El 30 de enero de 2015 la Revista Semana registró que en Colombia existen 3.794 reinados. Este puente de San Pedro y San Pablo se celebraron, entre otros, el reinado universitario, el del café y el del bambuco.
Las posiciones críticas frente a este tipo de eventos crecen. Argumentos que denuncian las sobrecargas al cuerpo femenino, su discriminación y cosificación, son solo algunas de las perspectivas expuestas. La cohesión social que generan, la simbología cultural que enaltecen y la industria, los argumentos que más se resaltan para hacer oposición a estas críticas.
Pero cuidado.
Una cosa es hablar de reinas y reinados, y otra muy diferente es hablar de reinitas y reinados infantiles. El concurso Miss Tanguita disparó las alarmas en Colombia después de muchos años de silencio con este perverso concurso, pero desde allí el tema está durmiendo en la doble moral de nuestra cultura que valida estos espacios, pero es “contundente” en criticar violencias basadas en género, “radical” en la protección de los derechos de la primera infancia y “determinante” a la hora de oponerse a cualquier forma de maltrato ejercido contra la niñez.
El pasado 6 de junio en Bucaramanga se celebró un castin con niñas de 3 a 12 años. Sí. Desde los 3 años algunas menores fueron expuestas a un proceso de selección para llegar a ser “Miss Princesita Real”. Ante este hecho algunas personas nos movilizamos hasta la entrada del evento, para expresar siete argumentos a madres y padres de familia que llevaron sus niñas.
Después de nuestra movilización, el 10 de junio, en el fan page del evento se recalcaba que el concurso potenciaba justo los siete temas que criticamos. Curiosamente las organizadoras lo hicieron después de dicha movilización, utilizando los mismos argumentos para dar la vuelta y precisar que lo que hacían, era justo todo lo contrario.
En síntesis planteamos a las familias que las niñas a tan temprana edad no tenían el desarrollo físico, emocional e intelectual para decidir plenamente sobre el tema, que el reinado exponía el cuerpo de las menores desde su primera infancia y que esto podría causar impactos negativos en sus dimensiones identitarias.
Pero lo principal: a parte de la vulneración a los derechos de libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad personal y a la igualdad, era necesario recordar que la "Convención de Belém do Pará" precisa que: “El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros: el derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de patrones estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación.”
No se trata de un debate más. La hipersexualización a la que se exponen niñas desde los 3 años es un tema que como muchos otros, merece una discusión más seria, estructurada y orientada a tomar decisiones que favorezcan a las menores de edad.
Los reinados infantiles vulneran los derechos humanos. El debate está abierto cuando hablamos de mayores de edad, pero aquí no debe estar abierto, en tanto hablamos la primera infancia. La violencia y la inequidad contra la mujer nacen en este tipo de prácticas y, mientras sigamos justificándolas, será muy complejo disminuirlas.
