Fijarse en la heredera de la familia más tradicional de Ciénaga de Oro, contrario a sus posiciones políticas, fue todo un desafío para Gustavo Petro. Creció con Katia Burgos, como niños jugaban a las escondidas y luego adolescentes no se perdían ni una sola fiesta en el pueblo. Lo que empezó como amistad se convirtió en un tórrido romance que no cayó para nada bien en la familia Burgos, fundadora de Ciénaga de Oro y cuna de caciques electorales en la región. A los 26 años, Petro le pidió a Katia que fueran novios y al poco tiempo se fueron a vivir juntos. La noticia de que se iba al M-19, le cayó como un baldado de agua a fría a la joven que lo siguió hasta que se enteró de que estaba en embarazo y tuvo que regresar a la ciudad. Se hicieron la promesa de que serían fieles y seguirían juntos hasta que Petro terminará su lucha
Apartada y relegada por su familia por la relación, Katia se fue a vivir con su suegra, doña Clara Nubia Urrego, y cuñado, Juan Fernando Petro, que le ayudaron a criar al pequeño Nicolás. Petro se mantenía incomunicado de Katia y su primer, se había ido a la clandestinidad. Volvió a saber de él por las noticias en las que se referían a él como miembro, entre otros, de la guerrilla del M-19. El grupo había sido capturado en Barrancabermeja mientras se movilizaban por el departamento de Santander.
Katia y su cuñado Juan Fernando empacaron maletas para ir en su búsqueda. Una vez en Bucaramanga, no pudieron conseguir transporte que los llevara a Barrancabermeja debido a un paro campesino. Durante tres días, Katia Burgos caminó más de 100 kilómetros hasta llegar a Barrancabermeja en donde se encontró con un Petro renovado que había rehecho su vida afectiva en la guerrilla Tenía un nuevo amor: Mary Luz Herrán quien coincidió con ella en la visita dominical en la cárcel. Frente a ella, Petro reconoció su nuevo rumbo y le dejó saber que Katia la tendría como amiga.
Katia recogió su hijo y empacó maletas para devolverse a su tierra, se radicó en Ciénega de Oro en donde continúa viviendo mientras trabaja en Montería. Le fastidia la política y la hipocresía de quienes la manejan. Aunque mantiene una relación cordial con Petro, prefiere mantenerse alejada de él y su campaña al igual que lo hizo cuando su hijo Nicolás, hoy concejal, se lanzó sin éxito a alcaldía de Barranquilla en 2019.
Con Katia Burgos fuera de escena, Mary Luz Herrán se convirtió en la segunda relación amorosa de Petro, esta vez, duraría quince años. Si Katia Burgos fue ese amor juvenil, Mary Luz era su compañera de batallas políticas radicales dentro de la guerrilla, en la desmovilización y en el arranque de su carrera política.
Mary Luz, oriunda de Barrancabermeja, estaba en quinto de bachillerato y tenía apenas 16 años cuando conoció Petro, diez años mayor. Se le presentó como el comandante Andrés. En ese entonces, se movía por Bucaramanga, Barichara y Girón, coordinando el M-19 en la región oriental. Los presentó un amigo en común: Nelson también de las filas del movimiento revolucionario. Con una relación a distancia con Katia y su hijo Nicolás de apenas un año, Petro empezó a cortejar a Mary Luz, la visitaba todos los días en su casa en Girón y le propuso rápidamente que se fueran a vivir juntos, pero le omitió ese pedazo de su vida que había dejado atrás antes de unirse a la guerrilla.
Cuando Petro estuvo preso, Mary Luz descubrió que tenía novia e hijo abordo. Lo abandonó y regresó con su exnovio con el que tenía planes de matrimonio. Cuando Petro salió de la cárcel, lo primero que hizo fue buscarla. A pesar del engaño, Mary Luz decidió renunciar a todo para seguirlo, su papá pensó en demandar a Petro por secuestro, pero fue demasiado tarde, ya ella se había ido al monte y se había cambiado su nombre de pila por el alias de ‘Mariana’ y luego por el de Andrea. Durante dos años, fueron la pareja del momento en el M-19, no se separaban ni un segundo en el campamento, cuando a uno le tocaba hacer guardia, el otro lo acompañaba; entrenaban juntos por si alguna vez debían escapar de las autoridades y se leían libros en voz alta.
El 8 de marzo de 1990, el M-19 se desmovilizó. Mary Luz y Gustavo cambiaron la clandestinidad para empezar una vida en la ciudad. Un año después nació Andrea, la primera hija del matrimonio y dos años después llegó Andrés. A ambos los bautizaron en honor a sus alias dentro del M-19. El matrimonio duró hasta el 2003. Andrea vive en Paris y ya es madre de dos hijos mientras que Andrés, vive como asilado político en Montreal, Canadá. Ambos lejos de la política.
Mary Luz Herrán siguió enganchada en la política y con agenda propia, aunque con las misma ideas. Ha sido parte del equipo de la Colombia Humana, encargada de coordinar a las mujeres. En 1998, se lanzó a la Cámara de Representantes y en el 2019 al Concejo de Bogotá, pero se quemó.
Siempre ha acompañado a Petro en cada una de sus campañas, a la de la alcaldía de Bogotá y como candidato para la presidencia en 2010 y 2018. La tercera es la vencida y esta vez no fue la excepción. Cada evento al que el líder del Pacto Histórico hace en Bogotá, está su segunda esposa apoyándolo detrás de la tarima.
Mary Luz solo ha hablado en una ocasión con Verónica Alcocer quien la contactó hace veinte años para preguntarle por su situación sentimental con Petro. La respuesta fue sencilla: un matrimonio firme y con dos hijas: Sofía y Antonella.
En el 2000, Verónica Alcocer, o más conocida en Sincelejo como La Polla, conoció a Petro, 17 años mayor que ella, casado y con tres hijos de dos mujeres diferentes. El flechazo se dio durante una conferencia en la Corporación Universitaria del Caribe. Verónica estudiaba Derecho y él dictó una conferencia después de que el invitado que la daría nunca llegará. Con el mismo modelo de sus dos historias anteriores, al igual que su relación con Katia Burgos, Verónica, que había estudiado la primera y bachillerato en Nuestra Señora de las Mercedes, provenía de una familia católica devota. Su primo era Mario Fernández Alcocer, exsenador que ha hecho carrera en el partido Liberal mientras que su papá, el abogado Jorge Emilio Alcocer, admiraba al líder conservador Álvaro Gómez Hurtado. Contra su voluntad, la familia Alcocer terminó aceptando el matrimonio que fue por todo lo alto al estilo sincelejano.
En la campaña a Bogotá, Verónica Alcocer se mostró como una primera dama fría y distante, aseñorada, dedicada al hogar y a sus tres hijos Sofía, Antonella y Nicolás -producto de una relación anterior-. Así estuvo en la campaña del 2018, alejada de las cámaras, pero al lado de su esposo con quien se mantuvo firme hasta el final y sostuvo cuando dio su discurso una vez perdió contra el presidente Duque.
Este año, se dejó ver a comienzos de este año, sometida a un cambio extremo física y emocionalmente. La metamorfosis es total. Irrumpió con agenda propia asociada al tema de la moda nacional, adelgazada y con un corte moderno de cabello, muy probablemente producto de su permanencia de varios meses en Europa. Con fotógrafo personal y una potente estrategia de redes: empoderada. No parece tener intención de regresar a su rol de compañera del candidato, sino que se le verá con protagonismo propio, defendiendo su espacio.
*Datos de la historia de Mary Luz Herrán y Gustavo Petro fueron tomados de la nota publicada en enero 13 2021: https://www.las2orillas.co/la-mama-de-andres-petro-cuenta-su-historia/
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