En las mañanas Otoniel tenía como costumbre acariciar los rostros de inocentes jovencitas. Niñas campesinas eran raptadas a la fuerza. Las cogía fuertemente de la muñeca y las miraba cara a cara. Solo había idioma de terror.
Las iba desnudando lentamente, cada grito era sofocado con sus labios libidinosos hambrientos... Ya no había nada que hacer.
Y de pronto caían desnudas en su malvado catre... Las manos toscas de Otoniel surcaban los indefensos cuerpos de jovencitas vírgenes, como si fueran aspas. Cientos de niñas fueron desfloradas por este siniestro personaje.
En orgía de horror, los ejércitos de Otoniel, por más de 30 años, desmembraron manos, cabezas y piernas de humildes campesinos.
Madres que vieron violar a sus hijas... hasta sus lágrimas de cebolla se secaron...
¡Gritos desgarrodores implorando por sus hijos!
Cadáveres de campesinos degollados se veían a diario en las veredas del Bajo Cauca, Catatumbo y del Urabá antioqueño.
Los ejércitos de Otoniel se enseñorean con la muerte y la barbarie contra humildes campesinos, indígenas, negros y niños.
Martirizados por quien varias veces fuera contratado por los ejércitos privados del Estado para hacer el trabajo sucio que no podían hacer abiertamente los politiqueros y poderosos clanes mafiosos, que en últimas se benefician mutuamente de los dineros de la cocaína para ganar elecciones en las regiones de influencia del Clan del Golfo.
¡Son hombres despiadados con furia infernal! Así los calificó un líder social del Bajo Cauca el 12 de enero de 2020; días después encontraron su cadáver envuelto en un panal de moscas verdes.
Desde el momento de su "captura", el sábado 23 de octubre, alias Otoniel, delante de las cámaras dejó venir una sonrisa de oreja a oreja... ¡Feliz! Solo va a ser condenado en los Estados Unidos por exportar 5 kilogramos de cocaína.
Sin embargo, el cerdócrata más cínico que ha tenido Colombia como presidente, fruto del fraude electoral y sus alianzas con la mafia (Ñeñe Hernández), saca pecho ante el mundo afirmando:
"Este es el golpe más duro que se le ha propinado al narcotráfico en este siglo en el país y es solamente comparable con la caída de Pablo Escobar en los años 90".
Yo diría ¡esta es la bofetada más grande que le han propinado a las víctimas del Clan del Golfo! Increíble que para la justicia colombiana valga más 5 kilogramos de cocaína que las miles de víctimas del narcoterrorista Otoniel.
Con la extradición del pedófilo asesino Otoniel no habrá un mínimo asomo de justicia para las víctimas (verdad, justicia, reparación y no repetición). Por el contrario, se abre un boquete trepidante de impunidad.
Al respecto, recordé un verso del poeta argentino Evaristo Carriego.
"Como ya en el barrio corrió la noticia,
algunos vecinos llegan consternados,
diciendo en voz baja toda la injusticia
que amarga la suerte de los desdichados"...
Hoy, los huesos de las víctimas del Clan del Golfo seguirán congelados en las tumbas de perfecta impunidad.
"¿Cuántas familias destrozadas?
¿Cuántos muertos sin sepultura seguirán
tirados en los ríos?
¿cuánta impunidad hay en Colombia? ¿Cuánta?
Algún día en los códigos, de huesos secos,
los muertos en Colombia,
se levantarán exigiendo la escondida
justicia...".