La representación política es un pilar fundamental en cualquier democracia. En ocasiones nos encontramos con situaciones que desafían la coherencia y el compromiso que se espera de nuestros líderes y lideresas.
A algunos afortunados las posiciones de liderazgos alternativos les cae súbitamente y les queda tan grande, como cuando lo que arropa inesperadamente es varias tallas mucho mayores que las que se usa en la práctica cotidiana. Tal es el caso de la senadora Marta Peralta, miembro del Pacto Histórico y oriunda de La Guajira.
La señora Peralta alcanzó su curul en el Senado de la República gracias a su posición privilegiada como la sexta en una lista cerrada. Esta fue otorgada debido a su papel como presidenta del Partido Político MAIS, uno de los partidos que conforman la coalición del Pacto Histórico y que había avalado al actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, en elecciones anteriores.
Es importante observar que la llegada de Petro al poder fue el resultado de una acumulación de luchas sociales, un esfuerzo que costó genocidios políticos, exilios, sangre, sudor y lágrimas a todos aquellos que han estado al frente de las batallas sociales en cada rincón del territorio nacional.
Si nos referimos a los luchadores sociales alternativos en La Guajira, resulta notorio que el nombre de Marta Peralta nunca haya aparecido hombro a hombro con las comunidades afrodescendientes e indígenas. Por el contrario, su partido en La Guajira se ha caracterizado por avalar candidatos que han estado en el espectro político de derecha muy cerquita de la corrupción; verbigracia Consejo Distrital de Riohacha. Los del MAIS han apoyado todas las barbaridades cometidas por el sancionado alcalde.
Reconocidos dirigentes y fundadores de este partido se lamentan que haya perdido su voz campesina e indígena en el Congreso de la República y rechazan en forma vertical las actuaciones arbitrarias de quienes están tomando las decisiones en MAIS.
Ellos hicieron el llamado a los fundadores del partido porque han permitido que poco a poco el movimiento se volvió “una élite sin alma, que jamás han ganado algo con el sudor de la frente o han participado en movilizaciones, etc., Y ahora son quienes deciden qué rumbo toma el movimiento”.
Hoy en día la señora Peralta, en su rol de senadora, quiere pasar por encima de los procesos democráticos internos de consultas y consensos regionales del Pacto Histórico que ya han definido algunas candidaturas. Intenta decidir quiénes serán los designados de esa colectividad, sin considerar las voces, aspiraciones y decisiones de los verdaderos dirigentes alternativos; todo para favorecer a personajes conocidos de extrema derecha. Esta actitud plantea serios interrogantes sobre su compromiso con la verdadera democracia y la representación de los intereses de los más vulnerables.
Además, resulta evidente la ausencia de la senadora Peralta en eventos del ayer candidato y hoy presidente de la República, de relevancia en La Guajira. Incluso, cuando los indígenas son los abanderados de la lucha social en la región, no se le ve al frente, liderando y defendiendo sus causas. Esta falta de compromiso y coherencia hace dudar sobre la verdadera vocación de servicio y la conexión con las necesidades y demandas de la comunidad guajira. Es vox populi su deseo de apoyar los sectores más retardatarios del espectro político en el departamento.
Es necesario exigir coherencia y compromiso por parte de nuestra representatividad política. La llegada al poder no debe ser una cuestión de privilegios internos o de oportunismo, sino el resultado de una auténtica dedicación a la lucha social y a la defensa de los derechos de las comunidades. La senadora Marta Peralta debe reflexionar sobre su papel como senadora y considerar seriamente si está cumpliendo con las expectativas y necesidades de aquellos que votaron por la lista del Pacto Histórico.
La verdadera representación política implica escuchar, comprender y actuar en consonancia con los intereses y aspiraciones de la ciudadanía. Solo a través de un compromiso genuino y una participación se pueden construir sociedades más justas y equitativas. Esperamos que los líderes políticos asuman esta responsabilidad con la seriedad y la integridad que merece nuestro sistema democrático y sobre todo La Guajira.
