El Australian Open no debería ser motivo de tantas noticias antes de que empiece el torneo de no ser por Novak Djokovic. El mejor tenista de la actualidad es un declarado antivacunas que no quiere perderse bajo ningún concepto el primer Grand Slam del año, pero las leyes australianas y el torneo le exigen estar vacunado a lo cual se niega por vivir un estilo de vida "naturalista". Vegano y un gran meditador, su forma de vivir la vida lo hace rechazar las vacunas, y es respetable. Es su cuerpo y su decisión. Pero no puede pretender imponer sus normas y pasarse por encima todas las medidas sanitarias para poder jugar.
Ni los demás tenistas, ni la organización del torneo, ni el gobierno australiano apoya a Djokovic. Es él contra todo el mundo y ha recurrido hasta a mentiras y puesto en riesgo a muchas personas por no vacunarse. Por ejemplo, se conoció que dio una entrevista al diario francés L'equipe el 18 de diciembre cuando, dos días antes había dado positivo en prueba COVID. Ese día 16 también asistió a un evento público sin tapabocas, sabiendo ya su positivo, pero creyó que con distanciamiento estaría bien. Puso en riesgo a todos los que estuvieron con él ese día y mintió ocultado su situación, pero ahora quiere que un país y el torneo que exigen la vacunación lo dejen jugar sin ninguna dosis.
No es el único escándalo reciente de Djokovic. En los pasados Juegos Olímpicos de Tokio el tenista no estuvo de acuerdo con la decisión de la gimnasta Simone Biles de retirarse por salud mental, ya que un deportista de alto rendimiento "debía aguantar y saber lidiar con toda esa presión". Unos días después, en el partido por la medalla de bronce, Nole no pudo con la presión y terminó desquiciado en la cancha: gritando a todo el mundo, rompiendo raquetas y hasta lanzándolas a la grada.
En 2020, en plenos primeros meses de la pandemia, Djokovic organizó torneos de exhibición donde todo el mundo asistió sin tapabocas, no hubo distanciamiento y días después se vieron los resultados. Él y varios tenistas más contagiados, además del público asistente al torneo. También finge lesiones en momentos clave de partidos que va perdiendo y milagrosamente los termina ganando, cosa que ha molestado a muchos más tenistas que ya han dicho no creerle. Podrá llegar a superar los títulos de Grand Slam de Federer y Nadal (los 3 están empatados a 20), o ser más talentoso que los dos, pero eso no es lo único y por esos varios motivos es que nunca será considerado el mejor de la historia.
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