Lástima que los candidatos no fueran los vicepresidentes
Opinión

Lástima que los candidatos no fueran los vicepresidentes

Los candidatos buscaron en sus vicepresidentes lo que les falta o contrarrestar lo negativo, por eso los ‘compañeros de fórmula’ son mejores que los potenciales mandatarios

Por:
marzo 28, 2018
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El dilema que hoy enfrentan los votantes es que no encuentran razón para votar por un candidato, excepto que no sea peor que los otros. Escoge el voto en contra, o, en el mejor de los casos, el voto por resignación ‘por el menos malo’ (en el sentido de incapaz, o en el de perverso).

Cada aspirante ya oficializado acabó buscando en su vicepresidente las condiciones que le faltan o los elementos que contrarrestan lo que tiene de negativo.

Por eso los ‘compañeros de fórmula’ son mejores que cada uno de los potenciales primeros mandatarios.

Caso evidente el de Martha Lucía Ramirez. Por un lado, no carga con el problema de ser ‘el que diga Uribe’; porque es mucho lo que ser candidato del expresidente aporta, mas no es poco el rechazo que también generan su línea política, la violación a los derechos humanos bajo su gobierno, y sus vínculos con el paramilitarismo. A ella el apoyo de Pastrana no la favorece; pero por un lado se le reconoce un caudal de votos propios que no dependen de ese otro expresidente, y por otro lado el Dr. Pastrana es tan insignificante que es poco lo que puede pesar en contra.

 

Martha Lucía Ramírez no carga con el problema
de ser ‘el que diga Uribe’

 

La otra diferencia de Duque con su potencial suplente es su cara totalmente nueva con el atractivo de la ‘virginidad’ ahora que la población está hastiada de los políticos. Pero es demasiada ‘virginidad’ para convertirlo en ‘primer mandatario’ el no haber ejercido cargo de responsabilidad como director o administrador en el sector público o privado; o que no se conozcan sus capacidades como cabeza de una entidad, ni cómo ejercería un cargo con poder decisorio; o el no mostrar antecedentes de liderazgo o ascendencia sobre una corriente que acepte su mando. Contrasta su vicepresidente con experiencia en el sector privado, complementada con sus ejecutorias desde diferentes ministerios, y sus posiciones dentro y ante la dirigencia de su partido con un liderazgo que tanto los votantes como las jerarquías le reconocen.

 

Ser el candidato del expresidente Gaviria
pesa en contra y mucho

 

 

Similiar sucede con De la Calle y Clara López. Ser el candidato del expresidente Gaviria pesa en contra y mucho. Pesan las ilegalidades como ‘director del Partido Liberal’, las irregularidades para sacar esa candidatura adelante antagonizando a buena parte de la dirigencia de la colectividad; y el abandono de la línea ideológica con la consecuente alienación del votante raso. A su vice se le ataca por su ‘izquierdismo’ pero al mismo tiempo se reconoce que no es propiamente el más extremo; y por eso buena parte de esos ‘huérfanos’ del Partido Liberal la han acompañado en sus diferentes candidaturas, al punto que son casi seguidores propios de ella.

En cuanto a experiencia administrativa pueden tener suficiente ambos. Pero lo destacado del elegido por Gaviria fue su renuncia como vicepresidente; y su identificación con el Acuerdo de Paz tiene tanta aprobación como críticas. El historial de su segunda incluye haber sido la denuncia de los falsos positivos y el inicio de los juicios por la parapolítica. Como luchadora  por sus ideas asume liderazgos y enfrenta sus consecuencias, mientras el titular sigue siendo un ‘nadaista’ que, como se repite con la situación que hoy vive, ‘no es chicha ni limoná’, ‘ni me subo , ni me bajo, ni me quedo aquí tampoco’.

Petro ha sido estigmatizado por un supuesto ‘castrochavismo’, aunque tal corriente no existe, ni viven hoy Castro o Chávez. El ejemplo de Venezuela no es repetible porque tanto su éxito -dentro de sus propios propósitos de acabar un sistema corrupto y desigual- como su fracaso -como modelo económico- dependieron de su riqueza en petróleo lo primero y de la caída del precio del mismo lo segundo. Pero el hecho es que el negativo de este candidato es su identficación personal con ese caso, cosa que no sucede con su vicepresidente.

 

Lo grave en Petro es su mesianismo,
el creer que por venir de él cualquier idea es buena

 

Lo grave en Petro es su mesianismo, el creer que por venir de él cualquier idea es buena; y que consecuentemente debe imponerse por cualquier medio. Es decir que la experiencia de lo vivido no lo favorece ante gran parte de los electores, cuando lo que se mide es qué produce más antagonismo si la propuesta de extrema derecha, o la personalidad misma de quien hoy es único representante de la izquierda. Su vice representa la línea sin los problemas de la persona.

 

Si algo distingue a la vice de Fajardo
-tanto para bien como para mal- es la vehemencia

 

Otro es el caso de Fajardo. Como candidato ha disminuido su cruzada por la educación -la cual corresponde a la primera necesidad del país y de sus habitantes- y la cambió por el ‘ni, ni’ basado ya no en el simple sino en el doble negativo: ni de izquierda ni de derecha, ni Santos ni Uribe, ni con el Acuerdo de Paz ni contra él. Si algo distingue a su vice -tanto para bien como para mal- es la vehemencia. Y, si se acepta que lo que la población quiere es lo que supone el mandato que se otorga, la primera preocupación según las encuestas es la ‘corrupción’, y lo que más vende es alguien ‘emberracado’ contra ella. Claudia López, un personaje nacido en los medios, creado por los medios, y promovido por los medios -es decir que existe por ellos y para ellos- cumple ese papel mejor que el titular.

 

Vargas Lleras encontró en su segundo
alguien que se identifica con sus posiciones de derecha radical

 

En fin, Vargas Lleras, encontró en su segundo alguien que se identifica con sus posiciones de derecha radical, en particular en lo que concierne el tratamiento del orden público. También se identifica en cuanto a que debe al Presidente Santos la figuración y la importancia que hoy tiene, el uno por habérsele entregado 8 años de burocracia y de presupuesto para hacer campaña; y el otro por haber sido su hombre más cercano mientras no actuó como sector oficial y por habérsele asegurado su presencia en altos cargos en el sector público. La diferencia es que no se identifica la carrera pública de Pinzón con el clientelismo y se acepta su compromiso con la derecha como menos oportunista que el caso de su hoy jefe.

 

 

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