Antes de que todo explotara se llamaba Caroline Manzanera Merlano, era rolliza, estudiaba Derecho y tenía un puñado de seguidores en Instagram. Estudiaba en la Universidad del Norte de Barranquilla, acaso para llegar a ser algún día la heredera de su mamá, la influyente senadora que era la consentida de los Char y los Gerlein, las dos casas políticas más poderosas del Atlántico.
Sin embargo, todo cambió para ella el 1 de octubre de 2019. En el Centro Médico de la Sabana, su mamá —la exsenadora Aida Merlano, quien cumplía una condena de 15 años de prisión emitida por la Corte Suprema por compra de votos— tenía una consulta a la 1 de la tarde con el odontólogo Gabriel Cely.
Merlano, acompañada de su hija, le pidió a Cely permiso para usar su baño. Según lo ha relatado desde su refugio en Venezuela, Arturo y Alex Char sabían que tenían programadas una serie de citas para hacerse un nuevo cambio en su diseño de sonrisa. En la cárcel el Buen Pastor de Bogotá, donde se encontraba recluida, un abogado le informó que todo estaba listo para su fuga. Julio Gerlein también habría participado en un plan que le fue informado a Merlano por videollamada.
Así que, una vez entró al baño de Cely, Merlano usó una de las ventanas que daba a la calle. Ayudada por una cuerda procedió a saltar. En ese movimiento Merlano se fracturó un pie. Con dificultad y ayudada por una mujer que la recogió del suelo, se subió a la moto en la que un hombre disfrazado de rappitendero la esperaba.
Entonces emprendió la fuga y arrancó una vida convulsa que la llevó hasta Maracaibo en donde fue detenida un año después. Hoy vive en Caracas en donde es protegida, como la propia joya de la corona, por el gobierno de Nicolás Maduro y en donde ha prometido –sin cumplirlas plenamente- revelaciones que podrían acabar con las dos familias más poderosas de la Costa. Lo que ha declarado y ha despertado más estupor fue su romance —con pruebas— con Alex Char.
Dos días después de su fuga el país que conoció a Caroline Manzano, había cambiado su nombre en una notaría de Barranquilla y ya era Aída Victoria Merlano. Su imagen esposada, como una niña inocente y un poco mofletuda, contrasta con la vampiresa que hoy tiene más de 3 millones de seguidores en Instagram. En menos de seis meses cambió por completo gracias a una serie de cirugías que la transformaron por completo. Decidió cambiar de carrera.
Al fin y al cabo, la decisión de estudiar Derecho había surgido por la necesidad de defender a su mamá y sacarla de la cárcel. Entonces decidió estudiar Psicología, también en la Universidad del Norte.
Como ella misma lo reconoció, su fama se debe a la fuga de su madre. Así lo reconoció alguna vez en uno de sus videos: “Yo basé mi éxito, si se puede llamar así, en convertir la tragedia más grande de mi vida en la publicidad más beneficiosa para mí. A mí me desnudó un ente del Estado contra mi voluntad”.
En los videos de Aída Victoria hay de todo, desde la conveniencia de que una mujer linda se acueste con un tipo feo, hasta recomendaciones para poder tener mayor tranquilidad en tu vida.
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A veces es sexóloga, a veces gurú espiritual y no falta las veces que se mete en política, como cuando decidió mostrar en público su apoyo a Gustavo Petro.
Sin embargo, un juez está a punto de terminar su carrera como influencer ya que pudo demostrar que ella le aportó las cuerdas y los elementos que necesitaba su mamá para su fuga espectacular. Podrían caerle 17 años de cárcel encima a la influencer que apenas tiene 23. Se abre otro capítulo oscuro en la breve y convulsa vida de la hija de Aida Merlano.
