EPM esconde el bulto
Lo sucedido en la hidroeléctrica de Guatapé es grave no tanto por la magnitud de lo acaecido, que nos tiene consiguiendo 7 gigas de energía prestadas para solventar el déficit, sino porque permitió descubrir que EPM así sea paisa, ni es tan perfecta ni es tan inefable como lo ha pretendido mostrar a través de los tiempos. El solo detalle de conocerse que EPM ordenó hace dos años suprimir los mantenimientos preventivos y que buena parte de lo sucedido en Guatapé habría podido evitarse, es suficiente para prender botones de alarma. Pero si por no tener compuertas de emergencia también dejaron de producir las hidroeléctricas de Playas y San Carlos y se unieron a la hecatombe deficitaria, con bombillos de alarmas no basta. EPM tiene la obligación de poner la cara y no esconder el bulto. Prestan un servicio público con el patrimonio de Medellín y le venden energía no solo a la capital paisa y al pueblo antioqueño, sino a muchas partes del país y, por lo tanto, deberían estar bajo la revisoría y vigilancia de los entes nacionales constituidos para preservar su buen funcionamiento.
Lorena, la emperatriz
Mientras averiguaba qué tanta responsabilidad le cabía a la emperatriz de Casa de Nariño, doña María Lorena, en la engavetada miserable que le pegó por dos meses al decreto que creaba la Comisión Investigadora de la Policía, el colega Held se topó con una certificación que indica que no existe ningún contrato de la presidencia para constituir la tal APP con la cual se dijo que iba a realizarse la búsqueda del tesoro del Galeón San José. Y como si fuera poco, para demostrar que la emperatriz María Lorena maneja todos los hilos de la casa presidencial, pero no es capaz de pegar un botón, se dejó conocer el manejo torpe del montaje de la pretendida coalición de fuerzas políticas alrededor de la paz desbaratándola unas horas después al darles, cual mendrugo del banquete, dos viceministerios a los verdes y a los conservadores y excluyendo a los demás partidos que se habían tomado la foto alrededor de Santos.
El asunto es peor
A raíz de mi nota en ADN sobre cómo las Cámaras de Comercio perdieron su virginidad, dejando de ser guardianes de la fe pública de los comerciantes y se volvieron contratistas de obras, se ha presentado una oleada de denuncias donde se muestra que las consecuencias de ese ímpetu emprendedor de las Cámaras desvirtuó por completo su carácter y la razón por la cual fueron establecidas. El caso de la Cámara de Barranquilla que no solo estuvo metida en serios líos con las trampas develadas y condenadas en la elección de su junta directiva, pero que a su vez fracasó siendo administradora del aeropuerto Ernesto Cortissoz, es una muestra. Pero si destapáramos la olleta en Villavicencio o en Montería y esculcáramos sus regímenes de cuotas laborales y contractuales repartidas entre los miembros de las Juntas, el asunto sería peor.
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