Las raíces históricas, políticas y sociales de las Farc-EP (1)

Las raíces históricas, políticas y sociales de las Farc-EP (1)

"La memoria histórica de las Farc-EP, como uno de los principales protagonistas de la vida contemporánea de Colombia"

Por: Horacio Duque
marzo 15, 2017
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Las raíces históricas, políticas y sociales de las Farc-EP (1)
Foto: quintopoder.com.co

 

Ha sido aprobada, después de muchos tropiezos y bloqueos del gamonalato oficialista y de la ultraderecha uribista, la Justicia Especial de Paz como instrumento de reconocimiento de los derechos de las víctimas del largo conflicto social y armado nacional. La JEP incluye un mecanismo extrajudicial que es la Comisión de la Verdad.

Conocer la verdad de la constitución y existencia de las Farc como expresión de la resistencia agraria y campesina contra la violencia latifundista, militar e imperial es parte fundamental de la construcción de la verdad sobre la guerra civil colombiana que se ha prolongado, desde la década del 40 del siglo XX, por más de 70 años.

Las Farc es una subjetividad social y política que se constituyó en el contexto de prolongadas y difíciles luchas de los campesinos por el derecho a la tierra, a la vida, a las libertades y a la justicia social. Como señala Hugo Zemmelman, en su configuración es necesario considerar diversos elementos de orden individual, familiar, grupal, coyuntural, internacional y societal (http://bit.ly/1GqCIa8 ). En ese sentido un estudio objetivo de las Farc implica acudir a un enfoque multidisciplinar que incorpore el abordaje histórico, sociológico, politológico, antropológico y etnológico.

Este documento hace parte de un texto que llevara por título Colombia: “La Paz posible”, que aborda otros elementos como la caracterización del conflicto social y armado nacional, las políticas públicas de negociación y diálogos, las experiencias internacionales en solución de conflictos armados, el papel de la sociedad civil, el contenido de los acuerdos entre el gobierno del Presidente Santos y las Farc,  y las negociaciones con el Eln. Por supuesto, el tratamiento de tales asuntos supone la construcción de una amplia teoría sobre la paz.

Vamos a ir publicando por partes este documento para facilitar la lectura y análisis del mismo.

Antes de abordar en detalle la génesis, la fundación, conformación y consolidación de las Farc como un actor social político y militar, dueño de un amplio potencial en tanto que contradictor del Estado y el régimen gubernamental, resulta indispensable hacer una presentación de los modelos teóricos utilizados por diversos estudios para ofrecer una explicación de dicha subjetividad social. También es de provecho recoger los esquemas que ofrecen una periodización histórica de las Farc, partiendo de su propia versión, construida desde la experiencia de las cuatro guerras registradas desde el 9 de abril de 1948.

  1. Clasificación de Pécaut sobre estudios de la insurgencia.

Sobre los estudios que se han realizado en Colombia acerca del fenómeno de la insurgencia, Daniel Pécaut propuso en 1994 una clasificación en tres categorías: Etiológicos, aquellos que tienen en cuenta el estudio de los factores explicativos sobre los orígenes de los grupos guerrilleros. Tipológicos, o sea aquellos que colocan el acento en la diferenciación de los grupos armados de acuerdo con criterios tales como su extracción socio histórica, los fundamentos ideológico-políticos, las formas de organización o los escenarios de lucha urbanos o rurales. Y Socio-geográficos, aquellos que estudian las modalidades de articulación de los grupos guerrilleros en determinadas regiones y frente a sectores sociales específicos.

  1. Tres series históricas que permiten entender las Farc.

Para Domínguez no ha habido solo una teleología que oriente el accionar de las Farc desde su nacimiento, sino varias teleologías que en diversos momentos han aparecido, desaparecido o han coexistido; su trabajo lo aborda desde la perspectiva de la sociología histórica, tratando de visualizar el proceso general de estructuración de dicha guerrilla a través de tres series históricas: La Resistencia defensiva, la Transición y el Control Territorial (2011).

En cada una de las cuales, es posible identificar, a partir del ingreso de nuevos actores a los puestos de comando, nuevas intencionalidades, nuevos intereses y orientaciones diferentes en relación con la inicial razón de ser de la lucha insurgente de esta guerrilla.

Examinemos brevemente cuáles son las series consideradas en el estudio e Domínguez.

La primera serie es la Resistencia Defensiva. Protagonizada por un grupo humano de excluidos de la sociedad mayor, que inicialmente lucha por la preservación de la vida y en función de ello, va adoptando la forma de un sector social emergente y en proceso de diferenciación de los demás partidos y grupos sociales constituyentes del Estado y de la sociedad mayoritaria, para lo cual se encierra en una especie de “clausura material y de sentido”,  que le permite comenzar un proceso de estructuración de un imaginario social instituyente, diferente, especialmente del imaginario instituido por la sociedad mayor y que se reflejaba en los modos de hacer y de pensar originarios del Partido Liberal del cual provenía buena parte del naciente grupo armado y al cual atribuía Marulanda los primeros fracasos militares cuando describía el comportamiento de muchos de los comandantes como “demasiado liberal”, para significar no clandestino, no conspirativo, abierto, descuidado, que era como actuaban en la época de las guerrillas liberales en su época “societal”. El imaginario instituyente se comienza a crear pensando principalmente en la vida militar, ya que en lo político, al adoptar la ideología del Partido Comunista (PC), el imaginario instituido se mantuvo incólume aun hasta nuestros días.

La segunda serie es la de la Transición. Ya se han vinculado al grupo armado algunos valores y formas ideológicas contradictorias con la armazón de la sociedad mayor a partir de lo cual entra en un proceso de consolidación y expansión conservando, al menos en el discurso, el objetivo de reemplazar al Estado y al ordenamiento impuesto por los grupos sociales dominantes. Sin embargo, en esta serie se comienza a combinar, no solo todas las formas de lucha, como ya se venía haciendo desde su nacimiento, sino también, todas las formas de financiamiento de la guerra incluido, con lo cual se incorporan actores con nuevas visiones sobre el quehacer militar que introducen una visión de la guerra como una forma de vida y no como medio o instrumento para conseguir el fin político que imponía la institución del PC. Estos nuevos actores contribuyen de forma definitiva a la concreción del Nuevo Modo de Operar, que aparece como el producto más importante del imaginario instituyente desarrollado en la serie anterior. La dirección política proveniente de la ciudad se reemplaza y se incorpora en el Secretariado del Estado Mayor. Todo esto es convertido en imaginario instituido por la Séptima Conferencia realizada en 1982. La clausura se relativiza y el grupo insurgente comienza a participar en la negociación política del conflicto pero como una de las tareas de la guerra (http://bit.ly/2mOfsBV ).

La tercera serie es hacia el control territorial. Ante la quiebra del paradigma socialista en el terreno internacional, antiguos y nuevos combatientes logran construir una red diferente que pretende articularse a la sociedad dominante pero sin disolverse como organización y conservando los territorios y el patrimonio conseguidos mediante el ejercicio de la violencia. Las luchas sociales y su importancia para la conquista del poder, definitivamente pasan a un segundo plano. Antes que el control del Estado, prima ahora para las FARC, la estrategia de control de los recursos.

En la tercera serie, el análisis empírico se centra sobre las condiciones de formación y desarrollo de este grupo armado como Conglomerado organizacional, cuyos integrantes se encuentran agrupados en estructuras micro como las Escuadras, las compañías, los Destacamentos, etc., que pueden formar parte de un Frente como célula fundamental de la estructura guerrillera y en estructuras macro como los Bloques regionales. Si bien estas estructuras y el rol de los combatientes dentro de ellas son claros, las relaciones de la organización con la política, con el territorio y sus comunidades no permiten sacar conclusiones rápidas que nos sirvan para explicar fácilmente qué son las Farc. El examen de esta tercera serie ha permitido desentrañar importantes niveles de complejidad. No es tan simple entonces, realizar una caracterización de este grupo armado y de sus dinámicas con la población, como actor político. Son un movimiento cuyas raíces agraristas todavía forman parte importante de su discurso político.

  1. La violencia colectiva y la constitución de las Farc.

Loaiza Cordero se vale de La teoría de la violencia colectiva de Charles Tilly para explicar el surgimiento de las Farc. Según la misma, la violencia colectiva se define como:

Una interacción social episódica que: inflige daños físicos inmediatos a personas y/u objetos (daños, incluye la retención por la fuerza de personas u objetos pasando por encima de cualquier restricción o resistencia) e implica por lo menos a dos autores de los daños y es consecuencia, al menos en parte, de la coordinación entre las personas que realizan los actos que provocan los daños (http://bit.ly/2m0OZSX ).

Tilly, afirma Loaiza, desarrolla una serie de mecanismos que se activan en la medida en que se incrementa la violencia colectiva, que permiten el aumento de la acción violenta. En el período de estudio, la activación de estos mecanismos, facilita la conformación de grupos armados en pro de la defensa y organización campesina contra la explotación terrateniente y la violencia estatal (http://bit.ly/2mObBVm ).

Dichos mecanismos son:

  1. a) De explotación y acaparamiento de oportunidades.
  2. b) De correduría, activación de divisorias y polarización.
  3. c) De incremento de la incertidumbre y espirales de señales.

Recurrir a Tilly, dice Loaiza, permite ver el inicio del conflicto en el país, desde una perspectiva diferente al estudio histórico de la violencia.

  1. Los estudios de E. Pizarro.

Sobre la historia de la guerrilla colombiana, E. Pizarro es uno de los pioneros con su trabajo, “Las FARC 1949-1966” (1991).  En este primer trabajo Pizarro realiza una reconstrucción de la historia de este grupo insurgente y sus relaciones con el PCC, desde 1947, la formación de las autodefensas campesinas después del asesinado de Jorge Eliécer Gaitán, hasta el comienzo del genocidio de la Unión Patriótica, UP, a partir de 1984, pasando por el análisis y la crítica a las tesis del IX Congreso del PCC, en 1961, en que se planteó que, la vía revolucionaria en Colombia puede llegar a ser una combinación de todas las formas de lucha. A esta estrategia atribuye que, a partir de la Séptima Conferencia de las Farc 1982, la guerrilla empezara a actuar militarmente (http://bit.ly/2mOfsBV ).

Este primer trabajo de Pizarro, representa, señala Domínguez, un aporte importante por cuanto nos brinda una historia más hilada con cierta pretensión académica, de lo que es la historia de las FARC, nos brinda elementos y ciertas coordenadas para examinar la historia de este grupo armado. En este sentido se considera que es un trabajo pionero, que puede ser superado en la medida en que haya otra teoría en la que él mismo progresa después. Este trabajo deja planteadas las hipótesis que conducirían a un segundo estudio de tipo comparativo apoyado en fuentes documentales, “Insurgencia sin revolución” (1996), en el que desarrolla, una propuesta de sociología de la guerrilla utilizando como eje central, la idea de la “insurgencia crónica”, sugerida en su primer trabajo, y definida como el fenómeno que afecta a “una guerrilla sin opciones reales para acceder al poder, condenada a ser parte del paisaje político”. Este fenómeno, según el autor, ocurrió de igual forma en Filipinas y en Guatemala, donde la guerrilla logró consolidarse sin poder alcanzar el triunfo. La definición es retomada de Marc Chernick (http://bit.ly/2akHvAl ), y sirve como fundamento a la tesis central del libro, descrita por Pizarro en los siguientes términos: …

El movimiento guerrillero que surgió en Colombia con posterioridad a la revolución cubana nació en un contexto sociopolítico e institucional que no favorecía sus posibilidades de hacer tránsito hacia un éxito revolucionario. Sin embargo, debido a factores tales como una experiencia reciente de amplias luchas guerrilleras en el período de la Violencia, el relativo cerramiento del Frente Nacional, la precariedad del Estado central y su incapacidad para mediar y canalizar los conflictos sociales en las áreas rurales, se crearon condiciones para la consolidación de estos focos insurgentes.

A partir de aquí Pizarro propone dos tipos de clasificación para definir a un grupo insurgente. De un lado, las etapas de su evolución: la emergencia, la consolidación y el triunfo. Y de otro, tres tipos de guerrillas: Societal, Partisana y Militar. Considerando que la guerrilla societal es ante todo, una guerrilla telúrica que busca expresar a un sector social determinado. Es decir, es una suerte de “movimiento social armado”, dado que busca constituirse como una prolongación de un actor social organizado. Lo más lejano a esta figura es la guerrilla militar que se aproxima más a una “máquina de guerra”, dadas sus débiles articulaciones con los movimientos sociales. Se trata de una modalidad de guerrilla profesional, compuesta de actores-soldados. Mientras que la primera se prolonga en la tierra y la población, la segunda se agota en el aparato. En este último caso nos acercamos a una organización que puede, en determinadas circunstancias, bordear los límites del terrorismo. Finalmente, la guerrilla de partido es, ante todo, un actor subordinado a un proyecto político partidista el cual ejerce funciones de dirección sobre el aparato armado. Se trata de una suerte de guerrilla intermedia, entre lo limitadamente “militar” y la amplitud de lo “societal” (http://bit.ly/2mOfsBV ).

Ocho años después y en un contexto muy diferente al de mediados de los años 90, y a cuatro años de haberse iniciado el Plan Colombia, Eduardo Pizarro publica un nuevo estudio (http://bit.ly/2mOfsBV ),  en el que realiza un balance de las posibilidades reales de éxito de la guerrilla de las FARC teniendo en cuenta el enorme desprestigio con que salió de la zona de distensión, agravado por las repercusiones de los atentados del 11 de septiembre en USA, a partir de lo cual el gobierno colombiano logra que sean considerados entre los terroristas más buscados en todo el mundo; la llegada de un gobierno que gana las elecciones por su propuesta de no negociar con la guerrilla y buscar su derrota militar, además de que los recursos provenientes del Plan Colombia comienzan a producir cambios cualitativos y cuantitativos en la actitud y en la capacidad de combate de las FF.AA, que incrementan notablemente el número de hombres en armas lo que permite realizar diversas operaciones militares contra las zonas de retaguardia estratégica de la guerrilla, con mejores recursos tecnológicos, logísticos y de inteligencia para el combate. Todo lo cual coincide con el hecho de que la guerrilla no pudo cumplir con su plan estratégico trazado en la Octava Conferencia de 1993, en el que se proponía organizar un ejército regular en diez años, con el fin de pasar a la guerra de posiciones, previo desarrollo de la guerra de movimientos. Y si bien, desarrollaron varias acciones de guerra de movimientos durante la segunda mitad de los años 90, terminada la zona de distensión tuvieron que regresar de nuevo a la guerra de guerrillas. Todo ello lleva a E. Pizarro  a proponer la hipótesis de que en el 2000 se había llegado a un “punto de inflexión” en el desarrollo militar de las FARC, a partir del cual se inicia un proceso de derrota estratégica en el sentido de que, si bien siguen existiendo como grupo armado, ya no tienen la posibilidad de llegar al poder por medio de las armas (http://bit.ly/2mOfsBV).

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