Colombia, como muchos otros países que tienen como principio organizativo el de un estado moderno, divide el poder en tres ramas: legislativa, ejecutiva y judicial. Expedir leyes, representar al gobierno e impartir justicia son sus funciones respectivamente. Las tres se regulan entre sí, para que exista un equilibrio, pero son estas tres junto con muchos factores sociales los que determinan el Estado del país.
En términos de condiciones, en este país hay muchos problemas, pero hay uno en particular, y es la forma en como desde hace mucho tiempo un sector de la población ha visto la política, o más bien, los cargos públicos. Aquí hay muchos funcionarios que ven estos puestos como una mina de oro, para recibir grandes sumas de dinero y con un toque ideal: No hacer mucho o no hacer nada. Y es algo muy grave, pues su nombre lo dice, “público”, para servir al pueblo, no es más que un empleado del pueblo y por ende debe trabajar en pro de este y no encontrar. Así mismo, el pueblo como jefe debe pedirle resultados, pero el pueblo aún no sabe su estatus en sociedad.
El problema se agrava cuando este funcionario público se convierte en realidad en un funcionario privado, para intereses personales, o peor aún, para intereses de un tercero, y aumenta de forma exponencial cuando ese tercero tiene actividades ilegales o simplemente es uno de los que siempre ha estado en el poder, la oligarquía. Se evidencia mucho en la presentación de proyectos de ley en el Congreso.
Es ahí, en el Congreso, donde encontramos la mayoría de vividores, porque es esa la forma precisa para referirnos a ellos, vividores del Estado, o en palabras de la vicepresidenta Marta Lucía: unos mantenidos. Ahí vemos los más grandes descaros que nos podamos imaginar como ciudadanos, congresistas que legislan en contra del pueblo, congresistas que ni se les escucha la voz (como fue el caso el 6 de diciembre de Arturo Char, presidente del Senado, cuyos compañeros parlamentarios lo escucharon únicamente cuando lo nombraron), congresistas que no hacen nada, congresistas que presentan proyectos que no son para nada pertinentes en cuanto a la realidad del país.
De estos mencionados, Córdoba no se escapa, tenemos varias perlitas del Sinú, pero hablemos de dos, posiblemente los más conocidos en el departamento: Nora García y David Barguil, los dueños de la politiquería en Montería. Ellos se untan de pueblo solo en elecciones y cuando son elegidos se lavan las manos como Poncio Pilato.
Recuerdo que solo era un niño cuando los afiches de David estaban en todos los postes del barrio con un eslogan muy llamativo e hipócrita: “contra los gigantes”. Imagino que lo que le hizo creer este congresista al pueblo cordobés era que iba duro con los políticos tradicionales, y a trabajar a favor de las minorías y del electorado que lo puso en ese puesto, cosa que no fue así. De hecho, el eslogan que mejor le queda es: junto a las gigantes ratas del país.
Por su parte, Nora no se aleja mucho de Barguil. Además de los lazos familiares y de partido político que los une, lo tramoyeros y politiqueros los une. Otro recuerdo de niño es la parodia de la canción Falta una tabla en la cama que su grupo de publicidad aportó para hacerse sonar en el municipio, y el evento con artistas en el Parque Recreacional Tacasuan donde hizo campaña.
Con eso en mente, las personas desde ahí deben de pellizcarse: un político que use mucho bombo y mucha plata en temas de campaña, es seguro que después de elegido se lo va a cobrar al pueblo desde donde trabaja. Lo podemos ver en la intención de los concejales Luis Carlos López Fuentes, Santiago Pérez Posada y Andrés Felipe Negrete, que una conversación filtrada aseguran que: “Los pobres están acostumbrados a aguantar hambre y por un mes no se van a morir, pero uno tiene que recuperar la plata de la campaña”. Esto haciendo referencia a unos contratos de mercados para personas necesitadas en medio de la pandemia en Montería.
Este ha sido un año difícil y que no podemos olvidar, y mucho menos las acciones de estos funcionarios públicos en medio de la pandemia, con el fin de tener un Congreso para el pueblo en el 2022. Ahora pues, miremos algunos de los proyectos de ley que favorecen al pueblo colombiano y que se ha tumbado en el Congreso por culpa y con toda intención de las dos perlas del Sinú mencionadas.
‘’El pasado mes de octubre del año 2020, en medio de una pandemia global que ha afectado a todos los sectores económicos del país, los senadores de la república votaron el proyecto de ley que buscaba otorgar recursos para las pequeñas, medianas y grandes empresas; esta medida se hundió en plenarias gracias a algunos Senadores que votaron en contra de esta aprobación de recursos en el Congreso de Colombia”. Explica el portal Voto Público, donde pueden encontrar más información. Entre los senadores que tumbaron este proyecto se encuentran Nora García y David Barguil.
Así mimso, en Voto Público podemos encontrar información como esta: “Con la muerte de Javier Ordóñez, se explotó la indignación social por los abusos de la fuerza pública. El ministro de Defensa fue llamado a la moción de censura por los senadores, para que de este modo le diera la cara a las víctimas, ante un fallido mandato que sirvió para empoderar a las fuerzas criminales mayoritarias que están instauradas en las instituciones. Recordemos que el ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo desacató la medida interpuesta por la Corte Suprema de Justicia de pedir perdón al pueblo de Colombia por sus malas decisiones que le han costado la vida a muchas personas. Esta moción fue hundida por 58 Senadores que se unieron para pisotear la memoria de las víctimas’’. Aquí vuelve y juega el voto de Nora García y David Barguil.
A estos señores, que imagino se les hincha el pecho cuando en plenarias los llaman honorables, en pandemia han trabajado en su gran mayoría desde la comodidad de sus fincas o sus casas (excluyendo a unos decentes que sí han ido al Congreso) y se opusieron al proyecto que lideró Gustavo bolívar que buscaba eliminar los gastos de representación (que es el dinero que se le da para transporte y estadía en la capital para que asistan al Congreso, una suma que se acerca a los 14 millones de pesos). Fueron 24 mantenidos que tumbaron la iniciativa y entre esos la señora Nora García.
Córdoba es un departamento muy rico por su flora y fauna, pero su capital bañada por el río Sinú está mal representada con estos personajes, que además de todo lo dicho anteriormente, apoyan que se practique el fracking en el territorio colombiano, técnica altamente cuestionada por sus daños al medio ambiente.
Es hora que como pueblo oprimido por una oligarquía que ha hecho de las suyas en el territorio, tomemos las riendas de la política y le demos una lección en las urnas a todo aquel que legisle en contra del pueblo colombiano.
