Desde el pasado miércoles 3 de febrero, Iván Duque ha estado lanzando "vainazos" en contra de los excombatientes de las desmovilizadas Farc, los cuales se pueden estar interpretando como un modo peligroso de estigmatización. Durante un acto oficial en el que el mandatario sancionó la ley de no prescripción de delitos contra los menores de edad, lanzó una fuerte crítica contra la gestión de paz de los excombatientes frente al esclarecimiento del tema del reclutamiento forzado de menores dentro del marco de la justicia transicional. Afirmando son "lágrimas de cocodrilo", calificó a las mismas de hipócritas y aprovechó para exigir agilidad de la JEP frente al reclutamiento forzado de menores y la abstención de los excombatientes en participación política en general. Esto visto como una acusación general del mismo presidente hacia los excombatientes de cometer crímenes contra los menores.
De igual manera, el 5 de febrero, durante un consejo de seguridad en el municipio de El Salado, en el cual se ha presentado una fuerte crisis de seguridad, el mismo mandatario volvió a arremeter tanto contra el partido Farc como contra la misma JEP. Al primero le lanzó otro "vainazo" generalizado y aún más peligroso, en el cual señala a sus miembros de "asesinos políticos". Esto bajo otra frase aún más peligra: "Existe hipocresía en el país, algunos asesinos los reivindica políticamente, pero son terroristas".
Ante las últimas declaraciones hostiles del presidente contra los firmantes de la paz, es menester señalar que se está presentando una peligrosa estigmatización política de manera oficial contra los firmantes de la paz por parte del mismo gobierno nacional, encabezado por el mismo Iván Duque Márquez, lo cual podría agravar más la delicada situación del asesinato sistemático de excombatientes de las Farc, el cual registra una crítica cifra de más de 250 hasta la fecha.
De igual forma, se hace un hincapié frente a este problema que agrava aún más la ya de por sí critica situación de derechos humanos que se está presentando en Colombia desde el primer año de mandato de Duque hasta ahora; misma que ha sido visible estos días frente al tema del asesinato de líderes sociales y excombatientes, en el cual, según académicos y defensores de derechos humanos, se está suprimiendo básicamente el papel de la Defensoría del Pueblo frente a estos casos, y en donde se ha dado potestad a la Fiscalía General para el manejo de cifras y procesos relacionados con esta problemática, tras lo cual organizaciones defensoras de derechos humanos han manifestado su preocupación.
Cabe desatacar que pasado casi un año desde la presentación del informe de la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos (ACNUDH), en el que se advirtió un empeoramiento de la situación en mención si el mismo gobierno nacional no tomaba adecuadamente cartas en el asunto, las recomendaciones expuestas allí no se han puesto en práctica. Lo anterior debido en gran parte al poco tacto y a la intransigente gestión de la presidencia frente al poco o nulo reconocimiento de esta problemática, sumada a los roces presentados con la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos (ACNUDH) debido al cuestionamiento del informe, lo que ha conllevado no solamente al aumento de asesinatos de líderes sociales y excombatientes, sino al aumento de casos de violaciones de derechos humanos en territorios de alto riesgo.
Seguida y recientemente, esta crítica situación ha escalado a un nivel aún más peligroso, por cuanto las declaraciones del primer mandatario, las cuales son una peligrosa arremetida contra el proceso de paz, significan una estigmatización política contra los firmantes de la paz, la cual daría campo abierto para aumentar a nivel macro el exterminio sistemático contra los firmantes de la paz en Colombia.
Como nota personal, he de señalar que dicha situación ya mencionada, que no ha sido la única presentada en la historia, está atizando un nuevo caso de politicidio que podría poner los acuerdos de paz en una situación peligrosa e irreversible, cuya responsabilidad cae en Iván Duque Márquez, quien parece ser quiere imitar una situación vivida décadas atrás y a quien le debe caer toda la responsabilidad política por lo que pueda pasar a partir de sus incendiarias declaraciones politiqueras.
