Las verdades y silencios de Salvatore Mancuso

Las verdades y silencios de Salvatore Mancuso

Mancuso habló desde el Centro de Detención de Georgia con el propósito de que sus testimonios puedan ser evaluados como hechos "efectivos, suficientes y novedosos"

Por: Hugo Paternina Spinoza
mayo 25, 2023
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Las verdades y silencios de Salvatore Mancuso

Apuntes referenciales.

Tal y como se tenía previsto, entre el 11, 12, 15 y 16 del presente mes se produjeron las esperadas declaraciones de Salvatore Mancuso Gómez, exjefe paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), ante la Subsala Especial de Conocimiento de la Jurisdicción Especial de la Paz (JEP).

Estas cuatro intervenciones se hicieron en el marco de la llamada Audiencia Única de Aporte a la Verdad, mecanismo habilitado para que él le hablara a la JEP y a unas escasas y pasivas víctimas del departamento de Córdoba, acerca de cuatro temas en concreto:

Las Convivir como fachada del accionar paramilitar.

Operaciones conjuntas entre paramilitares y Fuerza Pública.

Alianzas entre funcionarios, civiles, paramilitares y Fuerza Pública.

Filtración de información del DAS.

De conformidad con esto, Salvatore Mancuso habló de modo virtual desde el Centro de Detención Stewart de Georgia, EEUU, con el propósito de que sus testimonios puedan ser evaluados como hechos "efectivos, suficientes y novedosos" por dicho tribunal en su aspiración a ser investigado por la JEP, instancia instituida para investigar a militares y miembros de las insurgencias que participaron en el desarrollo del conflicto armado interno.

En este marco lo efectivo tiene que ver con que el relato de lo dicho por Mancuso conduzca a demostrar de modo evidente su rol de hombre- bisagra entre el submundo del paramilitarismo y la relación que esta forma de macro-criminalidad tuvo con diversos organismos del Estado, especialmente con las fuerzas de seguridad: el Ejército, la Policía Nacional, la Fuerza Aérea y el Departamento de Seguridad DAS. Obviamente, imposible negar la participación de la Fiscalía General de la Nación en esta arquitectura de delito y muerte.

Lo suficiente hace alusión al hecho de que lo relatado dé buena cuenta del modo, tiempo y lugar en que se inscribe el relato demarcando de forma amplia sus responsabilidades y las de los miembros de la fuerza pública que permitieron que los paramilitares actuaran con el apoyo del Estado y propiciaran la depredación, el despojo y la muerte de miles de inocentes.

Lo novedoso radica en que lo dicho no haya sido declarado en la Comisión de la Verdad, Justicia y Paz, ni en otras instancias judiciales, de ahí que el relato sea en exclusivo inédito.

Así, a lo largo y ancho de las intervenciones vimos y escuchamos al exjefe paramilitar guardando un reverencial respeto por los integrantes de la JEP, del Ministerio Público y también por las víctimas que a título de oyentes asistieron al Palacio de Convenciones de la Ciudad de Montería.

Resalto este último aspecto de lo expuesto por Mancuso porque aunque este gesto no lo hace menos criminal, si constituye una diferencia específica frente al comportamiento exhibido por algunos de sus compañeros de orgía de sangre y horror ante la JEP, lugar en donde sin ninguna pizca de arrepentimiento se mostraron altivos y hasta justificaron sus crímenes delante de las víctimas

¿Acaso no resultó ofensivo e infame oír en su día a Jorge 40 y al exgeneral Arias Cabrales justificar sus crímenes de lesa humanidad en nombre de la defensa de una pretendida y amenazada patria y en la que solo cabían ellos y sus inocultables miserias?

Claro está, Mancuso es muy consciente de que no podía exhibir la pedantería que le caracterizó en su época de jefe paramilitar cuando sabemos que era dueño de la vida y muerte de miles de indefensas personas, y menos aún podía ejercer algún tipo de violencia verbal, gestual o simbólica.

En términos concretos, el relato de Mancuso no me conduce a decir que su arrepentimiento es sincero, pero tampoco estoy en condiciones de negarlo. Él, sin duda, que hizo de la banalidad del mal a gran escala una forma de vida, satisfacción del ego y construcción de poder un rasgo de su personalidad, hace difícil que hoy lo veamos como un ser que expresa y verbaliza compasión por el daño infringido a inocentes víctimas.

Por el momento hay que decir que lo busca Mancuso es ser admitido en la JEP y por eso acepta y reconoce toda su barbarie, a diferencia de Jorge 40 que de modo casi sádico trataba de justificarla. Quedemos en que lo único que podría redimir a Mancuso, si es que eso fuese posible,  sería el que contara toda la verdad acerca de lo que sabe de cómo las instituciones del Estado, los grandes empresarios y comerciantes contribuyeron a crear al paramilitarismo y convertirlo en una máquina de devastación y muerte con tal de acabar con la subversión, pero también el poder que este tuvo para hacer funcional la acumulación de capitales al empresariado en las más diversas ramas de la producción: desde la venta de gaseosas, cervezas, producción de petróleo, palma, explotación de oro, creación de megaproyectos, generación de energía, transporte de carbón, concesiones de servicios públicos o producción de banano.

En Colombia, en sentido estricto, el paramilitarismo no acabó con la subversión pero si destruyó la poca legitimidad del Estado y especialmente la que le quedaba al ejército y a la policía, ambos cuerpos entregados al crimen y a institucionalizar el desorden. María Isabel Rueda, al respecto, no obstante, acepta que lo contado por Mancuso es repudiable y que no puede ser considerada su versión un refrito, pero estima que fue un asunto de militares y policías díscolos y extraviados, y no una política de alto Estado y gobierno.

Las Convivir como fachada del accionar paramilitar.

Entrando ya en los predios de lo relatado por Mancuso, hay que decir que habló de muchas cosas que ya conocíamos. De hecho, mucho se ha escrito acerca del modo de cómo las Convivir y especialmente la denominada Papagayo y Horizonte Limitada recibían armas por parte de la Industria Militar de Colombia (Indumil) y cómo estas entidades servían de fachada para fortalecer el espacio social, económico y político del proyecto paramilitar.

El apoyo de las Convivir al paramilitarismo fue múltiple como quiera que importantes empresarios del banano agremiados en Banadex, Chiquita Brand, Dole, y otras hacían aportes voluntarios a la Convivir Papagayo, dinero que terminó por fortalecer el Bloque Bananero de las Autodefensas Unidas de Colombia. Además, Mancuso señaló que por cada caja de Banano que se exportaba las bananeras aportaban tres centavos de dólar que se distribuían del siguiente modo: un centavo para los militares, uno para las Convivir y uno para las AUC. Esto lo ha ratificado Mancuso como quiera ya lo habían confesado en su día: Hebert Veloza, alias HH, Freddy Rendón, alias El Alemán, José Gregorio Mangonez, alias Carlos Tijeras, y especialmente Raúl Hazbún, uno de los primeros empresarios que develó la manera en que las Convivir captaban financiación de las bananeras y terminaba en manos de los grupos paramilitares. Se calcula que la sola Chinita Brand hizo más de 100 pagos a las Convivir por más de 1.7 millones de dólares entre 1997 y 2004.

Pero las Convivir no solo aportaban dinero al mantenimiento de las estructuras paramilitares, también fueron eficaces a la hora de aportarles armamento dado que algunas de ellas, por ejemplo, Banadex, contribuyó a introducir por su puerto 3400 fusiles AK 47 y cuatro millones de cartucho 7.65. En suma, dice Mancuso, dinero y armas sirvieron para que los paramilitares propiciaran masacres, despojo de tierra y desplazamiento a gran escala en Urabá y el departamento del Magdalena. Expresémoslo de modo categórico: las Convivir no prestaban servicio de vigilancia como quiera que la única, real y efectiva misión que ejercían consistía en usar esta coartada para ocultar la financiación de los paramilitares del Bloque Bananero.

De este apoyo las empresas bananeras obtenían grandes beneficios: despojo y compra de tierra barata a los campesinos para ampliar la producción, disciplinamiento social de la masa trabajadora, e imposición de condiciones salariales y laborales a los sindicatos, todo lo cual se traducía en aumento de las ganancias.

Quizá lo novedoso del relato de Mancuso era cómo las Convivir, los paramilitares, el ejército, la Policía Nacional, el DAS y la misma Fiscalía se articulaban de modo coordinado para copar territorios y establecer una eficiente y temeraria división criminal del trabajo que conjugaba de modo siniestro lo legal y lo ilegal. Esto desde luego suponía definir cuáles eran los objetivos a atacar, en qué tiempo hacerlo, lugar, modo, definir la operación, responsables y garantizar el éxito de la misma.

Operaciones conjuntas entre paramilitares y Fuerza Pública.

De sobra es conocido también que Mancuso era recibido con honores en las distintas guarniciones militares y que quizá eso jugó un papel muy importante para estructurar el temido Bloque Caribe de las AUC junto a Jorge 40. Aunque este aspecto ya se conocía, lo que tiene de inédito es que Mancuso, cosa que no hace Jorge 40, habla del protagónico papel que jugó el coronel del ejército Iván Mejía para darle vida al mencionado bloque que llenó de luto y muerte al caribe.

Un capítulo especial de lo contado por Mancuso es el modo de cómo el DAS, la XI Brigada con sede en Montería y el gremio de ganaderos sirvieron de soporte para darle vida a las primeras estructuras paramilitares que se gestaron en Córdoba y luego se expandieron por el resto de Colombia. De modo secuencial el exjefe paramilitar precisó la manera en que Fidel Castaño logró atraer desde mediados de 1980 a funcionarios del DAS e incorporarlos a lo que en su momento se llamó el grupo paramilitar los Tangueros, cuyo nivel de operatividad era limitado por cuanto para la época la presencia del movimiento guerrillero en la zona era muy fuerte.

Según relata Mancuso, la colaboración del DAS, la Policía Nacional y el Ejército en Córdoba en un momento era precaria y sin ninguna organicidad, con el paso del tiempo se vuelve sistemática y estructural. En este proceso contribuiría de modo efectivo la creación de la XI Brigada a principio de 1987, el arribo de la brigada móvil, la creación del batallón profesional Cacique Coyará y la efectiva colaboración de Ganador en cabeza de Rodrigo García Caicedo.

La XI Brigada del ejército resultó decisiva a la hora de amparar, apoyar y fortalecer la implantación del proyecto paramilitar impulsado de modo inicial por Fidel y luego por Carlos y Vicente Castaño, y poco después por Salvatore Mancuso. En el fortalecimiento de las estructuras paramilitares y en darle condición de ejército, sin duda, jugó un papel preponderante militares tales como: Iván Ramírez Quintero, Leonardo Barrero, Walter Frattini y Orlando Carreño. También señaló Mancuso al Coronel Raúl Suárez, en su día comandante de la Policía en el departamento de Córdoba. El exjefe paramilitar indicó que cada uno de estos militares y otros facilitaron el crecimiento del paramilitarismo no solo porque no lo persiguieron sino porque lo alentaron y estimularon. Eran ellos, señaló, quienes pasaban los listados de las personas contra las cuales los paramilitares debían proceder.

Mancuso ha dicho antes y ahora vuelve a ratificarlo, que él como paramilitar es hijo del Estado ya que fue reclutado por este y en tal sentido el tema de la conformación de los grupos de autodefensa no fue obra de “manzanas podridas” sino una “política de Estado”. (Romero, 30 de marzo de 2021)[1]

Y así también el mando militar y policial, incluido presuntamente Roso José Serrano. Y de aquí en adelante operaciones conjuntas en todo Colombia entre paramilitares, militares, DAS, Policías y Convivir para propiciar acciones de castigo y masacres en diferentes puntos de la geografía nacional. Llama la atención que Mancuso relata que en la masacre de El Salado – Sucre-- la Fuerza Aérea no derribó el helicóptero Bell azul y blanco de las AUC que resguardaba desde el aire que los paramilitares en tierra consumaran esa reconocida masacre ocurrida entre el 16 y 21 de febrero del año 2000.

El exlíder paramilitar también habló con mucha solvencia de los falsos positivos, de la manera en que el alto militar le exigió a los paramilitares desaparecer cadáveres y personas para no llamar la atención de los defensores de derechos humanos, de cuya práctica nacen los hornos crematorios en diferentes lugares del departamento de Norte de Santander y también el llevar y enterrar cadáveres en Venezuela.

Un capítulo repudiable de la relación entre paramilitares, militares y el alto gobierno, fue la desmovilización de los últimos reductos que quedaron del EPL, quienes terminaron en una farsa desmovilización porque lo que hubo fue un traspaso de las estructuras guerrilleras al componente paramilitar, hecho que refrendaron los altos mandos militares para fortalecer al paramilitarismo.

Alianzas entre funcionarios, civiles, paramilitares y Fuerza Pública.

En el relato Mancuso señaló que la relación no fue solo de los paramilitares con la fuerza pública, también funcionarios y civiles de modo voluntario prestaron ayuda, colaboración y hasta participaron del accionar del paramilitarismo

En virtud de esto, dice, el Hotel Sicarare (centro de Valledupar) se convierte en el cuartel general de los paramilitares y desde aquí se operó con el total respaldo e impunidad por parte del DAS, el Ejército y la Policía Nacional. De igual modo, el exjefe paramilitar anotó la manera en que desde Novalito, el barrio de los ricos en Valledupar, se expedían autorizaciones para operaciones de castigo paramilitar contra diferente comunidades campesinas e indígenas en el Cesar. Desde ese lugar se impartió la orden, seguramente, para acabar con la vida de inocentes indígenas kankuamos. Sería conveniente que en las declaraciones en privado Mancuso dé los nombres de los dueños de haciendas en Valledupar y el resto del Cesar que instigaban para que se actuara contra dicho pueblo.

Salvatore Mancuso ha señalado a Jorge y Lucas Gnecco de ser apoyos directos en la creación de los paramilitares en el Cesar. Al respecto la periodista Vicky Dávila guarda absoluto silencio. Normal, su paralítico suegro está siendo denunciado.

En el mismo Cesar, Mancuso señaló la manera en que la Drummond, la multinacional del carbón, financió las operaciones de los paramilitares para cuidar no solo la explotación y el transporte del mineral, sino para actuar contra la vida de significativos miembros del sindicato de la carbonera. Producto de esto Valmore Locarno y Víctor Hugo Orcasitas, presidente y vicepresidente de Sintramineroenergética, respectivamente, fueron asesinados en marzo de 2001 por el jefe paramilitar Carlos Ospino, Alias Tolemaida. Por estos hechos, este paramilitar fue condenado a 30 años y cuatro meses de prisión.

Aunque sobre esto ya se sabían detalles, lo cierto es que hoy se reconfirma lo que ya sabíamos: La Drummond exporta carbones de sangre. Relevante información asociado a la Drummond es que en algún momento entre finales de la década de 1990 y principio del 2000, el jefe de seguridad de la entidad era Jhon Atkins, un agente de la CIA que le entregaba información y listados de líderes sindicales a las AUC. Además de esto, Atckins era también el responsable de la negociación entre Garry Drummond y los paramilitares en lo relativo a la financiación de las operaciones de la estructura paramilitar. Ahora es muy seguro que José Miguel Linares, actual presidente de la Drummond en Colombia, saldrá a decir que esto es falso y que constituye una calumnia contra la empresa y sus intereses. De Atkins se supo que salió en 2002 de la Drummond y se incorporó a la embajada de EEUU en Colombia (Semana, 2014)[2].

En Córdoba, hay que subrayar, el gremio de ganaderos agrupado en Ganador y el Fondo Ganadero de Córdoba prestó especial colaboración para fortalecer el proyecto paramilitar, incluso para permitirle a importante jefe paramilitares legalizar la compra de tierra despojada a campesinos. Mancuso no dudó en señalar al difunto Rodrigo García Caicedo, José María López Gómez, Benito Osorio y Jorge Visbal Martelo, quien fuera presidente de Fedegan. Además, señaló las relaciones que tuvieron con Sabas Pretelt De La Vega, presidente en su momento de la Federación Nacional de Comerciante, de quien dijo el exjefe paramilitar que les pidió ayuda para proteger la circulación de mercancías por las carreteras de Colombia. De Francisco Santos, Mancuso señaló que le propuso la creación del bloque capital de los paramilitares. Y si hay un civil que jugó un papel decisivo para el fortalecimiento paramilitarismo ese es Hernán Gómez Hernández, quien ha sido condenado por la justicia colombiana. Contra todo pronóstico Mancuso habló de William Salleg, el otrora poderoso dueño del Meridiano de Córdoba, a quien siempre protegió con su sagrado silencio. ¿Por qué habló en su contra ahora? ¿Acaso por la quiebra del periódico que nunca fotografiaba a los paramilitares que eventualmente eran capturados? ¿Tenía Mancuso intereses en ese bien u otros?

Finalmente, hay dos aspectos que merecen la pena ser resaltados. El primero, la paramilitarización de las universidades, hecho que contó con la presunta colaboración del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Así, la Universidad de Córdoba es un vivo ejemplo de cómo se produjo el copamiento paramilitar del espacio universitario, un ejercicio que fue posible gracias a que los paramilitares impusieron sus rectores: Víctor Hugo Hernández primero y después Claudio Sánchez, ambos con el apoyo de los miembros del Consejo Superior, espacio donde tenían presencia significativos representantes del gobierno nacional. Aquí Mancuso impuso el terror y a miembros de su familia dentro de los cuadros directivos. Con el accionar paramilitar profesores, estudiantes y trabajadores fueron asesinados, otros desaparecidos y no pocos desplazados. En un corto tiempo la Universidad de Córdoba vio asesinar a los siguientes miembros:  Álvaro Cordero Torres, Félix Saénz Bedoya, Oswaldo Regino Pérez, Francisco Aguilar, Alberto Alzate Patiño, Misael Diaz Urzola, Iván Garnica Díaz, James Pérez. Y como ellos otros más. Seria altamente conveniente que como parte de la verdad y del principio de justicia, reparación y no repetición, Mancuso confiese qué miembros colaboracionistas del paramilitarismo siguen al interior de la Universidad de Córdoba. Igual suerte corrió la universidad de Sucre, Cartagena, Cesar, Atlántico, Guajira, la de Antioquia y del resto del país.

El otro aspecto a resaltar es el de no pocos políticos involucrados con las estructuras paramilitares, de quienes llegó a decir Mancuso que el 35% del congreso que resultó elegido durante el largo periodo de gobierno de Álvaro Uribe Vélez fue con su apoyo. Si el proceso 8000 cobijó a solo 26 congresistas, la parapolítica de la cual habla Mancuso, señala SEMANA (2016)[3], alcanza hoy a 102 representantes y 97 senadores investigados, de los cuales 42 parlamentarios resultaron condenados.

Sobre el particular, profundiza el medio señalado, la Procuraduría General de la Nación revela que desde el 2006 hasta el 2016 se tiene registrado un total de 519 procesos disciplinarios contra funcionarios por vínculos con grupos paramilitares o con bandas criminales. Y precisa que, el 50 % de estos procesos disciplinarios recaen sobre alcaldías (109 procesos), gobernaciones (37), Concejos municipales y Asambleas departamentales (40) y el Congreso de la república (73). Mientras que el 15 %, 78 expedientes de los casos disciplinarios, recaen en miembros de las tres fuerzas (Militares, Armada y Policía).

La cobertura territorial del fenómeno, nos dice la misma Semana que: El 54 % de los casos investigados por la Procuraduría contra servidores públicos por vínculos con el paramilitarismo o las bandas criminales se concentra en siete departamentos. La mayor cantidad de procesos corresponden a Bogotá (75), Antioquia (49), Magdalena (45), Atlántico (34), Bolívar (23), Norte de Santander (24) y Sucre (31). De cara al próximo debate electoral de octubre, muy positivo fuese que Mancuso revelara los nombres de quienes siguen haciendo parte de la parapolítica.

 Filtración de información del DAS.

Por último, cabe destacar que el DAS en Córdoba bajo la dirección de Rafael Orozco, Vence Zabaleta, Hernando Galeano Guio y Rómulo Betancourt, cada uno en su momento, fue clave para contribuir en el fortalecimiento del paramilitarismo en esta región y a partir del modelo de relacionamiento establecido entre este y la fuerza pública en Córdoba, se procedió a replicarlo en otras regiones de Colombia.

Filtración de información del DAS.

En este sentido, Mancuso ahondó en la relación existente entre los organismos de seguridad y los paramilitares. La relación fue tal magnitud que Jorge Noguera, quien fuera director del DAS y Carlos Miguel Narváez, Director de Inteligencia de este organismo, pusieron a la entidad al servicio del paramilitarismo. Uno y otro brindaban listados a las AUC de Carlos Castaño para que actuaran contra todo tipo de opositor. De esta forma acabaron con la vida de Jaime Garzón, Alfredo Correa de Andreis y centenares de líderes sociales.

Estos relatos escuchados a Mancuso serán los que finalmente evaluará la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas y determinará si reúnen los méritos suficientes en términos de verdad, novedad y pertinencia para ser admito en la JEP en calidad de compareciente, lo que le otorgaría la condición de ser investigado por este tribunal y tener libertad condicionada. De ser así será una excepcionalidad por cuanto esta jurisdicción se instituyó para investigar a militares y miembro de la insurgencia, no a paramilitares

Todo lo novedoso dicho por Mancuso está seguramente en las confesiones que haya hecho en privado, pues en las que hizo en público mucho de lo afirmado ya se conocía. Si algo útil y supremo puede hacer Mancuso en lo que le queda de vida es no quedarse con ningún secreto, pero muchos sabemos que este exjefe paramilitar nunca hablará de algunas personas, de ahí que es muy importante que la JEP esculque en ese submundo de silencio que Mancuso se tiene reservado para sí y para los suyos.

[1] Romero Orozco, M. Mancuso señala a un coronel y un general como colaboradores de las AUC. El Heraldo, edición marzo 30 de 2021. En línea en: https://www.elheraldo.co/colombia/mancuso-senala-un-coronel-y-un-general-como-colaboradores-de-la-auc-805251 [Consultado el 25 de mayo de 2023]

[2] Semana. Las otras acusaciones que se ciernen sobre Drummond, sección Justicia. Edición 15 de enero. En línea en: https://www.semana.com/nacion/articulo/drummond-los-asesinatos-de-sindicalistas/371027-3/. Consultado el día 25 de mayo de 2023.

[3] Semana, El informe que indica que la parapolítica no es cosa del pasado. Sección Nación. Edición 17 de abril de 2016 En línea en[ https://www.semana.com/nacion/articulo/procuraduria-adelanta-519-investicaciones-por-parapolitica-y-bacrimpolitica/470010/. Consultado 25 de mayo de 2023.]

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