Lo que pasó con el video de Gustavo Petro recibiendo, contando y empacando fajos de dinero, resultó una gran sorpresa en el peor momento, estéticamente horrible y éticamente reprochable… falta todavía ver si se le prueba la comisión de algún delito que se convierta en un desastre político para la izquierda en general y para Petro en particular.
En todo caso la sorpresa fue tan grande que logró parte de su cometido, tapar el debate contra el Fiscal General de la Nación o por lo menos competir en difusión mediática, lo que ya resulta bastante dañino para la sanción social y política que se buscaba contra Néstor Humberto Martínez.
La defensa de Petro y de sus seguidores ha sido todo menos clara. Desde las explicaciones del mismo Petro esa noche del debate, hasta las de su abogado, los posteriores tuits y el video conmovido que presentó por las redes, no dejan satisfecho a nadie, ni demuestran la legalidad de esa situación.
Dizque era poca plata, apenas vente millones. ¿Y, qué, acaso los actos de corrupción se miden por el monto de la coima? Tan corrupto resulta quien recibe cincuenta mil pesos por hacerse el loco con una infracción como Odebrecht con cincuenta mil millones repartidos en tulas. Claro, la pena es diferente pero no la falta, que en ambos casos se denomina corrupción. Es mejor que no se defienda a Petro con el monto de lo que estaba recibiendo, en especial porque no se sabe cuánto se le estaba entregando, cuánto le dieron antes y cuánto faltaba por llegar.
Otra defensa es el lastimero argumento de que lo grabó un amigo, como si los actos de corrupción se hicieran con enemigos. Nadie comete un delito frente a su peor enemigo, sino precisamente lo contrario, frente a su gente de confianza. Recordemos el caso de Santrich que se encontraba con su “socio” el sobrino de Iván Márquez. También al Fiscal NHM lo grabó Jorge Enrique Pizano, su amigo. Eso sí, cuando algo se graba es porque se prevé que alguien se pueda torcer en un negocio o por infiltración de las autoridades, pero eso tampoco exime de culpa a nadie.
Que la plata se la dio el arquitecto Simón Vélez y que provenía de tarros de la cocina, es algo circunstancial que mucho menos exime de sospecha a Petro, ni a Vélez. Las coimas las dan lo contratistas con firmas de prestigio como Odebrecht o la de los hermanos Nule, no las da un don nadie, sin recursos.
Que el video lo grabó el exnovio de la mamá de Paloma Valencia, es una bajeza que desdice mucho del senador Petro. ¿Qué tiene que ver una relación afectiva de hace muchos años con lo que pasó con las campañas del ahora senador?
Que el señor Montes, quien aparentemente grabó la entrega de dinero esa noche, lo chantajeó cuando Petro ya era alcalde lo único que infiere es que, si hay un chantaje es porque hubo un acto por lo menos irregular, sino ilícito; nadie chantajea a otro diciendo: mire lo honesto que usted fue.
La gran falta de Petro es derrumbar una ilusión y dejarle libre el camino a NHM,
a una terna impedida para reemplazarlo,
y a una derecha que se ufana de derrumbar a uno de sus más duros opositores
En fin, las defensas malas y erráticas que han salido de la boca de Gustavo Petro y sus defensores de oficio, lo han hundido más, así estén buscando crear la sensación de mártir perseguido por el uribismo. Eso no se lo cree nadie. Lo único sensato ha sido ir a la Corte Suprema a pedir que lo investiguen y debería aportar todas las pruebas como, por ejemplo, la contabilidad de la campaña al Senado de aquel entonces para demostrar que fue plata lícita y que la declaró como ingreso para hacer su política.
Quienes seguíamos esa noche el debate, con la esperanza de ver caer al Fiscal por sus actos en el proceso Odebrecht quedamos atónitos y apesadumbrados, los errores de la izquierda siempre le han servido a la derecha para hacerse más fuerte. Y eso fue lo que pasó con Petro, esa es la disculpa que nos debe el senador, no el perdón que pidió por recibir plata en efectivo, esa no es la falta, la verdadera falta es derrumbar una ilusión y dejarle libre el camino a NHM, a una terna impedida para reemplazarlo y a una derecha que se ufana de derrumbar a uno de sus más duros opositores.