La calle está muy brava. Es una reflexión de miles de bogotanos que no ven un panorama esperanzador para la ciudad más importante del país. Por eso, los retos que deberá enfrentar Carlos Fernando Galán, próximo alcalde de la ciudad, necesitan atención inmediata y un análisis exhaustivo.
Nuestra capital colombiana tiene múltiples problemáticas, pero hay algunas que están desbordadas. La pandemia fue el preámbulo de lo que sería un incremento en la mayoría de los indicadores que miden las autoridades. Más crímenes, más robos, más subidas que afectan el bolsillo, más extorsión y la lista no acaba ahí. Sin embargo, hay dinámicas que requieren atención y solución de los mandatarios debido al impacto que están teniendo en la ciudadanía.
La inseguridad no duerme un segundo
La inseguridad implica la existencia de un peligro, pero en Bogotá hay tantos que ya perdimos la cuenta. En las calles el hurto es uno de los dolores de cabeza más grandes. Los hay en diferentes modalidades, en distintas horas del día y no hay discriminación de lugares, ya que el hampa se ha convertido en una red con tentáculos tan largos, que hace mucho tiempo permeó los estratos sociales más privilegiados.
El robo de celulares, el fleteo, el robo de autopartes, el robo de bicicletas y el robo a viviendas, son algunos de los casos más frecuentes. “Si tienes algo el ladrón te puede pegar una puñalada y sino, también”, comenta una ciudadana resignada, mencionando que ya no hay respeto por los niños y los ancianos.
Con funcionarios de Uribe y Santos a bordo, Carlos Fernando Galán arma su equipo de empalme
Hay sectores políticos que justifican estos escenarios bajo la premisa de que la ciudad está padeciendo pobreza y hambre. En la reciente campaña para la alcaldía de Bogotá, algunos candidatos coincidieron en la importancia de mejorar los sistemas de seguridad y de cámaras de la ciudad, lo cierto es que los delincuentes no se inmutan ante esto y cada vez ejercen más violencia para lograr sus cometidos.
El microtráfico está a la orden del día
A plena luz es común ver en diversas zonas de la ciudad la proliferación de traficantes que se han ganado un lugar en territorio ‘a sangre y fuego’. El comercio de estupefacientes en la ciudad está presente en todas las localidades y en los últimos años se sumó un nuevo actor al conflicto por la droga: migrantes venezolanos de diversos trenes (pandillas), que han incrementado el nivel de violencia y las dinámicas ejercidas contra otros traficantes y consumidores.
Hay puntos como el barrio San Bernardo, Santafe Centro, el Parque de los Periodistas, la Plaza de la Mariposa, el Parque de los Hippies, entre otros lugares, en donde el crimen, así como la droga, son la cotidianidad del día a día. Un cigarro de marihuana se puede comprar desde los $4.000 y una bolsa de perico desde los $10.000. Hay drogas para todos los gustos que se camuflan bajo el ojo de las autoridades. Lo cierto es que la pelea por las zonas se ha intensificado, y lo corroboran los hallazgos de cuerpos desmembrados, al menos 30 veces, en lo corrido de los últimos dos años.
Tan machistas como peligrosos: la violencia contra la mujer no para
El caso más reciente es el de una menor que se dirigía al colegio. A las 6 de la mañana es interceptada por un hombre que la corta, la viola y la roba. El caso se repite en el transporte público cuando tocan indebidamente a otra mujer. A las pocas horas se conoce el homicidio de una mujer más, ha sido asesinada salvajemente por su compañero sentimental. En nuestra ciudad, la violencia está enquistada y las mujeres son uno de los eslabones más débiles. Los proyectos impulsados por la alcaldesa Claudia López se quedaron cortos, mientras las cifras de feminicidios siguen engrosando la lista.
Transmilenio y el ‘Metro fantasma’
Transmilenio se quedó pequeño para la ciudad y se evidencia en los buses abarrotados de personas que parecen ganado y las estaciones por donde no se puede caminar. Incluso ya existe un top de las estaciones más peligrosas, para tener en cuenta si se hace tarde en alguno de estos lugares. Al gran problema estructural en el transporte y la movilidad de la ciudad, se suma una disputa política por el Metro de Bogotá que viene creciendo como una bola de nieve.
El futuro y las mayorías que eligieron serán claves en el control político que se ejerza sobre el nuevo mandatario capitalino. Lo cierto es que, a hoy, los ciudadanos están cada vez más desesperanzados porque la realidad de Bogotá, no se puede tapar ni haciendo un metro.
