Ayer, varios titulares anunciaron la "otra" reunión en Estados Unidos: la de las segundonas primeras damas. La noticia era que ellas, aparentes apéndices de las personas completas que sí son sus esposos, también tenían algo que decir y pensar pero, eso sí, nada tan importante como lo que hablan los hombres. Esas son cosas de grandes.
Nadie cuestionó este enfoque con tintes machistas porque, afortunadamente, los autoproclamados progresistas se detuvieron en un asunto mucho más importante: la chaqueta de Juliana Ruíz. Al menos alguien le prestó atención al verdadero tema de la reunión. Ellos, nosotros, embebidos con el poder de la miopía que impide ver lo dañino e inútil de criticar semejante banalidad, rápidamente corrieron a hacer sus memes burlándose de una mujer por su forma de vestir.
Qué progresismo, qué avance puede surgir de allí donde todavía piensan que se le puede decir a una mujer cómo vestirse. ¿Vestirse para qué? Es que así no debería vestirse una primera dama, porque representa a un país, parafraseando a Matador. ¿Vestirse para quién? Para Melania, un ícono de la moda y la frivolidad, capaz de ir con tacones a visitar a las víctimas del huracán Harvey. Qué oso el de Juliana por no estar a la altura de (los tacones de) Melania.
Sin embargo, la primera dama no me representa a mí ni tampoco a Colombia, país pluricultural pero que todos los poderosos (mayoritariamente blancos) consideran la segunda cuna de la raza aria y, por eso, hacen como si el pacífico no existiera.
¿Qué se puede hacer con Chocó, Juliana? ¿Le haces esa pregunta a Iván en la privacidad del hogar? ¿Lo cuestionas o tu apoyo es irrestricto, pues te sabes homúnculo creado por gracia divina solo para acompañar e invitar a pecar?
Esas son algunas de las preguntas con las que se debe cuestionar a Juliana, no por su ropa. No obstante, todos, hipócritas, criticaron llamar “putas” a las petristas y, sin embargo, saltaron al fango del mismo juego idiota. Está bien, no hay insultos ahora, pero el fondo es el mismo: creer que podemos y es válido y bueno decirle a una mujer qué puede o no hacer mientras, con la otra mano, redactamos tuits en defensa de los derechos de las mujeres.