Es nada más bajarse y respirar. Fuera sacos, se acabó el soroche. La brisa despeluca pero también enciende, sobre todo si en las calles está suelto, como un loco bendito y furioso, el carnaval. El viaje desde el Ernesto Cortizos al hotel se hace en vía recién estrenada, amplia y despejada. Vamos a mil pero tranquilos, no como en el lugar de donde venimos, donde todas las esperanzas se marchitan en un trancón. En Bogotá el corazón palpita inversamente proporcional a como se mueve una fila de carros. En Barranquilla estás vivo.
Acá pasamos de la mula al jet. La aviación empezó como el sueño de un empresario en esta ciudad por allá en los años veinte. Entonces pudimos surcar los caminos intrincados de la cordillera. El cine, esa máquina de sueños, entró por acá. La modernidad también. La música y la alegría. En la década del cuarenta la banda sonora del progreso era Pacho Galán y Lucho Bermúdez: los invitaban a todas las inauguraciones a que tocaran y nos sentíamos un poco más modernos no tanto por las vías o las obras de infraestructura que abrían sino por sus porros, su música, ese jazz del Magdalena que nos hermanaba con el Misisipi. Barranquilla se parece a la Ventana al mundo, el monumento inaugurado en el 2018, es moderna y lleno de colores, una inyección de optimismo que recibimos antes de ver la ciudad. La ventana al mundo también podría ser la síntesis de cómo funciona la empresa privada en este lugar.
Centralizado el poder en Bogotá, fueron los empresarios los que abrieron trocha, son los gitanos que llevaron el hielo a Macondo. En la Arenosa el papá de Julio Mario Santo Domingo creó Scadta, la primera aerolínea del país, por allá en 1919, la semilla de lo que después sería Avianca. Acá arrancó Bavaria y los sirios libaneses, rechazados en la planicie bogotana, en donde desconfiaban de todo lo que no estuviera enruanado y triste, crearon droguerías, cadenas de supermercado y hasta uno de los equipos más gloriosos del país, el Junior de Barranquilla, quien empezó a ser grande cuando Fuad Char lo compró en 1972. Gracias a las migraciones acá no necesitaron del estado ni de las migajas que el poder acostumbra a botarle a las regiones desde la capital. La ventana al mundo sintetiza un poco el agradecimiento que le tienen los migrantes emprendedores a una ciudad que les abrió sin restricciones sus puertas. La ventana al mundo es la declaración de principios de Christian Daes.
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Barranquilla, en su realismo mágico, ha encontrado su manera de ser administrada
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Barranquilla es desigual, putamente desigual. A sus esplendorosos barrios le siguen los suburbios miserables que rodean el estadio Metropolitano. La visa de Alex Char acaba de ser negada, Arturo Char salió del congreso en medio de un escándalo y Aida alista baterías contra los dueños de Olímpica. No parece ser un buen momento para la familia más poderosa del Caribe. ¿Pero qué hubiera sido Barranquilla sin la empresa privada? Los empresarios barranquilleros, al estar frente al mar, a pesar de todos sus cuestionamientos, tuvieron una creatividad que contrarresta con la frialdad cruda del altiplano. Julio Mario parchaba con los borrachos geniales de la Cueva y le alcahueteaba las rumbas a Gabo, Cepeda Samudio y Obregón. El esplendor cultural de Colombia se lo debe a esta ciudad, tan subestimada en la anquilosada Bogotá. Una ciudad que creció a pesar de que la capital ha hecho de todo para sumirla en el olvido.
Una ciudad carnaval, vaya maravilla. A la muerte de Joselito se viene la tristeza pero también un renacer, porque como el Fénix el fuego aviva a espíritu carnavalero, lo transmuta, y una vez vuele su última ceniza ya la ciudad arranca a pensar en un nuevo carnaval. En Barranquilla se trabaja para gozar, no se vive amargado por el trabajo. El mar es apertura, las montañas opresión, ¿Cómo podríamos corregir ese error histórico que es Bogotá?
Este columnista ha criticado una y otra vez que la casa de la selección sea Barranquilla por los cruces políticos de los Char, porque me molesta profundamente la dictadura de Jesurun y la impunidad que le da su amistad con personajes duros de la capital como la procuradora Margarita Cabello, porque a veces este estadio se convierte en una inmensa sala donde Cambio Radical, de la mano de la Casa Char, hace sus relaciones de poder. Pero la casa de la selección se enfría, como el Carnaval, cuando se llena de cachacos. Si Barranquilla se independizara de pronto sería un mejor lugar, al menos su destino sería más favorable que el que correrían los odiosos paisas si llegan a cumplir su sueño de la Antioquia Federal.
En Barranquilla el hombre Caribe se ha empoderado y no recibe órdenes desde la altura de la cordillera. Con sus lunares han sacado adelante su idea de su ciudad.