Las tablas de Carvajal

Las tablas de Carvajal

Este incansable señor del teatro, con sus acciones como persona y profesional, es un digno ejemplo a seguir

Por: Jorge Eliécer Cuéllar Leal
enero 29, 2021
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Las tablas de Carvajal
Foto: Facebook @carlos.e.valderrama.12

Cuando inicié en este trasegar de las artes escénicas, acá en Cúcuta, su nombre, maestro Carvajal, ya era de un gran peso en las tablas del Norte de Santander, corría el año de 1987. Los compañeros que tenían ya un bagaje en la escena regional y con los que iba haciendo camino, le hacían un reconocimiento bastante generoso al hablar de sus montajes y de los actores y actrices que por ellos iban pasando. En ese momento, personalmente, consideraba que tratar de hablar con usted o desear poder participar en uno de sus montajes era de por sí un imposible, y, producía en mí una “paniquiada” del tamaño de quedarse en blanco en plena escena, el solo hecho de pensar de tenerlo frente a frente, pues, el imberbe conocimiento que tenía de este bello y complicado Arte hacía que mi ímpetu flaqueara, y no solo mi arrebato, también mis piernas entraban en un trémulo zigzagueo.

Años más adelante lo vi en una de esas tantas e inútiles reuniones que organizan los entes culturales de nuestra región. Habían convocado para hablar de programas, planes y proyectos para “ayudar a fortalecer” el teatro y “dignificar” a los trabajadores escénicos. Como muchos otros, usted también ese día manifestó su inconformismo ante las falsas promesas enmarcadas en ladinas ayudas. Estampó en los concurrentes el precedente de que hay que mantenerse incólume ante aquellos que se burlan de los sueños y el trabajo efectivo de aguerridos hacedores de las tablas y por consiguiente del acervo cultural de los nortesantandereanos, entre los cuales su nombre está inscrito y con altura suficiente para dar y convidar. Paralelamente, a todo esto tuve oportunidad de ver sus montajes, de verlo actuar y entonces pude disfrutar cada una de las ocurrencias de sus propuestas. No soy quién para decir que está bueno, regular o malo, porque todavía a estas alturas sigo siendo un estudiante aprendiz del comportamiento humano para llevarlo a la escena. De lo que sí puedo dar fe es que pude conocer al señor Carlos Carvajal: un señor señor en toda la extensión de la palabra. Conversé con él muchas veces, en desacuerdo o no siempre cordial, y hasta una vez fui invitado a una fiesta en su casa después de un estreno en la Universidad Libre. Un incansable señor hombre de teatro, sus acciones como persona y profesional en su persistencia teatral son un ejemplo digno a seguir. caballero para referirse a sus colegas, a sus actores, actrices, a sus alumnos colaboradores quienes les siguieron en sus quijotescos festivales y encuentros teatrales. Muchas, muchas tablas, que se leen diáfanamente en su histriónico rostro.

Hoy temprano en el mañana leo con asombro en un corto, cortísimo estado de WhatsApp en un chat de teatreros, su despedida, ¿Su despedida?... Avanzo de a poquito, como quien no cree en lo que lee, porque también de a poquito mi alma de teatrero se arruga, y se me arruga tanto, que logra encharcar mis ojos. Más adelante en un audio ratifica que hace mutis por el foro, que se retira con la “satisfacción del deber cumplido”, que se retira “porque cree que ya cumplió su ciclo y da un paso al costado” y como para que no queden dudas, al final se despide de su Rana, que ya no croara más. No soy el más íntimo de sus amigos ni tampoco su más allegado teatralmente hablando, pero considero que como persona que está en el medio teatral estoy obligado a decirle con todo respeto, que se equivoca, porque muchos de esos muchachos que usted formó estarán desconcertados y saben que todavía usted tiene mucho más para darles a ellos y a los seguidores de sus obras que están esperando volver a destornillarse de la risa con los albures de sus personajes. Que saben que a donde usted vaya en su inagotable corazón de actor y director teatral, seguirá bombeando a borbotones la chorreante sangre (Como lo dijo alguna vez ese otro loquito llamado Antonin Artaud) de la creación escénica. Sin embargo, también debo decirle con todo respeto, admiración y cariño, que yo sé, al igual que sus muchachos, que su heroica salida de escena –y digo heroica, porque se necesita tenerlas muy bien puestas para realizar este último acto, cuando se sabe que esto es lo que más amamos en la vida- es para seguir allá detrás de las cortinas o entre bambalinas, a esperar que uno de nosotros se atreva a darle pie para que entre de nuevo a la escena.

Aplausos, aplausos, aplausos.

Con aprecio y cariño.

Jorge Cuéllar

Director de Sino Teatro.

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