Han pasado tantas décadas y vemos con suma tristeza cómo nuestra clase dirigente hace lo que los gobiernos gringos le imponen. No hay un solo presidente que haya sido rebelde contra el país del norte, ni López Michelsen, ni Turbay Ayala, ni Gaviria Trujillo, ni Pastrana Arango, ni Uribe Vélez, para solo mencionar unos cuantos.
Hoy el presidente Iván Duque representa toda la rodilla en su máxima expresión. Es un mandatario que todo lo que le pida el gobierno Trump la acepta sin discusiones. Ayer lunes, el asesor de Seguridad Nacional de EE. UU., el jefe del Comando Sur y un asesor del presidente Trump visitaron la Casa de Nariño. Llegaron los mandamás a presentar una nueva estrategia en marcha: Colombia Crece. Esta tiene como objetivo lo mismo de siempre: la lucha contra el narcotráfico, que está más que comprobado que ha sido un fracaso desde la óptica que imponen los gringos y aun así acatamos y cumplimos.
Además de la misma estrategia con diferente nombre, ya nos podríamos imaginar qué otros temas hablarían: del presidente Maduro y, cómo no, de las bases gringas en nuestro país. El caballito de batalla de Duque en Colombia es Nicolás Maduro, lo insulta y lo señala de dictador y de narco. Ya en el fracasado concierto de febrero de 2019 instigaba a que los militares del vecino país asestaran un golpe de Estado, llamándolos a que tenían que estar del lado de la historia.
En fin, sobre las bases gringas, imagina uno que todo lo que pidieron esos asesores les fue otorgado sin chistar. Felices debieron salir esos altos funcionarios porque, entre otras cosas, sus soldados tienen inmunidad en Colombia, inclusive pueden violar mujeres sin que les pase absolutamente nada. Mientras somos obsecuentes y arrodillados a Trump, él nos trata como lo que somos, unos lacayos. En días pasados les pidió a sus ciudadanos que entre los países del continente americano que no se debe visitar por el COVID-19 está el nuestro.
El pasado 7 de agosto celebramos la batalla de Boyacá, que nos independizó del yugo español, para ser tiempo después dependientes y esbirros del yugo gringo. Antes las élites soñaban con un título nobiliario del reino español, hoy lo hacen con no perder nunca la visa de Estados Unidos, porque las rodilleras sí que están bien puestas.
