No he tenido ocasión, quizás lamentable, de leer la obra poética del senador Roy Barreras, pero su propuesta de embolatarle el puesto al residente Uque significa tan gigantesca virtuosidad de la ñeñepolítica que clasifica como obra de arte poética. Una política en versos.
Es decir, si no fuera tan grave. Perjudica a los colombianos. Le sirve al uribismo.
Como esto luce tan enredado hay necesidad de desmadejar el ovillo. Procederemos a su deconstrucción.
La primera parte es asumir la obra de Barreras como perteneciente al arte conceptual latinoamericano. El crítico de arte y a su vez pintor Luis Camnitzer postulaba que los ataques emprendidos por el grupo uruguayo tupamaros se convirtieron en su momento en componente obligado del arte conceptual en tanto implicaban una puesta en escena, un performance, del proceso de desmaterialización de aquel Estado.
A nivel cuántico, es decir, instantáneo los actos tupamaros consistían en que Uruguay allí, y en ese momento, dejaba de existir. El hueco que dejaban en las instituciones era irreparable. A la vista de todos quedaba que, si esas acciones se repetían, el Estado podía ser borrado tras sucesivas avalanchas nanométricas. Eso sigue siendo irrefutable.
Como es irrefutable el arte del que Roy Barreras está haciendo gala.
Roy Barreras está proponiendo un proceso de desmaterialización del Estado colombiano por consunción material de la presidencia, con una constancia adicional, el proceso no ha sido iniciado por él.
El proceso venía desde antes, desde la ñeñepolítica. Roy Barreras está denunciando que quien eligió presidente fue la ñeñepolítica, luego el proceso es espurio y puede ser desmontado, casi de la misma forma como fue montado. Barreras está demostrando que estamos en pleno periodo geológico de la ñeñepolítica, algo que ya proviene del precámbrico superior por estricta filiación cavernícola.
Pero no solo por eso. Basta asistir cada lunes a las seis de la tarde ante las cámaras de la televisión para divertirse, qué palabrita, viendo cómo Uque ha desmaterializado los consejos comunales que su héroe en líos levantó con tanta sevicia. ¡Vaya estado de opinión de grandes ligas!
En estos consejos comunales no hay pueblo. La ñeñepolítica en la televisión consiste en borrar a la gente y reemplazarla por ministros que, se sabe, son fichas de bolsillo. Un consejo comunal de Uque es como jugar al parqués: si sale doble uno en los dados le toca al Ministro de Defensa, y así sucesivamente hasta que coronan todos. Hay que mamarse la galleta, por eso la minga los prefiere en persona. De dados marcados, la quintaesencia de un diálogo del estado de opinión de yo con yo es una degeneración del uribismo más recalcitrante.
Y lo peor es que postula una fábrica de mentiras. En una bacinilla debería recogerse el chorro de babas que destilan. Un alambique en vivo y en directo de babas narcotizante.
De mentiras, de muestra un botón: cuando Santos, el uribismo nos obligó a creer que tenía tantos ases en la manga que haría la revolución a la manera de Gómez Hurtado: tan rápido que nadie se daría cuenta. Ahora dicen que necesitan otro gobierno. Por eso, precisamente por eso, Barreras le estaría ayudando a realizar su anhelo más temprano que tarde.
Roy, cual rehén de la ñeñepolítica, le sirve en bandeja lo que el uribismo quiere: un nuevo gobierno. Roy pretende anticipárselos.
De no ser así lo que sobrevendría sería un proceso en cadena de desmaterialización. Se las voy a pintar así: el gobierno estaría proponiendo que para salvar la economía anhela producir 40.000 toneladas de oro en un periodo áureo de dos años. Un documento producido por la Universidad Externado de Colombia, al tenor de sus cinco tomos, Minería y Desarrollo, devela que para producir un kilo de oro se necesita desmaterializar 500.000 metros cúbicos de suelo. Basta multiplicar 40.000.000 de kilos de oro por 500.000 y nos daría la cantidad de desmaterialización que propone Uque.
Esta es otra de las razones que podría urdir Barreras para desmaterializar este gobierno antes que desmaterialice el país. Roy entiende que si a la desmaterialización del coronavirus se agrega lo que Uque pretende entonces no habría país ni nación que gobernar cuando a él le toque el turno.
A todo lo anterior se agrega la desmaterialización de la JEP, cual Ricaurte en San Mateo. Si volvemos a la guerra, a todo lo anterior agregaríamos las sucesivas desmaterializaciones de las voladuras de petróleo, torres eléctricas, asesinatos en masa cual falsos positivos, etc.
Además, hay algo mágico en la propuesta de Roy. Alguien se imagina el nivel tóxico de lo que estará diciendo Uque en el enésimo programa de sus consejos comunitarios de ministros. Roy está preocupado: ¿cómo se reinventa o rearticula un país así tras semejante potenciación de babosadas?
Roy adivina que en algún momento el chorro de babas del uribismo será tan grande que no le quedará oportunidad de uno nuevo y corre a salvarlo, a darle una oportunidad antes de que termine este gobierno, tras de lo cual sería imposible. Para Barreras sería inadmisible que se suiciden a la vista de todos y nadie se percate de ello. Y entonces la sensibilidad de Roy se vuelve ñeñexquisita.
Roy Barreras tiene una sensibilidad tal que el uribismo debería adorarlo. Solo equiparable a la sensibilidad inefable de María Fernanda. ¡Cuánta delicia!
Sería imprescindible, si la pandemia dejara, sentarse en un parque a disfrutar con fruición semejante cucurucho servido a la mejor manera de la salsa y el sabor del Valle, precisamente ahora que su feria se aproxima.
De ahora en adelante podrá ser un aliciente leer los poemas de Roy.
Nota. La clave del arte conceptual es la desmaterialización de la obra por eso citamos, aparentemente fuera de contexto, lo que dice Luis Camnitzer en Una Genealogía del Arte Conceptual Latinoamericano: “(…) pero sí quedó la idea de que las operaciones de los tupamaros constituían una forma válida de arte. Me hizo pensar más en la artificialidad de algunas de las distinciones que hacemos en las actividades de la gente. Me llevó a buscar historias locales en las cuales tanto el arte como otras actividades aparecen como respuestas al entorno circundante”.
Y más adelante: “Me encontré sugiriendo que la presencia de la guerrilla urbana tal cual estaba siendo desarrollada por los tupamaros, con una componente creativa de alto nivel, tenía una importancia suficiente como para obligar a una revisión profunda del plan de estudios de la Escuela (de Bellas Ares de Montevideo)”.
Y luego: “Más allá de la agenda política y sin ambiciones históricas, los tupamaros quebraron las fronteras que aislaban el arte de la vida cotidiana. La crítica institucional y la lucha se fusionaron en acciones que hicieron que el objeto artístico se convirtiera en un referente obsoleto”.
Y finalmente: “Para el movimiento tupamaro el arte no fue un tema de preocupación mayor que en cualquier otro movimiento preocupado por la revolución social, pero durante su desarrollo llegaron lo más cerca posible a la línea que separa la política del arte”.