Hemos vivido en el escenario político un par de semanas de amores, traiciones, propósitos inconfesables, trampas etc. que caracterizan nuestras telenovelas.
Esto porque el mecanismo de las consultas interpartidistas parece no haber sido bien entendido. El propósito de estas no es agrupar para saber cual coalición es más fuerte. Lo que produce como resultado es eliminar a los precandidatos que participan en ellas pero pierden. No es una medición de fuerzas entre sectores, sino una depuración por dentro de cada vertiente para no diluir sus fuerzas. De la consulta saldrán los candidatos fuertes a hacer ahí sí coaliciones para intentar en la primera vuelta ganar el derecho a pelear la segunda.
Lo paradójico es que esas telenovelas hayan girado alrededor de precandidatos que no tenían la menor posibilidad de ganar
En el caso de Ordóñez, algo absurdo parece el que un autocandidato, que no representa ningún partido, ni ningún movimiento, ni prácticamente a nadie, se haya convertido en el motivo de la confrontación. La presentación por firmas se sabe que es muy poco lo que significa (‘una firma no se le niega a nadie’; cualquiera puede firmar por varios candidatos; las firmas descartadas fueron tantas como las aceptadas; y las negadas a Ordóñez fueron las más numerosas proporcionalmente). La única elección en la cual participó no tuvo que ver con el voto popular y se explica por la forma presuntamente ilegal en que fue elegido y que hoy lo tiene bajo investigación judicial.
Pero como en toda telenovela tras lo aparente hay unas realidades escondidas. La presentación fue de una confrontación de fuerzas alrededor de él en el proceso de concertación que buscaba llegar al acuerdo entre los expresidentes Uribe y Pastrana.
Pero habría sido ‘pelea de tigre contra burro amarrado’ (sobra decir qué papel tendría cada uno).
La realidad es que con quien negociaba Uribe y quien sí representa y moviliza sus propios seguidores es Marta Lucía Ramírez. Lo ha demostrado en otras elecciones donde no la ha acompañado su expartido (el conservador). Mejor dicho, Pastrana sin Marta Lucía no existe y es ella quien puede hablar. El retiro de Pastrana con el ‘ya cumplí mi parte’ fue solo el reconocimiento de eso.
A Marta Lucía le conviene que Ordóñez forme parte de la consulta,
porque con el exprocurador en el extremo derecho de ese abanico
lo previsible es que los votos que saque serán los que le quite a ‘el que diga Uribe’
Lo paradójico y un poco incomprensible es que Marta Lucía se haya obsesionado con defender lo que Pastrana defendía. Si algo conviene a Marta Lucía es que Ordóñez forme parte de esa consulta, puesto que estando el exprocurador en el extremo derecho de ese abanico —es decir más radical que el uribismo— lo previsible es que los votos que saque serán los que le quite a ‘el que diga Uribe’. No solo da mayores posibilidades a que sea ella la candidata derrotando a Iván Duque, sino, en caso de ganar, el peso de la coalición será más grande.
Marta Lucía cuenta no solo con ser mejor candidata (con mas trayectoria; más conocida de los electores; mas reconocida en cuanto a resultados; más vínculos en todas las esferas; y más ejecutorias tanto en el sector privado como en el público), sino la presencia de Ordóñez además de quitarle sus poquitos votos a Uribe la beneficiará con los votos —probablemente más numerosos— de quienes por ser consulta abierta gozarán votando contra él (v. gr. presumo casos como el de Daniel Samper hijo).
La telenovela del Partido Liberal, en cabeza de De la Calle,
con el de triángulo de éste enamorado de Fajardo sin su reciprocidad
y de Clara persiguiéndolo sin ser atendida
No es su imagen personal —-como en el caso de Ordóñez— lo que lo descarta como candidato. Se le pueden reconocer objetivamente su honestidad, eficiencia, buena persona y vocación de servicio; aunque también es claro el poco carisma y hasta cierto punto la incapacidad de liderazgo que lo caracteriza.
Pero ser ungido por Gaviria no solo es un lastre sino en alguna forma un pecado. Primero por las maromas e ilegalidades cometidas por el expresidente para imponerse como Director, poner en vigencia unos estatutos declarados ilegales, y con ello su modelo neoliberal; así alejó a la inmensa mayoría del liberalismo del hoy oficialismo Liberal. Después por la forma en que, según lo denunciaron todos los otros precandidatos de la colectividad (Piedad Córdoba, Sofía Gaviria, Vivian Morales, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo), manipuló con diferentes trampas el sacar esa candidatura.
Aquí la paradoja de la telenovela se repetía pero al revés. No se entiende que sea Clara López quien haya insistido en buscar esa participación en la consulta acordada entre Petro, Caicedo y ella. Al fin y al cabo, De la Calle a quien quitaría votos sería a ella. Y mal que bien los verdaderos liberales inconformes con Gaviria y con Santos, encontrarían en el nombre de ella una alternativa para demostrarlo. Y quienes no pertenecen a la izquierda, al ser una consulta abierta podrían aprovechar para manifestar su rechazo a Petro (caso parecido al de los antiuribistas con Marta Lucía).
De acuerdo con su trayectoria (con condiciones parecidas a las de Marta Lucía) parecería que hubiera podido tener buena opción de alcanzar esa candidatura. Sin embargo, con una decisión inesperada e inexplicable, esta telenovela perdió lo que hubiera podido terminar también como un final feliz.