Temor me da que retomemos a la nación sangrienta, que deja un singular efecto de secuelas que por años hemos cargado con esa sombra. ,Luego de esa repudiable masacre de Argelia, en el departamento del Cauca, debemos sumar los asesinatos de líderes sociales. Que caos ¿a qué horas retornaron esos fantasmas del pasado?
A la olvidada escena de “líos de faldas” regresa esta turbulencia perpetuada con los defensores, los protagonistas, los activistas, aquellos defensores de los derechos humanos, aquellos que logran de manera sutil palpar el lado más filoso e indefenso del indígena, del intercesor ambiental, del campesino, del defensor de la diversa raza, de los derechos de la comunidad LGBTI. Otra vez estos ignorados y olvidados ejemplares, están siendo blanco de las voces que quieren callar. Qué indignante.
Tan abominable, e infame esta ola de asesinatos, que de manera apacible las aceptamos, así como admisible a nuestro diario vivir. Pero eso no es todo, lo que más irrita es el poco respaldo que tienen estos líderes. Hoy por hoy, el Gobierno no implementa un sistema de seguridad para estos civiles que se rehúsan al apoyo de la minería, del uso de químicos que permean la productiva tierra, a los que hacen concatenar entre las víctimas del conflicto armado y los entes gubernamentales. Eso son ellos ,más que líderes.
Ahora bien, si podemos acicalar a esta trágica telenovela, es la apatía que tenemos por estos señores, porque ellos no son noticia, hasta que vemos las rojas noticias donde se informa el fortuito e indeseable desenlace.
Antioquia, Cauca, Norte de Santander y Córdoba, ensanchan la lista de departamentos donde se han presentado esta situación, y pese a la persecución a la que se enfrentan, su rol de defensores y abnegados es más relevante, porque en su legado, su prioridad son los valores, el amor por la tierra, el respeto por el pensamiento opuesto, por el rechazo a la vulnerabilidad. Qué gran rol desempeñan estos caudillos.
Por esta razón, la ola de rechazo e indignación que debemos hacer los colombianos, debe ser imparable, ecuánime, donde los derechos humanos sean la consigna, porque no basta ser una voz que marque la diferencia, para que esta silenciada.
Finalizo estas lamentables letras con la nueva noticia del asesinato de una lideresa política. Rechazo total.
