UN CAPRICHO QUE NOS PUEDE COSTAR MUY CARO
En los últimos meses ha ido creciendo el grupo autodenominado Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Según lo dicen las propias autoridades tiene presencia en 23 departamentos. En algunos como grupo armado uniformado. En otros como dueño de la gran mayoría del comercio del oro. En ciudades grandes y medianas como líder indiscutible del mercado de la droga. Pero el gobierno Santos y su Policía se niegan a reconocerlo. Ni siquiera los llaman por su nombre. Caprichosamente creen que mientras más los desconozcan menos policías van a matar. Por supuesto lo que quieren es demorar al máximo la posibilidad de establecer una negociación política, como históricamente ha pasado siempre en este país con grupos similares. ¿De quién es el capricho que le puede costar tan caro a Colombia?
PELEA BUGUEÑA
La entretención de los bugueños por estos días no es ir al Milagroso a pedirle por su futuro económico, es andar atentos de hasta cuál nivel nacional ha llegado una pelea parroquial entre el anterior alcalde de la ciudad y quienes han puesto a circular trascripciones de llamadas telefónicas de aquél alcalde con temas desde jurídicos y administrativos hasta sentimentales. A la pelea han entrado dos pesos pesados de Buga, el exministro, exgobernador y exvicepresidente Angelino Garzón y el periodista y catedrático universitario Ramiro Bejarano. El primero defendiendo al alcalde, el segundo denunciándolo. Para coger balcón, como diría el otro bugueño de honor, Mario Iguarán, porque se están tirando dardos que inconan.
UNIDAD DE CONTEXTO DE FISCALÍA SE ACERCA A REVOLCAR
LA HISTORIA DE LOS MAGNICIDIOS
Callada pero muy eficazmente las distintas comisiones de la Unidad de Contexto que creara el antiguo fiscal Montealegre han venido acercándose a verificar una verdad de puño que revolcará la historia que nos habían contado de los magnicidios en este país. Al estudiar los elementos que rodearon las muertes de Rodrigo Lara, Luis Carlos Galán, Jaime Jaramillo y Carlos Pizarro, dizque se han encontrado con un elemento común: el sicario del Estado era el DAS, que se facilitaba para el bandido de turno o para una organización supramásonica o supramafiosa, muy igual a la misma que pudo haber asesinado a Uribe Uribe y a Gaitán.
