Al cierre de la campaña que lo llevaría a la segunda vuelta presidencial, Rodolfo Hernández optó, debido a las amenazas que recibía, a enviar al Parque Santander de Bucaramanga a su mamá, doña Cecilia Suárez, quien a sus 91 años tiene la fortaleza necesaria para pararse frente a una tarima y hacer política por su hijo. Mucho tiempo ha pasado desde que él era un niño inquieto en Piedecuesta.
A comienzos de los años 50 un terremoto sobrecogió el colegio Normal Superior de varones de Piedecuesta. El cataclismo se llamaba Rodolfo Hernández. La que tenía que cuidarlo y estar pendiente de él era Cecilia Suárez, su mamá. Ella era una campesina pobre, sin más educación que la que tuvo hasta el tercero de primaria cuando se retiró de la escuela. A los 15 conoció a un sastre de Piedecuesta, Luis Jesús Hernández, con quien se casó y tuvo cuatro hijos, Rodolfo, a quien tuvo cuando ella tenía 16 años, Humberto, Alfonso y Gabriel. Cecilia celaba con ceño a su esposo hasta el punto que muchas veces estuvo a punto de matarlo: “Dos tiros le hice con todas mis ganas, pensando en que sí lo mataba, era mucho vagabundo. Se la pasaba en la calle. Yo trabajando y él en la calle con esos viejos hablando basura y vulgaridades”, se lo dijo en una entrevista a Daniel Samper Ospina.
Como era tan cansón su mamá le pegaba con lo que encontrara. Hace setenta años no se consideraba maltrato infantil, por eso una de las formas que tenía su mamá para contenerlo era agarrar el cable de la plancha, enrollarlo en la mano y darle durísimo como si fuera una bestia.
Los niños tenían que trabajar durísimo en los cultivos de panela y tabaco que tenían en su finquita. A los 12 años Rodolfo pasó al Colegio Santander, en donde se graduó de bachiller, un colegio con alta incidencia subversiva ya que allí estudiaron los hermanos Vásquez creadores del ELN, y de ese colegio Rodolfo Hernández pasó a estudiar ingeniería civil en la Universidad Nacional pero eso es otra historia.