Desorden económico
La gazapera con Venezuela ha echado toneladas de tierra a la equivocada política económica del gobierno Santos. El acumulado de variables reventadas son muchas. El déficit de la cuenta corriente. La crisis de clínicas y hospitales. Una devaluación del 70 % en menos de un año y muchas cosas mas debían haber obligado al gobernante a tomar medidas de prevención contra la inflación en un país en donde la comida se consigue en alto porcentaje en el exterior y se compra en dólares. No se hizo así y, como van las cosas, a punta de cuentos chimbos del ministro de Hacienda afirmando que subió el PIB, pero calculando el presupuesto presentado al Congreso con precio de petróleo a 60 dólares y tasas de 2.502 por el dólar, no vamos a llegar a ninguna parte distinta a una Colombia loquita emitiendo billetes como ya nos enseñaron los Estados Unidos que se puede hacer para entronizar la mentira como regla fiscal.
Nadie comió la papaya
Si algún alcalde ha dado papaya, y bien servida, ha sido Petro. Su incapacidad administrativa ha saltado más allá de los límites de la mediocridad. Sus caprichos vueltos normas o decretos llevaron a Bogotá a perder el norte, a volverse humanamente imposible y a tartamudear con el absurdo como guía ideológica. Su chasco de bajar la tarifa del Metro para subsidiar finalmente con los mil millones de todos los bogotanos a unos particulares, habría servido para construirle una muralla de oprobios. Pero aunque teóricamente la campaña para la sucesión de Petro debía haberse montado sobre la corrección de su equivocada administración, ni Peñalosa ni Pardo ni Clara y ni siquiera su frustrado asesor Alex Vernot, han sido capaces de montar sus batallas electorales enfrentando al alcalde. Todos parecerían tenerle miedo a quien creen el futuro ganador de las elecciones presidenciales cuando las Farc ya sean estado.
Se quemó Osuna
El conocido jurisconsulto Néstor Osuna Patiño, a quien todos daban por elegido como nuevo Registrador Nacional del Estado Civil, sufrió un traspiés del que difícilmente podrá pararse entre las brumas del olvido que todo lo perdona en Colombia. Con previsión de juez promiscuo y sabiduría de maestro universitario, Osuna se había retirado hace unos meses del fenecido Consejo Superior de la Judicatura y así se abrió campo con sus grandes amistades del mundo jurídico para ir por la Registraduría. Como quienes eligen al favorecido son los tres presidentes de las otras cortes, se daba por un hecho su favoritismo. Pero apenas publicaron la lista de los contratistas de la Fiscalía, la estantería se vino abajo. Ahora se habla que el último presidente del Consejo, el magistrado Wilson Ruiz, único par de quienes eligen, tiene que ser el nombrado.
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