“Un puño, dos puños, tres puños: ¿qué tantas cicatrices espero tener para bloquearte de mí?”. Me repito mientras espero mi turno en Medicina Legal.
Es la segunda vez, la primera donde hay sangre. Es la segunda vez y esta vez decidí no callarme.
Que es mi culpa, cuenta él, Victor Pulido. Que lo obligué a hacerlo, dice. Como si fuera un castigo merecido, como si en él residieran Radamantis, Minos y Éaco y, sin más que una lógica errónea me condenaran a caer en el abismo tártaro rodeado de fuego.
Un puño, dos puños, tres puños. La vergüenza de decir en el trabajo que un imbécil te golpeó. Escuchar los susurros de la gente, ver a tu familia romper en llanto y a tus amigos arder en cólera.
Culparle.
Procurar confiar en la ley, denunciar con miedo.
Denunciar sabiendo que los espectadores aún desconcertados por lo sucedido, callan.
Callan por miedo, por ebrios o por simple ecpatía.
Callan porque les falta humanidad.
Un puño, dos puños, tres puños. Semana Santa 2016: un perfume hace de bomba y detona en mi espalda, el aroma invade la casa. “Ahora me podré masturbar pensando en ti”, me dice.
Me haces querer morir, me digo.
Le culpo y me culpa. Le lastimo y me lastima.
Utiliza mis dolores pasados como proyectiles, incinera mis ganas, mis proyectos, tergiversa la verdad. Inventa tumores donde solo hay infecciones, me miente en la cara y se burla sin piedad.
Preguntará, ¿por qué termino en Las2orillas: ¿qué otra cosa esperaba?, ¿qué pusiera mi otra mejilla?
Se jacta de todo y de nada: ¿cómo podrá dormir sabiendo que su mejor mérito son los centímetros que tiene su barba?
Así que denuncio.
Denuncio y lo hago con mi dolor atorado en la garganta.
Denuncio arriesgándome a lo que pueda venir.
Denuncio porque el dolor es una ventosa que se adhiere a tu alma y se alimenta de ella y me niego a seguir así.
Denuncio porque él piensa que a las “perras” se les educa a los golpes.
Denuncio porque pienso que a los megalómanos se les enseña mostrándoles su verdad.
Denuncio porque no le amo, porque no me ama, porque en el fondo me golpea porque sabe que amo a alguien más.
Denuncio porque estoy segura de que este será uno de esos casos donde un puño, dos puños, tres puños, son lo mejor que te pudo pasar en la vida.
