Las vicisitudes de las simpatías por Petro parecen ofrecer la oportunidad de algunas comparaciones interesantes.
A Petro le sucedió en alguna forma algo similar al presidente Juan Manuel Santos, quien logró su reelección gracias al rechazo que por miedo o por cuestionamientos generaba el peligro de un triunfo de Uribe, así fuera 'en cuerpo ajeno'. En ese caso, el mayor aporte de votos provino de quienes espantados con la posibilidad de retorno del expresidente se resignaron a votar por un candidato en el cual no creían. Es difícil saber cuántos fueron los votos porque creían en Santos y cuántos los que le generó el rechazo o el temor a Uribe. Pero ahora no hay duda que son cada vez más los decepcionados del gobierno, unos que se encuentran entre quienes siguiendo las directrices del Dr. Uribe votaron por Santos para su primera presidencia, otros entre quienes se resignaron a votar para su reelección por estar en contra de su anterior mentor.
En el caso del alcalde, el desprestigio de su gobierno había llegado a límites extremos cuando se consideró prácticamente segura su revocatoria y desplegó todo un arsenal de recursos y argucias para impedirlo.
Su suerte cambió con la destitución pretendida por el procurador Ordóñez. El rechazo que este último generaba superó el que hacia el burgomaestre se sentía, y así logró un respaldo que hizo olvidar a unos los cuestionamientos existentes, y a otros hasta cierto punto el interés por el procedimiento de apelar a la voluntad ciudadana. Con diferentes triquiñuelas se congeló tanto el camino de la destitución por razones administrativas como la revocatoria por decisión de las mayorías. Hoy gobierna bajo una interinidad que le permite seguir cometiendo errores o arbitrariedades, pero que se manifiesta en un rechazo aún más generalizado que antes de las actuaciones del procurador.
Ya no son solo las acusaciones ante los órganos de control los que justifican el creciente desencanto sino cada reciente actuación lo aleja más del apoyo de la ciudadanía. La ‘Tapahoyos’ no parece lograr su cometido puesto que no se ven sus resultados, pero además ya se comprende mejor que lo grave no es solo su ineficacia sino que la forma de contratación se hizo violando las normas legales (al evadir la obligación de licitación para adjudicar mediante el argumento que era un tema de ciencia e investigación). El ‘Solobus’ de la Séptima no ha logrado convencer a nadie de que dejar la exclusividad de un carril para los buses mejoraría el tráfico o las condiciones para los pasajeros del transporte público; en cambio si se siente el aumento de los trancones y el acecho de la policía para aumentar los comparendos.
Nos encontramos con que otro Santos —esta vez Pachito— se la juega a ganar votos con base en el rechazo cada vez más creciente del gobernante en ejercicio.
Pareciera que con esos precedentes, el político al que menos en serio se toma en el país, al que más se irrespeta y más se ve como motivo de burla, quisiera repetir la receta.
Parece confirmarse la frase de Marx según la cual la historia que se desarrolla una vez en forma de tragedia después se repite en forma de comedia. Pero no sería raro que los ataques del recién lanzado candidato del Centro Democrático, y el imaginar lo que pasaría en sus manos de tomarse en serio tal posibilidad, hagan que lo que parecería una comedia termine convirtiéndose en simpatías por los desplantes de Petro.
