Las verdaderas preguntas para hacernos sobre educación en una sociedad de la comodidad y la indolencia

Las verdaderas preguntas para hacernos sobre educación en una sociedad de la comodidad y la indolencia

El sistema educativo actual traviesa su peor momento. La sociedad presente se rehúsa a llevar a cabo cualquier tarea que represente sacrificio o esfuerzo alguno

Por: JOHN ALBA RIVEROS
octubre 10, 2023
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Las verdaderas preguntas para hacernos sobre educación en una sociedad de la comodidad y la indolencia

El sistema educativo contemporáneo atraviesa indudablemente su peor momento. La sociedad presente se rehúsa a llevar a cabo cualquier tarea que represente sacrificio o esfuerzo alguno.

Nunca antes la educación curricular había estado tan en contraposición de las demandas del mercado (económicas y laborales) como de la mayoría de las generaciones emergentes.

En ese sentido, apuesta por un sujeto político relevante pero antagónico al deseo colectivo y, no es que no urja su asunción, sino que tal disposición obra en contravía de las demandas vigentes, ya no sólo del sistema capitalista o, de la voluntad general sino de la estructura cultural contra la que muy pocos quieren mover un ápice.

¿Cómo enseñar geografía física si no se reconoce, acepta o importa entre quienes educamos que los ríos son vigorosos cuerpos de agua viva, que la vegetación es una expresión genuina de algunos ecosistemas, que el trastorno climático representa una verdadera tragedia y, que la desglaciación es un peligro que constituye una desgracia inminente para la humanidad?

¿Cómo explicar conceptos y categorías geográficas a una generación que supone que la geografía física no es otra cosa que la expresión de los contenidos expuestos por Google maps, que la geografía de la percepción es un mero asunto de conveniencia, que las islas de plástico que actualmente agobian a los océanos no tienen un efecto directo sobre ellos, que la geografía humana debe estar supeditada a su individualismo o que la geografía crítica ha de promover la gentrificación impuesta por aplicaciones como Airbnb, Expedia o Booking?

¿Cómo explicarle a la sociedad que no se puede hacer filosofía sin tener deseo alguno por saber, conocer, estudiar, problematizar, observar, identificar o describir las cosas? ¿Cómo enseñar a pensar históricamente si las actuales generaciones insisten en tener una interpretación dogmática, superflua, acrítica, acomodaticia, estrecha, maniquea, conveniente y arbitraria de las cosas? ¿Tiene asidero enseñar a pensar por fuera de los hechos, la imaginación, las hipótesis, las interpretaciones, el método científico y el más común de los sentidos?

¿Cómo rebelarse contra la tercera revolución industrial y el desarrollo pleno de la tecnología en su versión de IA con quienes se identifican con los algoritmos que los controlan, con la ciencia de datos que los supervisa, con la programación que los coordina y, con la propia tecnofilia que los gobierna?

¿Cómo enseñar economía a quienes están resueltos a asumir que calidad de vida es capacidad de consumo, libertad es libertad empresarial, nacionalismo es nacionalismo corporativo, independencia es traducida como alinearse con el imperialismo de turno y además, insisten en que los cinco grandes sistemas económicos son iguales de problemáticos y depredadores con el ser humano y el entorno natural?

¿De qué forma trabajar con una generación que concibe al maestro no como un intelectual del conocimiento sino como un simple mediador, tutor, guía, instructor o acompañante que está en la obligación de facilitar su proceso de titulación? ¿Cómo fomentar una educación científica, humanista, artística, lúdica, didáctica, crítica y gamificada con estudiantes sin emoción, interés, voluntad, motivación, disposición y ganas?

Si bien algunos estudiantes enfrentan problemas de ansiedad, impaciencia o depresión, también hay que decir que algunos quieren aprobar su escolaridad sin que ello derive en compromiso o esmero alguno.

¿Cómo apelar a la formación en cultura política sobre quienes descreen de cualquier forma de gobierno que no sea a la que pertenecen? ¿Cómo fomentar el cine documental, testimonial, crítico o independiente en una sociedad pueril esclava del streaming? ¿Cómo promover las bellas artes en una generación sometida a Tik Tok? ¿De qué forma promover procesos lectoescritores sin que la sociedad apele a Chatgpt? ¿Cómo reivindicar derechos musicales de autor oponiendo resistencia al uso regular de plataformas como YouTube o Spotify?

¿Cómo problematizar la estética dominante sin que se siga consumiendo plataformas como Netflix, Prime, Disney o aplicaciones como Instagram? ¿Cómo fomentar entre los estudiantes cultura intelectual sí hallan en los parámetros de los gánsters, la marginalidad, y la lumpenización mayor agrado?

¿Cómo ajustar una crítica a la dictadura de la felicidad y del coaching prescindiendo o discutiendo sobre redes como Facebook?

¿Cómo fomentar el diálogo directo entre seres humanos sin redes sociales en ejecución?

¿Cómo enseñar sobre la no mercantilización de derechos básicos cuando entre jóvenes comercializan virginidades, establecen matrimonios por conveniencia (Sugar Mommy y Sugar Daddy por doquier) alquilan vientres y ven a onlyfans como proyecto de vida?

¿Cómo apostar por el slowfood entre la nueva fuerza de trabajo con la venta cada vez más frecuente de comida rápida?

¿Cómo fomentar entre nuestros nuevos educandos la interacción física y el lenguaje no verbal con Tinder, Omegle, Adopta un man, Badoo y Ashley Madison en marcha?

¿Cómo proteger la producción e interpretación musical en un mundo cada vez más digitalizado?

¿Cómo crear una cultura de paz en una sociedad con tanta renuencia al diálogo?

¿Cómo equilibrar una sociedad con más derechos que deberes?

¿Cómo incrustar la noción de derechos de contratación y garantías sindicales en nuestros estudiantes con Rappi, Uber Eats, Cabify y Beat haciendo de las suyas?

¿Cómo promover un debate riguroso, serio y creíble por fuera de cánones de Twitter?

¿De qué manera se puede promover el empleo digno entre jóvenes sin son fieles consumidores de aplicaciones como merqueo, mercadolibre, amazon y AliExpress?

¿Cómo protegen las nuevas generaciones la estabilidad laboral de los trabajadores bancarios si hacen permanente uso de los corresponsales barriales?

¿Cómo defiende el mundo actual el derecho a la salud si a la par muchos de sus habitantes se encuentran afiliados a medicina prepagada?

¿Qué tan legítimo es hablar actualmente de calidad educativa con promoción automática a bordo?

¿Estamos preparados para delegar la administración del Estado y del conjunto de sus instituciones a una generación que pronto nos sucederá y que no entiende y no le interesa preservar la herencia cultural e inmaterial de la humanidad?

¿Somos conscientes que la generación que nos releva cree más en el mundo virtual y en el metaverso por cuanto se siente parte de la red más que del propio mundo material?

Educar para el ejercicio pleno de la ciudadanía a una sociedad y a una generación profundamente contrarrevolucionarias parece, por donde se le mire, tarea fallida.

Finalmente, no se trata de fomentar la tecnofobia perpetua o simplemente explotar las habilidades luditas, la apuesta tampoco busca divorciar universalmente a los estudiantes de la tecnología. Lo que se quiere es que no se dependa de la tecnología para enfrentar la vida cotidiana y que tampoco se use sin cuestionamiento o sospecha alguna. El problema pasa porque nada de esto quiere hacerse y molesta sobre manera cuando se propone.

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