Se necesitan muchas vacunas para lograr detener la pandemia de la crisis en el campo de la comunicación integral del mundo de hoy. Podríamos anotar algunas a continuación que responden a preocupaciones profundas sobre, por ejemplo: el oficio del periodismo y de los llamados influenciadores principalmente en estos países de la región, y la manera como en varios de los casos han involucionado y en franco retroceso se han dejado permear y han sido víctimas de un contagio acelerado en el 2020 ante el boom descontrolado y enfermizo del mundo virtual. Podríamos seleccionarlas así:
1. Se necesita vacuna para aquellos colegas que consideran que lejos de la ética y las buenas prácticas, sus redes sociales las pueden seguir utilizando de manera consciente como motores de la polarización, que convencidos creen profesar la verdad absoluta en cada mensaje a través de sus redes, que se sienten autorizados para ser jueces y juzgan a los que se les atraviesen por el camino, sin sustento en lo jurídico o en sus fuentes. Y vacuna, para aquellos periodistas que denotan una posición “visceral” frente a personajes, partidos, diversos sectores etc. Desarrollan su trabajo, piensan y afirman con base a sus deseos y no a la realidad de los hechos.
2. Se necesita una vacuna con mucha efectividad para aquellos colegas que consideran que trabajando en los medios tradicionales de respeto, los pueden utilizar para asumir posiciones políticas, personales y abiertas, en un afán de convertirse en editorialistas. Y que la vacuna les sirva para rescatar el sentido primario y universal del periodismo auténtico y su compromiso: el de informar con imparcialidad, sustentado en fuentes de alta credibilidad y con respeto a la sintonía, a la comunidad.
3. Se necesita una vacuna efectiva que permita a muchos de nuestros colegas abrir los ojos para que entiendan que la sociedad y en especial el individuo de a pie, los tiene ya cada vez más identificados y matriculados como representantes o reproductores de posiciones políticas definidas y que son medios de transmisión de intereses personales, a veces mezquinos, partidistas y demás.
4. Se requiere de la mejor vacuna para muchos de los llamados influenciadores en las redes que en una mediocridad paupérrima e inspiradora se han convertido en los causantes de la frivolidad, la alimentación desenfrenada del ego en lo virtual y solo con la ambición de convertirse en máquinas de hacer dinero o facturar, que nada edifica o agrega a sus seguidores y si transforma sobre todo a las nuevas generaciones, que son las del futuro, en un auditorio de autómatas, de ídolos falsos de la decadencia en un mundo de fantasía, que los aleja cada vez más de la realidad y los encierra en un universo decadente.
5. Se necesita vacuna para combatir tanto en algunos periodistas como influenciadores, algo de sentido elemental y de práctica en los principios del ser humano, como es volver al manejo del “respeto” a la construcción y no la destrucción. Alimentar el odio y la división es quizás lo más sencillo cuando falta la inspiración, la innovación y la búsqueda de calidad en la comunicación con códigos que garanticen la sana convivencia.
Esta pandemia que en su carrera de contagio también ha sido noticia en el 2020 y que está acabando con las conciencias y la idoneidad profesional es un virus que galopa al ritmo de un jinete sin control y que con máxima velocidad está contaminando de manera irreversible un oficio que fue respetado y valorado, y que por culpa de la competencia de egos y vitrina sin límites y crecimiento del bolsillo para el caso de los influenciadores, se está hundiendo en una alcantarilla de la basura del pensar que cada segundo crece más en lo desprestigiado y envidiado escenario virtual.