Estuve leyendo algunos de los comentarios en redes sociales respecto a la reciente denuncia de una estudiante de la Universidad Nacional, en la que señala ser acosada sexualmente por el señor Freddy Monroy, profesor y también director de la Maestría de Enseñanza de las Ciencias Exactas y Naturales.
Me encontré con mensajes de apoyo, pero también con las opiniones en contra de la víctima, ofendiéndola y acusándola de ser la provocadora, culpándola por no haber reaccionado de forma agresiva y al contrario, haber tenido una reacción pasiva que para ellos solamente significa que la joven disfrutaba de ese momento. Incluso, otros la acusan de haber planeado una venganza y así sucesivamente juicios en contra de ella.
Con cada comentario denigrante me pregunto varias cosas: ¿será que ante los ojos de estas personas una negativa no tiene ningún sentido?, ¿la conducta de este profesor dentro de una institución la aprueban sin ningún problema?, ¿aquellos que hacen este tipo de comentarios, tendrán claro que no todos reaccionamos ante el miedo o situaciones incómodas de la misma forma? Deberían medir sus palabras, ya que lo que están haciendo es revictimizar y justificar a un profesor que irrespeta a una estudiante, atentando contra su integridad y las normas de una universidad.
Aún no puedo creer cómo muchas personas insisten en atacar a las víctimas cada vez que se conocen este tipo de noticias. Recordemos cuando hace algunos meses la periodista Claudia Morales decidió hablar en una de sus columnas sobre la violación que sufrió por parte de un exjefe y por la que después muchos la criticaron y la juzgaron, algunos por guardar silencio, otros desesperados por el morbo de conocer el nombre de su agresor la insultaban y ponían en duda su versión e incluso no creían que estuviera contando un momento real.
Es lamentable y vergonzoso este tipo de actos, pero también lo es que una comunidad apruebe y acepte el acoso y el abuso sexual como algo normal y que además de ello si la víctima no es alguien cercano entonces se juzgue y/o se ofenda sin ningún tipo de filtro, eximiendo al agresor y ocasionando un sufrimiento mayor.
No se necesita pasar por algo así para ponernos en los zapatos de alguien y entender que desde el primer momento el que está actuando mal es el que abusa de su poder para intentar alcanzar objetivos sexuales. Como sociedad estamos en la obligación de rechazar conductas como esta y ante todo debemos ser más humanos, no solamente pensar en la situación sino también en lo que pudo sentir y cómo se siente la persona agredida.
Deberíamos brindar nuestro apoyo a la joven que se armó de valor para poder obtener un video como evidencia y tener pruebas para denunciar ante la Universidad Nacional y la Fiscalía, cabe resaltar que desde el momento que se hizo pública la noticia han salido otras estudiantes que dicen haber sido acosadas por el mismo docente. Ojalá el caso tenga un castigo ejemplar y no se dé solamente porque tuvo cubrimiento mediático, ya que son muchos los que no siempre lo tienen; todos merecemos que se nos trate con dignidad y que se respeten nuestros derechos en cualquier lugar.
