Las tonterías alrededor del coronavirus
Opinión

Las tonterías alrededor del coronavirus

Fumigar llantas, guantes, y la mayor tontería: creer y divulgar que se está avanzando en ‘la guerra contra el coronavirus’, cuando solo se está es retrasando la velocidad del contagio

Por:
julio 08, 2020
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Aquí el sentido de tonterías es el de algo -por ejemplo una medida- que no produce resultados pero sí desgastes; que implica molestia o incomoda al ciudadano, que consume además capacidad y recursos administrativos, y causa costos y perjuicios en la economía.

Un ejemplo es la idea de fumigar las llantas de los carros. Según expertos la posibilidad de que por esta vía se contagie el coronavirus es menor que la de que a una misma persona le cayeran dos veces un rayo en el mismo día. Es una exageración (aunque puede ser casi verdad) pero aún quitando uno de los rayos nos da una idea de la posibilidad de que así se trasmita la enfermedad.

Es conducente la división en dos de la población para evitar aglomeraciones y disminuir los contactos, alternando los dos ‘libres’. Pero tontería es no acudir a la diferencia natural de hombres y mujeres e inventar el cuento de que, para respetar los LGBTxx, se hace con el último dígito del número de la cédula. Las preferencias sexuales y las características psicológicas pueden dar muchos géneros pero físicamente y para los efectos que aquí se buscan el objetivo se cumple con el simple ejercicio de ver las personas; lo que es absurdo (tontería) es el montaje de una administración, las incomodidades y molestias que se causan y los costos para unas medidas que nada adicional aportan.

Otro ejemplo que cayó por su propio peso fue el de los guantes.

Y algo parecido sucede con la ‘casa por cárcel’ para los mayores de 70. Si la razón y la forma de atender la salud de los ‘abuelitos’ obedece a que se enferman más, fallecen en mayor proporción y son los que más mueren en la UCIs, tendrían que vivir encerrados siempre. Y si la razón de fondo -aunque no declarada- es el peligro de saturación de los sistemas de salud, y de que por eso toque escoger a quién se deja morir, lo primero sería probar con proyecciones y estadísticas que eso puede suceder. Pero como lo dijo Angela Merkel al rechazar dicha posibilidad, nada más antiético que el que la solución al problema sea el sacrificio o sanción a los mayores para que eso garantice las probabilidades de supervivencia del resto.

Pero es que con las tonterías pasa lo que con las mentiras, que para defender la primera toca multiplicar y aumentar las siguientes.

La primera y mayor mentira y tontería es creer y divulgar la idea de que se está combatiendo y avanzando en ‘la guerra contra el coronavirus’.

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Las pandemias tienen un ciclo natural que se desarrolla inexorablemente. Seguirán multiplicándose las cifras  de contagios y muertes hasta que no se encuentre la vacuna o el tratamiento

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Las pandemias tienen un ciclo natural que se desarrolla inexorablemente. Seguirán multiplicándose con cifras cada vez mayores de contagios y muertes hasta que no se encuentre la vacuna o el tratamiento contra la enfermedad o que la cantidad de infectados sea tan grande que lleguemos a la ‘inmunidad de rebaño’. Lo que se está es retrasando la velocidad del contagio pero nada más. Luego lo que toca definir ahora es cuál es el costo-beneficio de seguir diluyendo en el tiempo ese desarrollo. Repensar si las continuas nuevas reglamentaciones que se emiten para seguir tratando de ‘aplanar la curva’ presentan un costo-beneficio que justifique los daños colaterales que se están produciendo.

¿No es una tontería un ‘aislamiento preventivo general obligatorio’ cuando las excepciones son más del triple de los obligados (según la alcaldesa López “ya hay más de 6 millones de personas saliendo a trabajar, mientras que 1.5 millones siguen en casa”)? ¿Cuál entidad pone las multas? ¿Qué capacidad tiene de hacerlas efectivas? ¿Con que soporte las establece y como prueba la eventual violación?

El Estado amenazador acaba siendo la fuente de corrupción concretada en la extorsión o soborno del agente que la representa.

Porque tontería es sacar y sacar reglamentaciones que sustituyan con el miedo a las sanciones de la autoridad lo que debería ser la motivación individual de prevenirse personalmente contra la enfermedad. La credibilidad y el principio de autoridad se va perdiendo a medida que se siente y entiende que ni las medidas que se toman se pueden implementar, ni es cierto que de ellas dependa el fin de la pandemia.

La gran ‘tontería’ en realidad es crear una falsa dimensión de la gravedad de la enfermedad y de la pandemia mediante la promoción del pánico para imponer unas medidas que no se justifican por lo desproporcionado entre el poco beneficio que se logra (ganar algo de tiempo) y las consecuencias que se están produciendo (descrédito de la autoridad, desgastes administrativos, corrupción, destrucción de capital social y daños colaterales sociales y económicos).

 

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