Fueron casi un año de protestas permanentes en las calles de Beirut. Decisiones arbitrarias del gobierno que prendían la chispa como, una memorable en septiembre del 2019, cuando se anunció un impuesto a las llamadas telefónicas hechas a través de WhatsApp y otras aplicaciones como Voip –voz, Facebook Messenger y FaceTime de Apple.
para buscar recaudar recursos frente a la crisis económica que enfrenta el país.
El primer ministro, Saad al-Hariri terminó retirando la medida. Pero las marchas no pararon. La protesta se generalizó por el mal manejo de la crisis, el costo de vida y la falta de empleo y de oportunidades, en un país destruido por la guerra.
Desde entonces y a través de unas marchas unitarias, sin divisiones partidistas se pedía la destitución del gobierno
Después de que la medida del impuesto se retirara, los manifestantes concentraron sus protestas hacia otros reclamos, incluyendo la corrupción generalizada, el mal manejo de la economía y los deficientes servicios públicos en el país.
También protestan por la injusticia, la pobreza, el robo y el saqueo, así como por las carencias en el sistema de salud y de educación o la falta de empleo.
la moneda local frente al dólar estadounidense, situación que se agrava por la altísima deuda pública del país.
La infraestructura pública -que ya se encontraba bajo presión- está resquebrajándose, mientras que la llegada de más de un millón de refugiados de la vecina Siria también tuvo un impacto sobre el sistema.
La gente padece los frecuentes cortes de electricidad y agua y la basura se amontona en las calles por falta de recolección, una realidad que se fue volviendo desesperante y tomó voz en las manifestaciones de cientos de miles de personas Beirut, y otras ciudades, frente a las que el gobierno hizo oídos sordos. Desde entonces exigían la renuncia de los lideres coreando las palabras "¡revolución, revolución!".
Ningún grupo político o religioso pudo tomarse como propia la masiva protesta ciudadana y todos quedaron en el ojo del inconformismo. Desde el el popular partido Hezbolá y su líder Hassan Nasrallah, hasta el grupo chiita, con importante presencia en el Parlamento.
En respuesta a las masivas movilizaciones se intentaron distintas reformas que la gente no ha aceptado. Son medidas destinadas a reducir el gran déficit incluyen el recorte de los salarios de los políticos a la mitad y ayuda financiera para las familias más pobres.
La pademia del Coronavirus había frenado las movilizaciones, pero el descontento y la rabia por el desgobierno, la corrupción y la desidia de la cúpula de gobierno que se expresó en el abandono de 2.750 toneladas de nitrato de amonio en pleno puerto de Beirut y que terminó en la devastadora explosión del pasado 5 de agosto sacó de nuevo la gente a la calle. El resultado de la presión: la caída del gobierno con su dimisión colectiva.