el resto de la semana Esperanza salió en casi todos los medios nacionales dando entrevistas para desmentir el rumor. Fue el tema de la semana y en ese sentido la idea del rumor fue exitosa porque logramos que se hablara de ella en todas partes. Los medios, consciente o inconscientemente, le estaban haciendo publicidad gratuita a una actriz porno que hasta hace algunos años tenían vetada.
Aun así, ella estaba bastante molesta porque todo se hizo a sus espaldas. Aquí, aclaro que una de las primeras cosas que me dijo ella por Skype, fue que no le interesaba llamar tanto la atención de los medios ni las polémicas porque ya suficiente escandaloso es hacer porno. Que todo el tiempo le proponían hacer escándalos para que sonara y rechazaba todas esas propuestas. A quienes les parece terrible que los medios en este país hablen tanto de ella, les puedo decir que la primera sorprendida con eso es ella misma. Alcancé a entender su molestia pero finalmente yo tenía un jefe a quién cumplirle.
El manager me dijo que como había sido yo quien decidió mandar el mail a los periodistas, entonces que le escribiera un mail a ella asumiendo la responsabilidad para “enfriar” la situación. Lo hice y la respuesta que recibí días después de ella me hizo entender dónde era que realmente estaba parado. Había muchas cosas que yo no sabía y que de haberlas sabido meses antes jamás me habría aceptado meterme ahí.
El mail, que fue enviado al manager y a mí, decía que estaba aburrida de trabajar con él, que no quería seguir haciéndolo más. Entre muchos detalles que no me correspondía saber y de los cuales tampoco voy a hablar, el que más me llamó la atención fue que ella le había dado 10.000 dólares para el montaje de la página en la que yo y otras personas estábamos trabajando gratis, y que se había montado sin pagar un centavo. Según me dijo después él, fue que se los gastó en relaciones públicas para su trabajo como manager de Esperanza, que de todos modos tenía que pagarlo porque fue en calidad de préstamo.
No sé cómo hizo pero logró que Esperanza le diera una segunda oportunidad. A las dos semanas se le pasó la rabia y todo podía seguir funcionando como antes. Seguí detrás de la página porque si me salía en ese momento, significaba renunciar a cualquier posibilidad de que me pagaran algo; si seguía, al menos existía esa posibilidad. Desde entonces, el tiempo que le dedicaba a la página era apenas el mínimo. La misma semana que recibí el mail de Esperanza empecé a invertir mi energía en buscar un trabajo real. Después de haber leído lo que contaba ella, me quedó clarísimo que ni la página, ni su relación con el manager iban a durar mucho.
En todo el tiempo que estuve metido detrás de esa página nunca vi a Esperanza personalmente. Los escritos que se publicaban a nombre de ella eran ideas mías. Le enviaba cuestionarios al mail y con lo que ella me respondía construía los textos. Hablamos dos o tres veces por Skype. El trato con ella fue apenas el necesario para hacer esos textos. En el poquito contacto que tuvimos, me pareció una persona muy formal, cumplida y aunque no me crean, tímida. Le irrita la mentira y es muy desconfiada. Pareciera que ha tenido malas experiencias en el pasado. Basándome en ese pequeño contacto que tuve con ella, me pareció una buena persona. A lo mejor podría estar equivocándome pero esta fue mi impresión.
Por lo demás, noté que la tal página era algo que solo le interesaba al manager. Esperanza simplemente se dejaba dirigir y respondía lo que uno le preguntara o hacía lo que se le dijera. En algún punto pensé que eso no tenía futuro porque mi trabajo consistía en prestarle un servicio a una persona que no tenía un interés real en ello. Además de mí, había un equipo que se encargaba de toda la parte técnica del portal. A ellos tampoco se les pagaba nada.
Cuando llegó junio yo ya estaba bastante aburrido de sentarme cada fin de semana a meterle notas a la página sin ver un peso. Sabía que no iba a aguantar mucho y que no llegaría hasta julio con el portal. Para entonces ya había encontrado un nuevo trabajo. Estaba decidido a dejar esa página. A principios de junio dejé tres semanas de contenido y lo programé para que se moviera solo en Facebook. Supe que eso era lo último que iba a hacer como editor de vivaesperanza.com. No me equivoqué.
Ni tuve necesidad de decirle al manager que ya no iba más porque fue la propia Esperanza quien lo hizo. Hubo otro problema entre ellos dos que fue la gota que llenó la copa. Fue durante la participación de Esperanza en una feria erótica en Cartagena.
A finales de junio le envié un mail agradeciéndole el que me mandó en abril porque gracias a eso pude adelantarme a los hechos y reaccionar oportunamente. Le dije también que no tenía nada en contra de ella, que no me debía nada, que fue un error mío haber aceptado las condiciones que me puso el manager y haber sido tan confiado. No recibí respuesta pero supe que lo leyó. Desde entonces perdí cualquier contacto con ella.
En julio empecé con mi nuevo trabajo. El manager de vez en cuando aparecía por Facebook. Creyó hasta último momento que todo podía arreglarse. En un punto le dije que si no era para decirme cómo y cuándo me iba a pagar la plata que me quedó debiendo, no me interesaba saber más nada.
Lo último que me dijo fue que Esperanza no le iba a reconocer nada pero que estaba dispuesto a luchar en los tribunales. Que su mujer lo dejó, que perdió la casa, que se le murió la mamá. En otras palabras, que lo perdió todo y lo único que me quedó fue la promesa de que cuando recuperara su situación económica me iba a pagar. Aunque era imposible no desconfiar de tantas cosas que decía y preguntarme qué sería verdad, de todos modos no dudo que el que más perdió con el fallido proyecto de VivaEsperanza fue él. En cierto modo, sentí tristeza porque aunque no estaba haciendo las cosas de la manera correcta, el esfuerzo fue sobrehumano y le salió caro. Tenía buenas ideas pero la ejecución de las mismas no era buena. Tampoco tengo nada contra él. No pienso que haya hecho las cosas de mala fe pero sí que no las hizo como debía y por eso el proyecto terminó mal.
Esto fue un mal negocio del cual fui parte y llevé del bulto. Igual que cuando se abre cualquier otro negocio que debe cerrar a los pocos meses porque no da plata. Todos pierden. Pienso que hasta la propia Esperanza perdió.
Nunca supe en qué paró el problema de Esperanza con su antiguo manager porque tampoco me interesó. Desde mediados del 2016 no volví a saber más nada de ellos. O al menos, por fuente directa. Quise dejar todo eso atrás, como si pudiera olvidarlo. Sin embargo es imposible no saber de Esperanza con la relevancia que le dan los medios. Tanto a ella como al manager les deseo muchos éxitos con sus nuevos proyectos y sus vidas. Que encuentren la misma realización con su trabajo que yo encontré con el mío.
Yo por mi parte siento que salí muy bien librado de todo. Al final ya ni me importaba la plata sino reorganizar mi vida. Con el trabajo que ahora tengo, que es bastante modesto pero altamente apasionante, es como si lo que no me llegó por VivaEsperanza la vida me lo hubiese dado por otro lado. Hasta la maestría que pensaba pagarme con la plata que supuestamente me iba a ganar me salió sin poner un peso. Entre las ideas para la tesis está un análisis de la figura pública de Esperanza en los medios. Por absurdo que suene pienso que a través de ella -y de las reacciones que produce- se puede entender mucho el funcionamiento del periodismo sin idealismos románticos.
Cada día me cruzo con muchas personas que ni se imaginan que yo viví esto. No es que hable mucho del tema y de ahora en adelante al que me pregunte le diré que lea esto porque aquí lo dejé lo mejor explicado posible. En mi hoja de vida tampoco menciono este trabajo. No porque me dé pena decir que trabajé para Esperanza Gómez, sino porque no tengo a quien poner como referencia. Aunque a decir verdad, si Esperanza me diera una carta de recomendación no tendría problema en ponerla a ella.