El presidente Trump, al hablar vestido de smoking ante el Comité Republicano se burló de los países que, según él, están desesperados por negociar los aranceles impuestos por su administración, afirmando que” le estaban besando el culo y se mueren por llegar a un acuerdo”. El estupor fue mayúsculo. Sin embargo, después de esa grotesca afirmación, digna del lumpen de barriada no del presidente de la primera potencia del mundo, anunció con bombos y timbales que sigue en la guerra contra China y les sube a 125 % los aranceles, pero que suspende los cobros de las otras tasas dejándolos a todos por 90 dias con el solo 10% mientras negocia país por país.
La Suprema Corte o aún los subyugados congresistas del capitolio de Washington deben considerar al señor Trump como indigno de ejercer el cargo
El estupor se modificó entonces en el mundo entero y la afirmación universal fue unánime: a Trump por lo menos le falta un tornillo o tiene desajustados los ensambles de su cerebro. No puede ser posible que un ciudadano norteamericano que ya ejerció cuatro años la presidencia vuelva al cargo y juguetee con las finanzas de los 8,000 millones de habitantes de la tierra como un niño que apenas está largando la teta de su madre. Y si lo es y en ese país no existe un código mínimo de comportamiento para un presidente, por lo menos la Suprema Corte o aún los subyugados congresistas del capitolio de Washington deben considerar al señor Trump como indigno de ejercer el cargo.
Hasta ahora no se oyen voces en ese sentido, pero muchos de quienes nacimos después de 1940 estamos recordando las afirmaciones y análisis que hicieron sobre el estado mental de Hitler, que llevó a la hecatombe de la segunda guerra. Lo grave es que en aquellos momentos de hace más de 80 años, los alemanes nazis, que le acompañaban a gobernar a su país, se dejaron contagiar de esa demencia y llevaron a Alemania y al mundo al oprobio. ¿Podría pasar lo mismo con los gringos que siguen aplaudiendo las barrabasadas de Trump?
Del mismo autor: La mala suerte de Buenaventura