¿Todo por la paz?
La arremetida sin nombre que se ha venido conociendo públicamente por estos días contra los periodistas que nos hemos atrevido a criticar las actitudes presidenciales o de los ministros y los altos mandos, ha sembrado el miedo entre quienes ejercen el oficio de comunicadores o comentaristas de la vida diaria del país. Desgraciadamente algunos de ellos han preferido hacerse los sordos y hacerse los que no oyen, creyendo que todo lo dicho por quienes sufren en carne propia el flagelo (y los que nos acostumbramos a recibir los garrotazos en solitario), pueden ser llamados enemigos de la paz o uribistas, cuando han sido una gran mayoría de ellos los que contrataron con el Estado para hablar bien del proceso en La Habana.
Todos queremos la paz. El país la necesita. Pero no puede conseguirse la anhelada meta sacrificando principios elementales de la democracia como la libertad de prensa. No es una carta de presentación ante el mundo amedrentar periodistas, presionar a los dueños de los medios con los tentáculos del estado y aún hasta conseguir que remuevan personal y desaparezcan programas de diarios, emisoras y televisores.
La paz se puede conseguir en La Habana pero no a costa de la libertad de prensa. La paz debemos conseguirla entre todos pero no simoníacamente ni mucho menos imitando a las dictaduras argentinas en donde periodistas, intelectuales y escritores fueron perseguidos hasta la muerte.
Los que nos quedamos y no nos vamos a exiliar, preferimos caer en tierra nuestra respirando el aire libre de una patria que ayudamos a construir, escribiendo y opinando, no a destruir para que un gobernante y un guerrillero se ganen el Premio Nobel.
“Abuelo” o “travesti”
En las pruebas que Vicky Dávila le ha presentado a la opinión pública para convencer al presidente Santos que está actuando contra la libertad de prensa cuando no las valora ni las cree reales, se dice con repetida insistencia que a “Gardeázabal se le sigue hace rato”. Aún más, que se le tienen abiertas carpetas bajo los alias de El abuelo y La travesti. Sobre esos datos, y otros más estremecedores que poseen en la Fiscalía, estuvieron conversando durante nueve horas esta semana Gustavo Álvarez Gardeazábal y sendas comisiones enviadas desde el despacho del fiscal Montealegre. Probablemente en esta oportunidad la investigación, si no es presionada en aras de la paz y dizque del futuro del país, debe llegar a encontrar cuáles organismos de seguridad del estado, relacionados todos con la presidencia de la nación, son los gestores de esta batalla contra la libertad de prensa, que no quieren admitir ni los colegas bañados en miedo ni los dueños de los diarios, manejados por hilos económicos o de identidad de clase desde la Casa de Nariño o desde la fatídica Mesa de Juan.
Los servicios secretos de la Presidencia (de los que no sabemos pero que sigue coordinando el almirante Echandía). Los envidiosos de la Armada, que no nos perdonan a los que defendimos al almirante Arango Bacci de la patraña que se montó en su contra y los acuciosos de la Policía, obedientes todavía a las enseñanzas del general Naranjo, deberían ser investigados por el fiscal Montealegre si quiere de verdad encontrar los enemigos de la democracia .
¡Viva la libertad de prensa!
De mal en peor
Como el presidente Santos, en un tono más de dictador advenedizo que del curtido periodista que fue, no valoró las pruebas presentadas por la periodista Vicky Dávila para denunciar las chuzadas de que ha sido objeto por alguno de los organismos de seguridad, que él con sus actitudes parece tolerar, la directora de la FM hizo públicos los correos recibidos de su fuente anónima y las comprobaciones que para cualquier ignaro son contundentes, pero no para el presidente de la nación.
El problema no es ese. Es peor. Si se lee con cuidado la extensa declaración al aire que hizo la valiente periodista, se puede apreciar que estamos bajo un régimen del terror y que la otrora democracia colombiana ha desaparecido porque es política de estado espiar a los periodistas y a quien sabe cuántas más personas.
La Fiscalía ha estado investigando, más bien comprobando, lo que Vicky ha contado y aunque no ha dicho nada concreto hasta ahora, seguramente si reviven la investigación que la fiscal Clara Lovera hiciera sobre las chuzadas de hace unos años a La Luciérnaga y escrutan más hondo en el gravísimo asalto a la casa de Gardeazábal en Tuluá para robarle, pistola en mano, los computadores y todos los archivos, (lo que nunca fue investigado realmente), esa condenable y espantosa política de Estado de perseguir a los periodistas y que ha ido acabando con la libertad de prensa, podría ser cortada de tajo por generales y congresistas verdaderamente demócratas que defiendan la república y no la megalomanía del gobernante y sus áulicos.
Para que midan la gravedad de lo que vivimos y los últimos estertores de la libertad de prensa, aplastada por el régimen santista, invitamos a leer el largo pero muy importante diálogo de Vicky Dávila al aire el pasado 18 de diciembre en La Fm
¡¡Felices fiestas!!
Reaparecemos el 12 de enero