Hay un mundo allá afuera que no estamos entendiendo…
Abundan las generalidades y los detalles escasean.
Cada día que pasa los círculos se cierran… Se aproximan.
Hay una asfixia oculta que anda a la espera. Agazapada en derredor…
Antes fue el nombre de algún equis, un ye que veíamos en la pantallita del teléfono como si se tratará de una historia de no ficción. ¡Increíbl
Luego, vinieron los amigos de algún conocido.
Los pasos cercanos de un tirano-saurios rex invisible.
Entendimos los alcances del dolor ajeno.
Hoy nos enteramos de la muerte de alguien a quien le hemos estrechado la mano, al que hemos abrazado por sus logros y del que seguiremos sintiéndonos orgullosos. El dolor de la pandemia.
Hay un mundo allá afuera que no estamos entendiendo.
Los medios, cada vez más fragmentados en corporaciones de un solo individuo, están más empeñados en presentar cualquier registro, que construir un contenido que dé valor a realidades complejas.
Que valore, por lo menos, la riqueza de discernir en colectivo, en medio de esa sala de redacción que podría ser el ejercicio más generoso de disenso… Un espacio que confronta saberes con especulaciones, verdades con prejuicios, que pone en duda tus conclusiones… basta de tanto periodismo con apellidos. Informativo, verdadero, feminista, homo, hetero, trans, militante, humano, kuir o drag…
Esa verdad difícil está afuera, pero también está aquí adentro. Foto: David Lara Ramos
La periodista María Teresa Ronderos habló hace unos días de verdades difíciles, una referencia magnífica para entender este momento.
Estamos ante una verdad difícil.
Necesitamos alianzas en procura de administrar mejor nuestros propios egos.
De responder con valores cuando decidimos encender la llama y avivar el fuego.
Esa verdad difícil está afuera, pero también está aquí adentro, en los terrícolas más cercanos que se revelan en sus amores, humores y miserias. Esas verdades difíciles están en los lejanos humanos, que han descansado también de nosotros, y que esperan ansiosos el abrazo expresado en la pantallita.
Hoy tengo 115 días sin salir, mañana serán 116.
He sido demasiado obediente, cobarde o consciente. La sensación de que hemos llegado a alguna certidumbre, solo puede ser la inspiración para la duda.
Hay un mundo aquí adentro que hemos ido descubriendo en la permanencia, en el contacto, en la rutina. Hay caminos de hormigas que no conocíamos. Orificios en la pared que no habíamos descubierto. Fisuras en una baldosa que jamás habríamos advertido. Manchas en la pared que analizamos hoy como si se trataran de una singular obra abstracta.
Siempre harán falta las certezas o el impulso obsesivo para llegar a ellas.
El poema de los pescadores de la poeta Wislawa Szymoborska que se titula ´Parábola´, es un relato para pensar la incertidumbre; ese “periodismo” de afuera, empeñado en seguir construyendo adivinanzas, en depurar las miserias:
Parábola
CIERTOS PESCADORES SACARON DEL FONDO UNA BOTELLA.
Había en la botella un papel, y en el papel estas palabras:
“¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta. Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa. Estoy aquí”.
—No tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde. La botella pudo haber flotado mucho tiempo, dijo el primer pescador.
—Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano, dijo el segundo pescador.
—Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla Aquí está en todos lados, dijo el tercer pescador.
El ambiente se volvió incómodo. Cayó el silencio.
Las verdades generales tienen ese problema.
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Verdades difíciles hace parte del ´Diario del confinamiento´ que puede seguirse en escribedavid.blogspot.com.co. Es el testimonio del escritor y periodista David Lara Ramos en estos tiempos de cuarentena.