En todos los medios de comunicación se escuchan noticias relacionadas con las “embarradas” del presidente: que la reforma, que la niñera, que los Panamericanos, que el canciller, que el despilfarro de la primera dama.
Si bien es cierto que hay responsabilidades y negligencia por parte de ciertos funcionarios del gobierno, parece que los partidos de derecha y centro derecha toman cada embarrada del presidente para atacar con comentarios fuertes, muy comunes ahora por redes sociales como “X” y terminan de dar la estocada a la imagen ya gastada del primer mandatario, incluso a punta de mentiras y “fake news” como los videos retocados que hacen verlo ebrio en el foro económico mundial o las imágenes de falsos indicadores sin ningún soporte válido. Pero más allá de eso, no se evidencia una hoja de ruta clara como oposición.
No hay que valerse de estas estrategias tan bajas como las noticias falsas para hacer ver mal al gobierno, simplemente hay que ver su actuar cada semana, que de seguro siempre hay algo que genera polémica. Si la derecha hace una oposición inteligente, no será difícil retomar el poder en 2026, pero cualquier crítica por criticar, resta fuerza y seriedad al debate como los memes del congresista Polo Polo o algunos de los trinos de Valencia o Cabal donde pareciera que no conocen las leyes, o por lo menos, no saben usarlas para argumentar sus ideas.
Sin embargo, el grueso electoral del país no son las personas o las bodegas que utilizan las redes para atacar las ideas opuestas, sean de izquierda o de derecha, más bien, son las personas del común, las de “a pie” quienes eligen gobernantes, como los que eligieron los largos mandatos de izquierda en Bogotá que se cortaron con la elección de Galán, o las últimas alcaldías de otras grandes ciudades del país que fueron tomadas por partidos de orientación progresista hasta 2023.
Los medios de comunicación de antaño, sea la televisión, la radio y la prensa escrita son los que más consumen este grueso electoral, allí no importan los insultos de los trinos hirientes de senadores, alcaldes, políticos, expolíticos, fiscales, exfiscales, etc., porque mucha de esa información no le interesa a quienes se levantan todos los días temprano a coger transporte público y llegar a sus trabajos para ganar un salario mínimo.
Allí tiene la ventaja el gobierno, que tiene más experiencia en llegar esa población “vulnerable” y no los de derecha, cuya experiencia es en otros estratos que no tienen el mismo número de votos. A la gente del común le importa más la noticia de que el huevo bajo mas de 100 pesos o que les van a dar subsidios a los desempleados y personas de la tercera edad, y no que a Colombia le quitaron los juegos Panamericanos o que al canciller lo suspendieron y que no ha acatado el fallo de la Procuraduría.
A la gente del común no le interesa si suben los peajes o la gasolina se pone más cara porque la mayoría no tienen carro y porque en su imaginario ya está la idea que independientemente del valor del pasaje, hay que pagarlo para ganarse el sustento diario. Con o sin panamericanos, con o sin canciller, el día a día es el mismo para la mayoría de la población.
Solo quienes tenemos la red social X podemos observar los debates bizantinos que se generan por la polarización del país, que son insumo de algunos medios de comunicación mediocres que no confirman las fuentes, y que, al mismo tiempo, a muy pocos colombianos les importa.
El trabajador promedio prefiere la burbuja de andar desconectado del mundo y conectado al celular, pero no para estar pendiente de los trinos en redes o las ofensas entre opositores, sino de los creadores de contenido que muestran lo que muchos ciudadanos de pie solo anhelan y pocos logran tener.
No es atacando al presidente y a su séquito como se logra masificar la idea de que las cosas van por mal camino, es generando políticas y cambios que todos los colombianos ricos o pobres puedan ver para el beneficio local y que se pueden gestionar en el legislativo.
No es tener medios de comunicación de radio y televisión que estén pendientes de las metidas de pata del gobierno para atacarlo, más aún, cuando ya se nota un sesgo muy marcado de ciertos periodistas que son cansinos y comienzan a carecer de credibilidad; mas bien es opinar con datos de fuentes fidedignas, caras y voces de periodistas frescos que sean cercanos a la comunidad y que no den ganas de apagar el radio o la televisión.
No es normalizando las calumnias, la grosería, los memes sin sentido en redes para expresar las ideas; más bien es opinar sobre la base del respeto y las pruebas de primera mano. Criticar con argumento y análisis así sea difícil para algunos de nuestros honorables congresistas.
Los hechos hablan, el gobierno actual y el anterior (y más allá) no han hecho las cosas bien, el país va por mal camino. Sin embargo, eso no significa que pueda ser peor, pero tampoco que el remedio lo tenga lo politiquería de siempre que en los últimos 200 años no ha hecho nada extraordinario.
El ciudadano del común oye, pero no escucha, no analiza y cuando se acerquen las elecciones tomarán decisiones apresuradas de acuerdo a la situación de ese momento, porque los colombianos nos caracterizamos por tener mala memoria y posiblemente no se acuerden de lo que sucede por estos tiempos.
En definitiva, puede que el gobierno vaya de mal en peor, pero con la pésima estrategia de la derecha no sería extraño ver otro gobierno como el actual porque así como Petro vocifera un complot contra su gobierno, a la persona del común le genera más empatía el perseguido que el perseguidor.