Ayer o ese día, literalmente no sabía qué hacer, si fuese fumador hubiera fumado muchos cigarrillos, apuntaba muchas ideas en hojas pero nada gustaba, veía imágenes pero ninguna decía nada, buscaba entre libros pero ninguno se dejaba descubrir… ayude a alguien a hacer una tarea, gane unas monedas con el dinero compré cigarrillos y así inicié mi vida de fumador, pero nada de esto resolvía nada de lo otro.
Me detuve pensé y repensé, marque su número, ella levanto el auricular, se dio un silencio de esos que dicen: - menos mal que me llamo no estaba haciendo nada -.
Le quería decir un montón de cosas, pero esas cosas solo son entre ella y yo entonces a ustedes no les interesa, entonces por eso no doy más detalles. En fin le dije que me habían encargado escribir algo sobre Andrés Caicedo, ese muchacho que tanto nos mueve la aguja a nosotros, el que nos pone a esperar a que las muchachas salgan del colegio para acompañarlas hasta la casa sin que ellas lo sepan, ese que me hizo encontrar primero una Angelita y luego quedarme con usted la Berenice que me hace quedar en los andenes pensando la manera de volverla a abrazar, me pidieron un artículo sobre este señor pero yo no tenía ni idea que escribir, ella muy amablemente me ofreció de su tiempo para escuchar lo que tenía para decir:
Entonces yo le dije que ese hombre era mágico, pues convertía la realidad en Caicenidad, dije que gracias a él aprendí a viajar por menos del valor del pasaje y caminar por una calle sexta sin hacer nada, una sexta bien alejada de la sexta real, le dije que ese lenguaje fresco y juvenil con el que escribía encantaría a cualquier persona joven o adulta quien se atreviera a acercarse a él, dije que sus libros me generan la necesidad de pasar las hojas mucho más rápido y así poder conocer más de él, pero justo cinco páginas antes del final siento la necesidad de volver a empezar y así no romper la fantasía de navegar en la Caicenidad. Por ultimo le dije que este hombre niño que nunca quiso serlo; Don Andresito es la
posibilidad de ver el mundo desde la Caicenidad, tener más de 40 años de edad el día de hoy y seguir pensando de manera justificada que vivir más de 25 años es una insensatez, pienso entonces; todo vale, aquí la única intención es invitar a leer un hombre. Ella dijo:
* Ya lo tienes todo, solo necesitas pasarlo al papel, chao luego hablamos.
Cortó la conversación dejando en el aire la intención de haberse ido para no hablar de otras cosas.
Yo me quedo pensando en cómo escribir el bendito artículo y en las palabras para hablar con ella de otras cosas